martes, 15 de agosto de 2023
APACHETAS: Ofrendas líticas en los Andes
En el sur del Perú - especialmente en Arequipa - es común ver a la vera de caminos y senderos de las montañas, pequeños montículos de piedras, colocadas ex profeso una encima de otra hasta formas pequeñas torres, levantadas bien para expiar los pecados de quien lo construye y también como una ofrenda a la Pachamama y a los Apus (como los indios llaman a la Tierra y a los espíritus de las montañas respectivamente) para pedirles permiso para pasar por sus dominios, rogándoles además protección y bienestar durante su travesía, para que puedan volver sin novedad a sus casas. Son las denominadas apachetas. A diferencia de un túmulo, no se erigen como cámaras funerarias ni para cubrir sepulturas o como lápidas. La gran mayoría de ellas aparecen en solitario y aisladas, y se cree que quitar las piedras de la apacheta es profanación, equivalente al sacrilegio, por cuanto son sagradas para tal rito. Su forma es cónica, van desde monumentos de pocos centímetros de altura, hasta enormes volúmenes rocosos cuya base puede llegar a tener un diámetro aproximado de 10 metros y una altura de tres. Poseen una base amplia debido a los permanentes derrumbes. Se encuentran ubicadas a los costados de las sendas y caminos de la cordillera, generalmente en los pasos, partes altas de una cuesta y escasamente en lugares llanos. Por cierto, la frase apacheta (quechua), es la castellanización de "apacheq" que significa "Te ayudo a llevar la carga" o "Aligerar la carga". Muchas personas, la construyen y hacen el pedido a su divinidad que les ayude en terminar lo emprendido, otros apoyan a construir una apacheta y es también decirle, “sé que estas en momentos difíciles y aunque no comparto tu meta, no quiero que desfallezcas y por ello te ayudo a construir tu apacheta, que todo te salga bien”. Si en el caminar, el indio peruano se encuentra con una apacheta deposita una o más piedras junto con una ofrenda, que puede ser hojas de coca, tabaco, patatas u otro alimento, dejar algo en una apacheta en señal de respeto al espíritu que allí habita. El caminante pide entonces permiso para ingresar a un lugar nuevo, y protección y salud para continuar su viaje. Cabe precisar que esta práctica ha sobrevivido durante siglos y se ha extendido en el mundo. Su origen ha sido tema de amplio debate. Así, en el libro Entre Huacas y Apachetas, se menciona que mientras unos las relacionan con ofrendas espirituales, también se cree que las piedras cumplían diversas funciones. Una de ellas era marcar el límite de las comunidades y, en la red vial prehispánica, para señalar una ruta. Las apachetas se han popularizado como ofrenda en las rutas de senderismo y turismo ecológico. Estos apilamientos de forma icónica cada vez son más frecuentes en bosques, rutas áridas y áreas protegidas. Algunas, convertidas en grandes montículos de piedras, y otras pequeñas con diseños que desafían la gravedad,,, Lo que hay que ver.