martes, 7 de mayo de 2024
DESCIFRANDO EL ENIGMA: Los gigantes olvidados del Amazonas
En la década de 1960, restos de gigantes fueron encontrados en la localidad de Changaimina, en Ecuador, ubicado cerca de la frontera con el Perú. En efecto, un grupo de personas, excavando en el lugar, descubrieron los restos (cabeza, trono y extremidades) de un gigante. Una de las personas que habría conservado estos huesos fue el sacerdote Carlos Miguel Vaca Alvarado, nacido en 1912, en Loja, Ecuador y estuvieron en su posesión hasta su muerte en 1999, luego de lo cual terminaron en colecciones privadas en Europa. Changaimina deriva de dos voces indígenas: “changa” que se refiere a “pierna”, en particular al fémur o en general a los huesos humanos, y “mina” que significa depósito. Curiosamente, un depósito de osamentas puede ser también un cementerio o lugar donde descansan los huesos de los fallecidos. En 1965, el padre Vaca junto a un grupo de 25 personas exploró y excavaron el terreno donde yacía el cuerpo de un gigante. Allí encontraron los restos de su cabeza, luego el tronco y por último las extremidades. Al sacerdote le apasionaba la arqueología. Esa afición y las leyendas que contaban los habitantes de la zona lo llevaron al descubrimiento de estos restos. Tanta era su curiosidad e intriga, que Vaca Alvarado tomó una decisión de realizar una expedición. Tras una breve pesquisa el 11 de diciembre, Vaca Alvarado y su equipo dieron con un hallazgo increíble. Así lo rememora Gabriel Gutiérrez, quien fuera cercano al párroco: “Se encontró una tumba que contenía el esqueleto de un gigante que medía siete metros de altura, y muchos objetos increíbles por su tamaño. Vasijas, platos, herramientas, armas, puntas de flechas, y otras piezas muy curiosas”. A casi veinte años de este hallazgo, en una entrevista concedida a mediados de los ochenta, Vaca Alvarado reveló que pensaba sus orígenes se encontraban en Lemuria - un ancestral continente desaparecido en el Pacífico - señalando que se tratarían de seres muy avanzados en lo tecnológico, citando pasajes bíblicos como fuentes para sus ideas. La colección de Vaca tenía los huesos de gigantes de siete metros de altura que al parecer habitaron la zona y otras partes de América hace miles de años. Según los reportes periodísticos, algunos de los fragmentos óseos fueron enviados al Instituto Smithsoniano en Washington DC para su posterior análisis. Actualmente, los fragmentos de gigantes que se encontraron en el lugar en los años 60, hoy se pueden ver en Suiza, en uno de los pabellones de Jungfrau Park, complejo fundado por Erich Von Däniken. Allí la reconstrucción del enorme esqueleto de siete metros gana el asombro de los visitantes. Otros huesos de esa misma colección se exponen en el museo particular del investigador paranormal de origen austriaco Klaus Dona. Cabe precisar que las historias acerca de la existencia de estos “gigantes” fueron dadas a conocer en el siglo XVI por los cronistas como el Inca Garcilaso de la Vega y Pedro Cieza de León, quienes narran como unos gigantes habrían llegado por mar en balsas de juncos, siendo descritos como de doble estatura, grandes ojos y largas trenzas. En su mayoría lampiños, de piel blanca, e iban vestidos con pieles. Se dice estos primeros hombres llegaron solos, sin mujeres, y estaban muy sedientos. Por lo tanto, empezaron a cavar pozos en roca viva, construyendo grandes pozos artesianos para proveerse de agua potable. Otros datos acerca de estos misteriosos gigantes señalan su habilidad como grandes pescadores. Al parecer los gigantes tenían mal comportamiento, y eran presas de arrebatos constantes. Se dice que llegaron a practicar la sodomía y el canibalismo, por lo que un espantoso cataclismo habría provocado su extinción. Desde ese entonces datan rumores sobre hallazgos de sus esqueletos en la región. Así, en 1540, al hacer algunas excavaciones se obtuvieron pruebas sorprendentes de la presencia de unos hombres de talla desmesurada, en la costa equinoccial de lo que hoy es Ecuador. Examinemos otro punto, y no menos importante. Es el legado por Luis Alberto Borja Moncayo, quién en 1947 va a dar a luz un texto fundamental para esta historia, Los Condorazos. Borja fue además fundador del Círculo de Prensa de Chimborazo (1952), y posteriormente presidente de la Casa de Cultura Ecuatoriana (1953), quien presento la historia de los llamados Condorazos, híbridos alados que gobernaron el Edén andino, y de la cual emergerían los gigantes, Atis. Él escribió: “Fueron ellos junto a los híbridos quiénes edificaron el primer imperio sobre el planeta, caminaron por el mundo hasta que se encontraron con un lugar extraordinario; un paraíso de temperatura ideal, de abundancia y de prosperidad, estaba junto a una cordillera donde existía una gran laguna y por el campo corrían cuatro ríos. Lo llamaron Edén. Gigantes e híbridos alados, tomaron el nombre de un ave gigante que admiraron porque dominaba las alturas, se llamaron en su honor Condorazos (cóndor de nieve)”. Este primer Edén dorado habría sido edificado en el interior del Chimborazo, antiguo volcán y una de las cumbres más altas de los Andes. “Esta raza se habría esparcido por todo el mundo, bajo la misión de civilizar el planeta” añade. En la mitología, la existencia de gigantes es una constante. En el registro bíblico, está el filisteo Goliat, que medía seis codos y un palmo o el equivalente a casi 3 metros. O la raza Nephilim procedente de los dioses caídos e hijos de los dioses. En Sudamérica, quizás la más famosa de todas las historias registradas en testimonios escritos es sobre los patagones. Estas criaturas fueron registradas en las bitácoras del marino portugués Fernando de Magallanes en su búsqueda de un pasaje entre el Atlántico y el Pacifico, el estrecho que descubrió y que hoy lleva su nombre. Antonio Pigafetta, marino fiel a Magallanes, escribió: “Vimos cerca de la playa un hombre era tan grande, que nuestra cabeza llegaba apenas a su cintura. Los llamaron “Patagones“, por el tamaño desmedido de sus pies. Precisamente, de allí deriva la palabra Patagonia que da nombre a la región argentina. En cuanto a los gigantes de nuestra historia, a pesar del tiempo transcurrido, aun ignoramos su procedencia y quizá nunca sepamos de donde provinieron.