martes, 13 de junio de 2017

SETI: Una búsqueda incesante de Inteligencia Extraterrestre

La vida en la Tierra es la única conocida en el universo, pero hoy nos encontramos con argumentos convincentes que sugieren que no estamos solos. Esto ha conducido a la aventura de exploración más ambiciosa emprendida por la humanidad: la búsqueda de inteligencia extraterrestre (SETI). El conocimiento científico sobre el origen de la vida en nuestro planeta ha determinado que ésta se da si existe un ambiente adecuado y tiempo suficiente, lo que nos lleva a preguntarnos si esto podría o no ocurrir en otro de los miles de millones de planetas que existen en el universo. “Todo lo que hemos aprendido acerca de otros planetas y la diversidad de la vida en la Tierra nos lleva a pensar que hay abundante vida en otras partes del universo“, declaró el astrobiólogo David Grinspoon, del Instituto de Ciencias Planetarias en Washington, en un artículo publicado recientemente en la revista Science News. La búsqueda de inteligencia extraterrestre comenzó poco después del invento de la radio a principios de 1900. Nikola Tesla fue el primero en sugerir que las ondas radiales podrían ser utilizadas para contactar a seres en Marte.Más tarde, personajes como el ingeniero Guglielmo Marconi, el físico matemático William Thomson -también conocido como lord Kelvin- y el astrónomo David Peck Todd, respaldaron tal propuesta. Esto condujo a que en agosto de 1924 el gobierno de Estados Unidos decretara un Día Nacional del Silencio de la Radio. El escanear las ondas de radio ha sido desde entonces la vía de búsqueda de inteligencia extraterrestre. Ésta comenzó de manera más consistente y organizada a principios de la era espacial. En 1959, tan sólo dos años después del lanzamiento del Sputnik, dos físicos de la Universidad de Cornell, Philip Morrison y Giuseppe Cocconi, publicaron un artículo en la revista Nature en el que destacaron la relativa facilidad con la que se podían enviar mensajes de radio hasta las estrellas.La aportación de ambos llevó a la sugerencia de que podría ser posible detectar la presencia de civilizaciones extraterrestres utilizando radiotelescopios.En 1960, el astrónomo Frank Drake, de la Universidad de Cornell en Nueva York, realizó el primer experimento moderno de SETI, llamado Proyecto Ozma, en el Observatorio Nacional de Radioastronomía de Green Bank, Virginia del Oeste. El objetivo de la prueba fue buscar señales de vida en sistemas planetarios lejanos a través de ondas de radio interestelares. Drake es considerado por ello el padre de SETI. Desde entonces ha habido más de 100 proyectos SETI en todo el mundo, algunos bastante cortos y otros que abarcaron muchos años. Uno de estos proyectos fue el envío del primer mensaje o saludo de la humanidad a la vida extraterrestre. En 1972, los astrónomos Frank Drake y Carl Sagan diseñaron las placas Pioneer, un par de placas de aluminio que fueron colocadas a bordo de las naves Pioneer 10 en 1972 y Pioneer 11 en 1973 con un mensaje gráfico en caso de que éstas fueran interceptadas por alguna civilización extraterrestre. Ambas sondas aún viajan por el espacio, aunque ya no se tiene contacto con ellas. En 1974, Drake y Sagan escribieron un nuevo mensaje en código binario con información básica sobre la humanidad y la Tierra que fue transmitido al espacio una sola vez a través de ondas de radio moduladas en frecuencia. El Mensaje de Arecibo, como se le denominó, fue el primero lanzado vía radio para contactar a otra civilización, aunque fue visto más como una demostración del logro tecnológico humano frente a un intento real de entrar en una conversación con extraterrestres. Durante la década de los 70, diversas universidades e instituciones desarrollaron diferentes iniciativas de búsqueda de inteligencia extraterrestre, de manera independiente y con formas, así como objetivos distintos. En 1984, Thomas Pierson, un administrador universitario, buscó la manera de utilizar con más eficiencia los fondos que eran captados por diferentes instituciones públicas y privadas, así como por la agencia espacial estadounidense, NASA, para financiar las iniciativas de SETI. Pierson planeó entonces desarrollar una organización de investigación sin fines de lucro que pudiera servir de sede a científicos e ingenieros interesados en dedicar sus carreras al estudio de la vida en el universo. Los científicos, incluido Frank Drake, apoyaron con entusiasmo la idea. Fue así como en noviembre de 1984 se fundó el Instituto SETI, que comenzó a recibir fondos, primero de la NASA y luego de otras organizaciones. Desde entonces, el Instituto SETI, con sede en Menlo Park, California, encabeza las investigaciones y los programas educativos relacionados con la vida en el universo. El Instituto consta de tres centros principales: el Centro Carl Sagan, dedicado al estudio de la vida en el universo; el Centro de Educación, enfocado en astronomía, astrobiología y ciencia espacial; y el Centro de Extensión Pública, que produce programas de radio y televisión además de podcasts, sobre la ciencia que se genera en el instituto. El Instituto SETI emplea a más de 90 investigadores que estudian todos los aspectos de la búsqueda de la vida, sus orígenes, el entorno en el que se desarrolla la vida y su destino final. El año pasado, Seth Shostak, uno de los astrónomos más experimentados del Instituto SETI, pronosticó que se encontrará vida extraterrestre en los próximos 25 años. El experto sostiene que las nuevas tecnologías y las leyes de la probabilidad hacen que el avance sea tan probable. Ante estas expectativas, en el 2015, el multimillonario ruso Yuri Milner anunció durante un evento en Londres que donaría 100 millones de dólares para explorar el universo y buscar evidencia de vida más allá de la Tierra, un proyecto de 10 años denominado Breakthrough Initiatives. Su principal objetivo son las observaciones astronómicas en busca de evidencia de vida inteligente mediante señales de radio y ópticas artificiales. Bajo esta iniciativa se hará un rastreo completo de un millón de estrellas de nuestra galaxia y las 100 galaxias más cercanas utilizando tres radiotelescopios. Otra de propuesta es la de una competencia con un premio de un millón de dólares para diseñar un mensaje que represente a la Tierra, la vida en la misma que podría ser entendido por otra civilización. La idea es animar a la humanidad a pensar juntos como un solo mundo, y generar un debate público sobre la ética del envío de mensajes más allá de nuestro planeta. En ese sentido, la comunidad científica internacional está dividida en sí la búsqueda de vida extraterrestre debe ser activa o pasiva. El SETI activo es el de salir al encuentro de una civilización extraterrestre enviando mensajes, mientras que el SETI pasivo es el de esperar a captar las señales de la existencia de vida fuera de la Tierra. En la comunidad científica dedicada a la búsqueda de la vida fuera de la Tierra se maneja también la Hipótesis Zoo, en la que se especula sobre el supuesto comportamiento y existencia de la vida extraterrestre técnicamente avanzada y las razones por las que se abstienen de entrar en contacto con la Tierra. Ésta sugiere que la vida extraterrestre evita intencionalmente la comunicación con nosotros para permitir la evolución natural y el desarrollo sociocultural. La Hipótesis Zoo sería una de las explicaciones teóricas de la denominada Paradoja Fermi, como se le conoce a la aparente contradicción entre la falta de evidencia de vida extraterrestre y la alta posibilidad de existencia de vida fuera de la Tierra formulada por la Ecuación de Drake. La Ecuación de Drake es un argumento probabilístico usado para llegar a la estimación del número de civilizaciones extraterrestres activas y comunicativas en la galaxia de la Vía Láctea. No cabe duda que ante los últimos descubrimientos científicos como el hallazgo de planetas extrapolares similares a la Tierra, aumentan las posibilidades de poder contactarse con alguna civilización alienígena. El SETI ya trabaja en ello y solo nos queda esperar que lo logre algún día.