martes, 23 de mayo de 2023
FUJICERRONISMO: Aquel engendro mil veces maldito
La existencia misma del Perú se encuentra en gravísimo peligro por la aparición de una monstruosa criatura producto de un aborto, que teniendo como padres putativos a Keiko Fujimori y Vladimir Cerrón, pretende hacer de las suyas en el país andino. Muchos se preguntaran: ¿A qué despreciable bestia del Averno nos estamos refiriendo? Obviamente al Fujicerronismo, nacido de la confluencia de dos ideologías aparentemente irreconciliables, que de una forma por lo demás asquerosa hoy van juntos de la mano para hacerse con el Poder. Si bien es cierto hay que reconocer que el entendimiento entre esas dos oscuras corrientes ya se daba desde un tiempo atrás, la semana que paso ha quedado mostrada en toda su magnitud, con la elección en la Defensoría del Pueblo de un sujeto con nulas aptitudes para el cargo con múltiples denuncias penales su contra y que nada menos, fue abogado de uno que engendró al monstruo, por lo que es fácil suponer que estará completamente a su servicio, formando parte de su desquiciado plan de infiltrarse en diversos organismos del Estado, donde la Defensoría es solo el primero de ellos, ya que como ellos mismos han manifestado, su propósito es tomar próximamente, el control del Tribunal Constitucional y del Congreso de la República. Nada menos. Como sabéis, fundador del fujimorismo fue Kenyo Fujimori, quien elegido en unas cuestionadas elecciones en 1990, dio un autogolpe de Estado el 5 de abril de 1992, instaurando una feroz dictadura que se derrumbó el año 2000 en medio de grandes acusaciones de corrupción. Tras fugar del país, fue extraditado y condenado a 25 años de prisión por Crímenes de Lesa Humanidad, estando recluido desde entonces en la prisión de la DIROES, mientras el control del movimiento político pasó a manos de su hija Keiko, quien ha fracasado una y otra vez intentado acceder al Poder, siendo derrotada en los comicios donde se presento; En tanto, la expresión “cerronismo” se debe al nombre de Vladimir Cerrón, “fundador” del partido Perú Libre (en realidad otro organismo de fachada de Sendero Luminoso) el cual mediante el fraude gano los comicios en el 2021 colocando en Palacio de Gobierno a un burro chotano llamado Pedro Castillo, un infeliz pobre diablo de limitado lenguaje y nula inteligencia, quien se dedico a saquear las Arcas Públicas desde el primer momento. Ello fue posible debido a que el propio Cerrón estaba incapacitado de presentarse como candidato al estar condenado por múltiples casos de corrupción. Lo de Fujimori es una historia bastante conocida; pero lo de Cerrón es otra que aún se está escribiendo. La influencia que este sujeto tuvo sobre Castillo se debió precisamente a su condición de “fundador” del partido que en las elecciones obtuvo treintaisiete (37) escaños de congresistas de la República por dicha agrupación política. Tanto el uno como el otro han demostrado hasta la médula, su nulo apego a la democracia, conspirando desde el primer momento contra la democracia, en su demencial intento de instaurar en el Perú una sangrienta dictadura comunista, siguiendo los lineamientos de su maestro y guía, el despreciable genocida Abimael Guzmán, muerto en prisión en el 2021. Pero cuando Cerrón se dio cuenta de que Castillo intentaba traicionarlo mediante un autogolpe de Estado, no tuvo mejor idea que aliarse con los fujimoristas y juntos en el Congreso vacaron al analfabeto ese, que termino en prisión el mismo día, por corrupto, golpista y ladrón. Si lo que caracteriza al fujimorismo - similar al cerronismo - es su énfasis autoritario, donde tener el poder lo es todo. Tanto para el uno, como para el otro, la democracia no es un fin en sí mismo, sino solo es un medio para instaurar regímenes dictatoriales centrados en el culto a la personalidad del caudillo. Que uno sea de extrema derecha y el otro de ultraizquierda es lo de menos. Comparten desde sus orillas el mismo odio a la democracia que buscan destruir apenas tengan la misma oportunidad. No es de extrañar por ello que al final los extremos se junten. Hermanados además por el rechazo a los “caviares” - aquellos parásitos acostumbrados a vivir a costa del Estado desde la época de Paniagua, presentándose como de “izquierda” pero buscando imitar como arribistas que son, a los ricos a quienes tanto envidian - el fujimorismo y el cerronismo han encontrado suficientes puntos en común como para parir a un demoniaco ser del que nada bueno se puede esperar.