Hace un tiempo le dedique una entrada al Torito de Pucará, un ser sobrenatural derivado de la presencia de estos imponentes animales traídos desde la península en el siglo XVI y que al adaptarse a las alturas de los Andes fueron muy apreciados por los nativos debido a su gran tamaño y fortaleza, lo que los hacia muy útiles al momento de cosechar sus tierras, convirtiéndose asimismo en protagonista de mitos y leyendas. Cuenta el Inca Garcilaso de la Vega en sus Comentarios Reales de los Incas, que los nativos quedaron asombrados al ver por primera vez en el Cuzco a unos toros recién llegados que araban los campos. Llegaron cientos de curiosos para observar como eran guiados y al verlos, comentaban entre ellos “miren a estos españoles haraganes, por no trabajar, obligan a hacerlo a aquellos grandes animales” apuntó Garcilaso. En esta oportunidad toca referirme a la leyenda del Toro de Oro, originaria de Huanuco, Se trata de una región situada en la zona centro oriental del Perú, que tiene exuberantes paisajes decorados por ríos, imponentes y verdes montañas e impresionantes cataratas. En ese lugar existe una misteriosa laguna llamada Jatun Uchcu, el cual hasta ahora no ha podido ser explorada con intensidad, debido a su profundidad (falta de oxígeno) y su peligrosidad que desalienta al explorador e investigador a estudiarla..Todos los que han tratado de ingresar, aseguran haber oído hablar que en el fondo hay un toro de oro amarrado a un frondoso árbol de naranjo, cuyos frutos son también de oro y que está rodeado de hombres petrificados y que es vigilado por un nativo de vestidura reluciente. Se dice que este personaje en las noches de tranquilidad y luna llena, sale a la superficie a tocar su quena con una delicada melancolía. Cuenta el mito de que un hombre hace muchos años atrás había matado a su padre, en castigo la justicia lo condenó a veinte años de prisión, ya en la cárcel se le presentó el demonio y le propuso liberarlo con la condición de que al morir su alma le serviría de esclavo. El hombre acepto sin dudarlo, y al corto tiempo quedo en libertad. Entonces se le apareció el demonio para recordarle el compromiso pactado, pero el hombre quiso desconocer el trato, por lo que el diablo lo cargó sobre sus hombros y lo condujo a Jatun Uchcu, donde lo condenó para que eternamente cuidara sus tesoros enterrados y lo sacrificó. A partir de esa fecha, el condenado saca al campo a pastar al toro de oro en las noches de luna llena, mientras él toca su quena. En una ocasión, una mujer lo sorprendió y se enamoro de él, pero el diablo que no quería la felicidad de su esclavo, condujo a la mujer a Ichic Uchcu y la enterró viva. Desde entonces, cada vez que se escucha el sonido de la quena, la mujer sale a bailar y los enamorados tratan inútilmente de juntarse. Teniendo como argumento este relato muchos han tratado de apoderarse de los tesoros de Jatun Uchcu, pero en sus intentos se han convertido en piedras. Se dice que los hombres petrificados están a la espera de alguien más fuerte que logre vencer al vigilante esclavo y al demonio para devolverles la vida.