martes, 20 de abril de 2021

EXPEDIENTES SECRETOS PERÚ: La conexión Mochica

En la entrega anterior de esta serie sobre la conexión entre los Anunnaki y las culturas del antiguo Perú, vimos que Naylamp, el personaje fundador de la cultura Lambayeque, pudo haber sido un Anunnaki que llegó a la costa norte del país con un ejército de olmecas. La fuente principal sobre la historia de Naylamp es el relato recogido por el cronista Cabello de Balboa (1535-1608) durante la conquista española. En este relato, se cuenta que Naylamp trajo consigo una estatua de si mismo, tallada en una piedra verde. La estatua fue llamada Yampallec que significa que quiere decir figura y estatua de Naylamp. Algunos historiadores sostienen que la estatua estaba hecha de esmeralda o jade verde, pero hay quienes creen que la estatua estaba hecha de malaquita. En esta entrega seguiremos explorando esa posibilidad. Si la estatua de Naylamp estaba hecha de malaquita, una posibilidad sería que el Anunnaki Naylamp haya conseguido la malaquita en África mientras la expedición Anunnaki pasaba por ese continente. Naylamp habría llevado la malaquita en bruto a América central donde habría ordenado a algún artesano olmeca o maya que hiciera un ídolo con su figura. También podría ser que un africano que partió de África con los Anunnaki haya llevado consigo la piedra hasta América Central, donde la cambió o se la regaló al Anunnaki Naylamp. Si el ídolo estaba hecho de malaquita, como sostenemos, esto probaría la migración de la mano de obra africana a América central junto con los Anunnaki. El mito de Naylamp cuenta también que uno de sus acompañantes esparcía un polvo rojo por donde iba a pasar su señor. Según los nativos, este polvo era Spondylus molido y lo llamaban Mullu. Aquí existe un detalle que merece ser destacado. En varios textiles de la cultura Paracas, que se desarrolló en la costa sur del Perú entre el 800 a.C. y el 100 a.C., se han encontrado personajes y divinidades portando collares de Spondylus, y con el cuerpo pintado con formas de esta especie. Más aún, según las investigaciones de la historiadora María Rostoworoski, el Mullu era indispensable para hacer llover. Los indígenas ofrecían el polvo de Spondylus a los dioses para evitar sequías. El Spondylus era, en la mayoría de las culturas del antiguo Perú, el alimento de los dioses. El hecho de que uno de los integrantes de la comitiva de Naylamp lanzara polvo rojo a su paso nos indica que lo consideraban un dios ¿venido de otro mundo? ¿Cómo y dónde la podrían haber adoptado? La costumbre de ofrecer polvo de Spondylus a los dioses se encuentra en otras culturas de la costa del pacífico. Probablemente, Naylamp y su séquito hicieron escala en las costas de Colombia y Ecuador antes de llegar al Perú. En algunos de estos lugares, un nativo podría haber empezado a lanzar polvo de Spondylus espontáneamente al paso de Naylamp, como una forma de reconocerlo como un dios. La comitiva de Naylamp podría haber adoptado esta costumbre para facilitar que los diferentes pueblos de la costa del pacifico reconocieran a Naylamp como un ser divino. Si Naylamp hubiera llegado a las costas de Colombia y Ecuador, tendríamos que encontrar algún rastro de su visita en los relatos recogidos por los españoles. Coincidentemente, existen crónicas de la conquista que relatan historias similares a las de Naylamp en las costas ecuatorianas. Cabe destacar que los conocidos “huacos retratos” de la cultura Mochica son otra prueba de que el Anunnaki Naylamp venía de América central con una comitiva de olmecas. Si bien la cultura Mochica es posterior a la cultura Lambayeque (la que fundó Naylamp), esta se desarrolló en la misma región. Si algunos de los olmecas que llegaron con Naylamp se asentaron en esa zona de la costa del Perú, su presencia tendría que estar registrada en las expresiones artísticas de algunas culturas. Es mas, en la valiosa colección de “huacos retratos” mochica expuesta en el Museo Rafael Larco Hoyle de Lima encontramos varios rostros con evidentes rasgos europeos y asiáticos. La conexión es evidente. Otro elemento importante a considerar son las construcciones de barro, especialmente las de la cultura Chimú, cuya semejanza con los zigurats sumerios y otras construcciones babilónicas es remarcable. Si bien el Anunnaki Naylamp llegó a las costas del Perú con un grupo de olmecas, existe la posibilidad de que unos pocos sumerios estuvieran en su comitiva. El mismo Anunnaki Naylamp o alguno de estos sumerios podrían haberles transmitido herméticamente este tipo de conocimientos arquitectónicos a los nativos, quienes lo habrían pasado de generación en generación hasta llegar a los chimúes. Según el razonamiento desarrollado llegamos a la siguiente conclusión: Naylamp fue uno de los últimos Anunnaki que llegó a tierras peruanas. Ante todo, hagamos el recuento de las visitas o expediciones que los Anunnaki hicieron a América y de los que hemos tratado anteriormente: Un primer grupo de Anunnaki habría llegado a Chavin. Posteriormente se dirigieron a Tiahuanaco, cuando el lago Titicaca estaba conectado con el Océano Pacifico, en algún momento entre el 15,000 a.C. y el 40,000 a.C. Este grupo estuvo conformado por Anunnakis y sumerios. Luego de extraer el oro de la región altiplánica, este grupo descendió hacia la región de Sechín, en la sierra central del Perú, en busca de más minerales. Un tercer grupo de Anunnaki habría llegado a la costa norte del Perú para dirigirse hacia la región de Sechín, alrededor del 3,000 a.C. Este grupo habría estado conformado por Anunnakis, olmecas, y algunos europeos. En Sechín, se habría librado una encarnizada batalla entre el grupo que llegaba de Tiahuanaco y este que arribaba desde la costa. Precisamente existe en el lugar un templo con sus paredes grabadas con escenas dantescas de esa batalla a modo de un monumento conmemorativo. Este enfrentamiento puede parecer una explicación antojadiza de los orígenes de algunas culturas pre-colombinas, pero tiene referencias explícitas en los relatos sumerios sobre los Anunnaki. Según los teóricos de loa antiguos astronautas, los hijos del jefe Anunnaki Anu (Enki y Enlil) se enemistaron a causa de la explotación del oro en el sur del continente africano y esta enemistad habría continuado en América con sus seguidores. Esto explicaría el enfrentamiento entre olmecas y tiahuanacos ilustrado en las piedras talladas en el memorial de Sechín, donde se muestran personajes ataviados a la usanza olmeca y con rasgos físicos no originarios de esta parte del mundo. No queda duda que Naylamp representa la tercera oleada de Anunnakis que llegaron a las tierras del antiguo Perú. Este grupo habría estado formado por un grupo numeroso de olmecas, algunos africanos y unos pocos Anunnaki. No descartamos la posibilidad que Naylamp haya sido el único Anunnaki en esta tercera expedición. Por cierto, un último detalle importante sobre el Anunnaki Naylamp, quien es uno de los pocos dioses del antiguo Perú sobre el que existe un relato detallado de su existencia, un relato que nos permite investigar quién podría haber sido y de dónde podría haber llegado. Todo parece indicar que Naylamp era un Anunnaki que se rebeló contra el sistema y decidió crear su propio imperio en las costas del antiguo Perú. Cuentan las antiguas crónicas que al morir fue divinizado por sus hijos. Estos contaron que Naylamp era inmortal y que decidió convertirse en ave, regresando a su lugar de origen. La dinastía fundada por Naylamp gobernó los ricos valles hasta la subida al trono del infausto Fempallec, quien quiso cambiar de sitio el ídolo Yampallec, lo que acarreó la ira divina. Estando en ese trance, un demonio en forma de mujer se le apareció y lo tentó a tener relaciones carnales. Como castigo divino, hubo un gran diluvio que duró 30 días, al que sucedió un periodo de sequías y hambruna como nunca se había visto. Los sacerdotes culparon de los desastres a Fempallec, y en venganza, lo ataron de las manos y los pies, y lo echaron al mar, finalizando la dinastía de Naylamp. El reino quedó sumido en el caos, hasta que los Chimúes conquistaron la región en el siglo XIV y con ellos regresaron los Annunaki, cuya relación será motivo de nuestra próxima entrega.