Muchos la recuerdan como una repugnante anciana de cabellos blancos que asistía puntualmente todas las semanas al Mega-Juicio del despreciable Genocida Kenyo Fujimori, un cobarde ex-dictador que huyó del país en el año 2000 y que fue extraditado de Chile al cabo de siete años para ser juzgado por Crímenes de Lesa Humanidad. Nadie había reparado en ella, hasta que un reportaje de la televisión la puso al descubierto. La desagradable anciana no era otra que Salomé Ybarguen Alarcón, la esotérica y bruja personal de ese maldito ladrón y asesino de origen japonés. Salomé se sentaba en una zona de privilegio, destinada a los espectadores del juicio, muy cerca de la familia del reo. Pero no sólo asistía a las audiencias, también visitaba a Fujimori en su cómoda prisión de la base de la Dirección de Operaciones Especiales, incluso desde antes que el sátrapa japonés accediera a los beneficios de un régimen carcelario más abierto. Con 91 años a cuestas en ese entonces, Salomé juraba que no era bruja, aunque aceptaba que tenía "poderes" que provenían lógicamente del Averno. "Satanás me mandó para salvar a Fujimori. No soy bruja, ni le hago daño a nadie, soy una simple enviada del Ángel del Mal para ayudarlo en lo que pueda como su buen siervo que es" dijo la vieja loca al borde del delirio. Asistentes al Mega-Juicio señalaron que Salomé solía lanzar extraños sortilegios cuando intervenía el fiscal Avelino Guillén, quien por cierto, no se tomaba en serio la presencia de la bruja pero se protegía por si acaso. “Yo no creo en esas cosas pero siempre dejo el vaso con agua que me colocan en el mueble. Dicen que el agua absorbe las malas vibras”, declaró en una oportunidad. Por su parte, la abogada Gloria Cano, que defendía a la parte civil, sostuvo que en varias ocasiones vio levantar la mano a la enviada del Maligno, como haciendo una invocación diabólica y mirando fijamente a los acusadores de Fujimori. “Esa señora ha maldecido hasta a mi tercera generación. Me causa gracia, yo no creo en eso, pero igual llevo una pulsera que me regaló una amiga contra el daño; dicen que es una bruja y que adivina la suerte”, señaló. A pesar de ello, si bien los magistrados, fiscales y abogados que intervenían en el proceso no podían hacer nada para evitar el ingreso de la bruja a las audiencias, empezaron a tomar sus precauciones. Muchos de ellos portaban piedras de cuarzo, pulseras y colocaban vasos con agua en las esquinas de los escritorios. Incluso, el Tribunal que tenía sobre la mesa el crucifijo y la Biblia, había colocado una pequeña imagen del "Señor de los Auxilios", que se supone es el mejor remedio divino para mantener a raya conjuros y maleficios. La presencia de esta bruja recordó a los peruanos que durante sus años de sangrienta dictadura, el tirano - cuyas aficiones esotéricas eran conocidas por todos - acostumbraba leerse las cartas para conocer su futuro y realizaba constantes viajes a la serranía norte del Perú, a la laguna de las Huaringas, cuyas aguas según antiguas leyendas de curanderos y chamanes, “tienen propiedades mágicas”. Allí, Fujimori se bañaba repetidas veces, cada vez que su gobierno afrontaba una crisis. Es mas, se decía que durante su oprobioso régimen contaba con un equipo de 'consultoras', sin cuya opinión no tomaba decisiones. A nadie extraña, por eso, que Fujimori acudiera nuevamente a los brujos para salir bien librado del proceso judicial que confrontaba. Pero como todos pudieron comprobar, de nada le valió semejantes chorradas y el Genocida fue condenado a 25 años de prisión por Crímenes de Lesa Humanidad. En cuanto a la bruja en cuestión, no se supo mas de ella hasta el 2014, cuando se publico una nota en un diario local indicando que la enviada del Diablo murió por una complicación en su salud a la edad de 94 años, regresando al Infierno sin poder ver a su amado en libertad, quien como sabéis, fue ilegalmente indultado en el 2017 por el conocido lobbysta y Traidor a la Patria Pedro Pablo Kuczynski, pero al ser anulado ese beneficio la semana pasada por el Poder Judicial, ordenándose su retorno a prisión, el genocida se interno rápidamente en una clínica para evitar que se cumpla la orden, montando un vomitivo espectáculo mediático con el fin de causar lástima, pero ello no evitara que termine tras las rejas, de donde nunca debió salir. Desagradecido como siempre, en los días que estuvo libre, ni siquiera se le ocurrió visitar la tumba de Salomé, la desquiciada bruja que creía en el, y quien le espera impaciente en el otro mundo.