martes, 16 de julio de 2024
LA FUGA DE CALLIVACA: Peñas inmortales de Pachacamac
Cuentan que en tiempos muy antiguos, Cuniraya Wiracocha se presentó ante los mortales como un hombre muy pobre, y andaba paseando con su ropa hecha harapos, y sin reconocerlo algunos hombres lo trataban como un mendigo piojoso. Pero lo que no sabían en realidad es que era el Creador del universo. Con solo decirlo preparaba los campos para el cultivo y reparaba los andenes. Utilizando sus poderes, creaba acequias desde sus fuentes en las montañas para regarlas. De esta manera, humillaba a los demás dioses de la región. Pero entre esas deidades, había una mujer llamada Cavillaca, que por ser tan hermosa todos los demás dioses la pretendían. Sin embargo, ella siempre los rechazaba. Sucedió entonces que esta mujer, quien nunca se había dejado tocar por un hombre, se encontraba tejiendo debajo de un árbol de lúcumo. Cuniraya, que la observaba de lejos, pensaba en una manera astuta de acercarse a la bella Cavillaca. Entonces se convirtió en un pájaro y voló hasta la copa del lúcumo, donde encontró una fruta madura a la que introdujo su semen, luego la hizo caer del $árbol justo al costado donde Cavillaca se encontraba tejiendo. Al ver la fruta se la comió muy gustosa y de esta manera la bella diosa quedó embarazada sin haber tenido relaciones con ningún)n hombre. A los nueve meses, como era de esperar, Cavillaca dio a luz. Durante más de un año crió sola a su hijo, pero siempre se interrogaba sobre quién sería el padre. Llamó a todos los dioses a una reunión para dar respuesta a su pregunta. Cuando se enteraron todos los dioses se alegraron mucho, asistiendo ricamente vestidos y arreglados, convencidos de ser a los que la bella Cavillaca elegiría. Esta reunión tuvo lugar en un pueblo llamado Vinchicocha y al llegar se fueron sentando alrededor de ella, y Cavillaca les enseñaba a su hijo y les preguntaba si eran los padres. Pero nadie reconoció al niño. Cuniraya Wiracocha también había asistido, pero como estaba vestido como un mendigo, Cavillaca no le preguntó a él, ya que le parecía imposible que su hijo hubiese sido engendrado por aquel hombre pobre. Ante la negativa de todos los preguntados de reconocer al niño, Cavillaca ideó posar en el piso al niño, dejando que ande a gatas solo hasta donde se encuentre su padre. Así lo hizo, y el niño se dirigió muy contento donde se encontraba Cuniraya Wiracocha. Cuando su madre lo vio, muy encolerizada, gritó- “Ay de mi ¿Cómo habría podido yo dar a luz el hijo de un hombre tan miserable?”. Con estas palabras cogió a su hijo y corrió hacia el mar. Entonces Cuniraya dijo: “Ahora si me va a amar” y se vistió con un traje de oro, y la siguió, llamándola para que lo viera. Pero Cavillaca no volvió para mirarlo, siguió corriendo con la intención de arrojarse al mar por dar a luz el hijo de un hombre tan horrible y sarnoso. Como Cuniraya pensaba que Cavillaca voltearía a verlo, la seguía a distancia llamándola y gritándole continuamente. Entonces se encontró con un cóndor y le preguntó: “Hermano, ¿dónde te encontraste con esa mujer?”. “Está aquí cerca, ya casi la vas alcanzando” le respondió el cóndor. Por darle esa respuesta alentadora Cuniraya le dijo al cóndor: “Siempre vivirás alimentándote con todos los animales de la puna, y cuando mueran tu sólo te los comerás, pero si alguien te mata, el también morirá”. Entonces, Curinaya siguió su carrera en pos de Cavillaca, encontrándose con un zorrino y le pregunto: “Hermano ¿por dónde te has encontrado con esa mujer?” A lo que este le respondió: “Ya no la alcanzarás, porque está muy lejos”. Por darle esa mala noticia, Curinaya le dijo: “Por lo que me has contado, te condeno a que camines sólo de noche, odiado por los hombres y apestando horriblemente”. Continuando con su camino se encontró con un puma, quien le advirtió: “Ella todavía anda por aquí, ya te estás acercando”. Por darle tan buenas noticias Cuniraya le respondió: “Comerás las llamas del hombre, y si alguien te mata serás adorado, y todos los años se celebrara una fiesta, donde sacrificaran una llama en tu honor”. Posteriormente se se encontró con un zorro y al preguntarle por Cavillaca, le dijo que se encontraba ya muy lejos y que no la alcanzaría. Por esto le dijo al zorro: “Aunque andes a distancia, los hombres llenos de odio te verán como un animal malvado y desgraciado, por lo que cuando te maten, botaran tu cuerpo como algo sin valor”. Siguiendo su camino, se encontró con un halcón, quien le aseguró que pronto la alcanzaría. Por ello le contestó: “Tendrás mucha suerte, y cuando comas primero almorzaras picaflores. El hombre que te mate llorara tu muerte, y sacrificara una llama en tu honor, colocándote sobre su cabeza para que resplandezcas allí”. Enseguida se encontró con unos loros, quienes le dijeron que ya no la alcanzaría. Por ello Cuniraya les maldijo así: “Andaréis gritando muy fuerte, y cuando los escuchen, sabiendo que tienen la intención de destruir los cultivos, sin tardar los hombres los ahuyentaran y habrán de vivir sufriendo mucho, odiados por ellos”. De este modo, cada vez que se encontraba con alguien que le daba una buena noticia le auguraba un buen porvenir, pero si se encontraba con quien que le daba malas noticias lo maldecía. Cuando llegó hasta el mar frente al santuario de Pachacamac, vio que Cavillaca y su hija se encontraban custodiadas por una serpiente, creyendo que las iba a alcanzar, pero en un descuido de quien las custodiaba, madre e hija se lanzaron al agua, convirtiéndose ambas en piedra, creando así las islas Cavillaca. Desde entonces, Cuniraya Wiracocha anda por el mundo engañando a dioses y hombres.