martes, 8 de marzo de 2016
TERROR HECHO EN EL PERÚ: No estamos solos
Estrenada en enero de este año, ‘No estamos solos’, es una producción de Miedo Entertainment que intenta explorar el género del terror abordando como nunca antes el tema del exorcismo, ejecutada con todos los ingredientes necesarios para que el público pueda disfrutar de una historia potentemente aterradora hecha en el Perú. El elenco - encabezado por Marco Zunino¸ Fiorella Díaz, Lucho Cáceres, Jimena Lindo y Zoe Arévalo, bajo la dirección de Daniel Rodriguez Risco y la asesoría profesional en temas paranormales de Felix Rivera - se basa en la historia de una familia integrada por Mateo, Monica y Sofía de 8 años, que se muda a una casa a las afueras de Lima lo cual debería servir como una suerte de nuevo comienzo, pero Sofía no está contenta con este cambio en sus vidas. Extraña a su fallecida madre y no se lleva bien con la nueva pareja de su padre. Desde la primera noche, la niña es acechada por algo aterrador. Estos acosos se hacen cada vez más violentos y perturbadores, por lo que requerirán la presencia de un sacerdote exorcista que intentará ayudarlos sin imaginar las consecuencias. El principal problema de “No Estamos Solos” es su guión. Los trailers daban la impresión que la película iba a ser una suerte de mezcla entre “El Exorcista”, “Poltergeist” y “El Aro”, y al haberla visto estos temores quedan confirmados. La narrativa es extremadamente predecible, y parece estar contenta con homenajear a la mayor cantidad posible de películas famosas de terror. Para destacarse, “No Estamos Solos” debió haber hecho algo diferente, algo único, pero lamentablemente ese no es el caso. Hace tiempo que elementos como una cama flotante o una mujer poseída con voz profunda dejaron de dar miedo. Sin embargo, hay que admitir que Daniel Rodríguez fue capaz de generar una atmósfera bastante terrorífica alrededor de este guión derivativo. El director es lo suficientemente talentoso como para poder generar suspenso a partir de situaciones que hemos visto varias veces en cintas anteriores: espíritus cubiertos por sábanas, niños fantasmas que solo aparecen en fotos, e incluso un sótano oscuro lleno de objetos antiguos y posiblemente malditos. Esta última locación sirve para una escena que se parece mucho a una de “El Conjuro”, sin embargo funciona muy bien gracias a una lograda dirección de arte, y a los planos elegidos por el director. De hecho, todo el apartado técnico es muy correcto. La dirección de fotografía es cumplidora: los colores están desaturados, la imagen tiene un tinte azulado permanente, y las sombras son utilizadas efectivamente para desarrollar una sensación palpable de inquietud y horror. La cinta contiene planos muy interesantes: un plano cenital, que comienza en el rostro de un personaje y termina con una caja de música maligna dentro de un closet, resultó ser muy efectivo, y la escena en que el cura, interpretado por Lucho Cáceres, sube las escaleras de la casa dirigiéndose a realizar un exorcismo, está encuadrada de tal manera que su personaje parece estar saliendo de una tumba. El sonido, un aspecto vital para que une filme de terror funcione, está bien logrado, pero la música incidental, en vez de complementar las acciones, se siente muy exagerada. Hay sustos muy efectivos a lo largo de la película, pero muchos de ellos están acompañados de música estridente de cuerdas; este es un recurso que simplemente ya no funciona. Dichos momentos habrían asustado más si se obviaba la música, quizás solo con algo de sonido salvaje, depender de música fuerte para hacer que los miembros del público salten le quita atmósfera y seriedad a la cinta. Por su parte, Marco Zunino le otorga credibilidad a un papel poco desarrollado: el del padre de familia cariñoso pero estricto. Fiorella Díaz interpreta de manera muy sutil a Mónica, lo cual contrasta con su actuación deliciosamente demoníaca durante la escena del exorcismo. Zoe Arévalo demuestra mucho potencial como Sofía, aunque por momentos el personaje se le escapó de las manos.. Lucho Cáceres es creíble como un cura con un pasado oscuro, y Jimena Lindo, Fernando Bacilio, Paul Vega y el talentoso Matías Raygada (quien debutó el año pasado en Cementerio General 2 y La Herencia) no tienen más que cameos glorificados. Curiosamente, a diferencia de otras películas de terror que quizá son demasiado ambiciosas para los bajos presupuestos que manejan, me pareció que “No Estamos Solos” se quedó un poco corta en sus aspiraciones. Es cierto, Rodríguez Risco, al parecer, ha sido muy minucioso en lo que se refiere a planos y movimientos de cámara, pero la historia definitivamente pudo ser mejor desarrollada. Consideren, por ejemplo, al personaje de Lucho Cáceres. Se trata de un cura cuyo pasado está ligado a la casa en la que vive la familia de Mateo y que, a pesar de dedicarle su vida a Dios, es un bebedor algo cínico. Esta es una caracterización interesante, pero lamentablemente el guión hace muy poco con esto, explicando su backstory a través de breves diálogos y en general dándole poca importancia. Otro ejemplo de esto es también el clímax de la película ya que se trata de una conclusión repentina, anticlimática y en general insatisfactoria. Si bien “No Estamos Solos” es una película que ha sido realizada con esmero y dedicación, no se puede evitar sentir que pudo haber sido algo más original; quizás una historia mejor desarrollada con una mitología más profunda alrededor de sus espectros y tener un clímax menos apresurado. La película no es mala en si, pero a su director le falto innovar para no repetir una fórmula vista reiteradas veces en otras cintas del género.