Quien recorra los pueblos de la sierra del Perú debe tener cuidado de no encontrarse con un condenado, también llamado Manchachiku (lo que asusta). Se trata de almas que van por las noches aterrorizando e, incluso causando la muerte a los quienes se atrevan a caminar por parajes oscuros a altas horas de la noche. Estos engendros pueden asumir diversas formas, como la de un espectro trasparente o blanco, un animal arrastrando pesadas cadenas, una persona infestada de piojos o gusanos, un caballero silencioso, una sombra negra, un aire frío que eriza la piel, entre otras. Cabe destacar que al morir, una de las primeras partes del cuerpo en descomponerse es la garganta, por lo que los espectros suelen tener voz gangosa, debido a que el aire se cuela por sus carcomidos pescuezos. No es de extrañar que tarde o temprano se ven en la necesidad de comer carne humana, lo que los torna doblemente peligrosos. Cuentan que hace muchos años en Jauja salía no uno, sino decenas de condenados todas las noches a dar su ronda por la ciudad. Los vecinos echaban los cerrojos a sus puertas apenas daban las seis de la tarde y se apagaba el último rayo de sol. En las zonas rurales, los campesinos se despedían a gritos, de cerro a cerro, y corrían a casa antes de que oscureciera del todo. Abundan los relatos de hombres y mujeres que se encontraron con un animal que aparece inesperadamente y les hace frente, cortándoles el camino e impidiéndoles llegar a su destino. Este puede ser un animal común (digamos, un cerdo, un pavo o un toro), pero se sabrá que es un condenado por el fuego que se desprende de sus ojos y por su aliento que huele a azufre. Hay quienes ante tal escena son más cautos y prefieren dar marcha atrás volviendo sobre sus pasos, pero hay otros que intentan desafiarlos. Mala idea; al día siguiente serán encontrados desorientados, diciendo palabras sin sentido y botando espuma por la boca. Es bueno saber que la mejor protección contra los condenados son los perros y las criaturas pequeñas, ya que los ladridos furiosos de los canes o el llanto de los niños los hacen huir despavoridos y hubo ocasiones en que unos perros bravos se abalanzaban sobre el espectro y tras alcanzarlo,lo despedazaban a dentelladas, para que a los pocos minutos las partes se volvían a unir y podían escapar en la oscuridad de la noche. Muchas veces alrededor de estas apariciones se encontrará un tapado, o sea, un tesoro enterrado. Ello significa que la razón por la cual el difunto se ha condenado fue por amasar en vida una gran fortuna sin compartirla con los necesitados. En tal caso, su alma no descansará hasta que dicha riqueza sea desenterrada y entregada a noble uso. Por ello, hay muchas personas que en lugar de huir de los condenados, los desafían y hasta son capaces de luchar contra ellos con tal de conseguir todo o parte de esas riquezas ocultas. Sin miedo alguno, y es que la ambición los envalentona, se abalanzan sobre el condenado con lo que tengan a la mano - una piedra, un garrote o un látigo - exigiéndoles que les entreguen ya mismo los tesoros acumulados. En caso de que alguien lo logre, el alma del condenado será salvada y podría por fin, descansar en paz. Lamentablemente, estos casos son excepcionales y la gran mayoría de las almas en pena vagan sin rumbo por parajes solitarios tratando de expiar sus pecados por toda la eternidad y quienes buscan sacar algún provecho, terminan siendo devorados por el espectro. A tener cuidado si se encuentra con uno de ellos.