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martes, 7 de agosto de 2012
A QUE NO LO SABIAS : Los Incas predijeron su propio final
Es sabido que los Incas eran muy supersticiosos y creían ciegamente en las señales que según afirmaban les enviaban sus dioses. Es por ello que sus sacerdotes eran en realidad adivinos que tenían la “facultad” de interpretarlos. Gracias a los cronistas españoles - que recogieron sus relatos - pudimos enterarnos de varios de ellos.Uno de los más conocidos ocurrió hacia el año 1512, en la Plaza Mayor del Cuzco y tuvo como protagonista nada menos que al propio Emperador Huayna Capac cuando en plena ceremonia al Sol ocurrió un hecho inusitado: Un águila real apareció en el cielo perseguida por cinco o seis halcones los cuales lo atacaron tratando de matarla a picotazos. El águila, al no poderse defender cayó moribunda en medio de la Plaza, entre el Inca y los miembros de la realeza, quienes al ver la escena lo tomaron como una señal de mal augurio. Alarmado el Inca, llamó entonces a sus adivinos para que lo descifraran y todos confirmaron que era un presagio de que pronto habría derramamiento de sangre real, una guerra civil y finalmente la destrucción del Imperio. El Inca, disimulando su temor, consultó otros oráculos, cuyas respuestas fueron muy confusas. Cuenta Garcilaso (de quien hemos recogido este relato) que por esos años ocurrieron también cataclismos naturales que fueron como los heraldos precursores de la desgracia que sobrevendría al Imperio: muchos terremotos tan destructivos como nadie recordara o guardara memoria, como la aparición en el cielo de “muchos cometas espantosos”. Asimismo una noche muy clara y serena se vio a la luna con tres círculos muy grandes. “El primero era de color sangre. El segundo, que estaba más afuera, era de un color negro que tiraba a verde. El tercero parecía que era de humo”.Al ver el extraño fenómeno, un adivino fue donde el Inca y le informo que aquello era un aviso de la desgracia que los dioses harían caer sobre el Imperio: el primer circulo de color de sangre significaba que no bien el Inca falleciera, estallaría una cruel guerra entre sus hijos y se derramaría mucha sangre de la realeza. El segundo círculo negro era un aviso que tras la guerra civil sobrevendría la ruina y el fin del Imperio, de su religión y de su gobierno, todo lo cual se convertiría en humo, que era lo que significaba el tercer círculo que se veía en la Luna. El Emperador no quiso creer lo que escuchaba, pero el adivino le invitó a que saliera y viera con sus propios ojos la señal en el cielo. Angustiado entonces, el Inca sin embargo supo disimular su estado de ánimo y a fin de no preocupar a los suyos, fingió no creer en dichos presagios, arguyendo que “no veía ninguna razón para que su padre el Sol permitiese que cayeran tales desgracias sobre sus propios hijos”.Así pasaron como tres o cuatro años sin que hubiese mayor novedad, lo cual calmó en algo sus inquietudes creyendo que los dioses habrían cambiado de parecer. Pero las profecías, inexorablemente habrían de cumplirse, tal como efectivamente ocurrió. Por lo demás - añade Garcilaso - tales relatos eran de fama muy común por todo el imperio al momento de la llegada de los españoles, de modo que no existe motivo alguno para dudar de su veracidad. Extraño muy extraño ...