martes, 30 de marzo de 2021
¿JESÚS VISITÓ AMÉRICA?: Existen quienes están convencidos de ello
Según el Libro del Mormón, Jesucristo visitó el continente americano en el año 34 de nuestra era, luego de ser crucificado y antes de subir al cielo, para predicar en “su otro rebaño”, compuesto por las tribus pérdidas de Israel, que se asentaron allí y que serían, posteriormente, los antecesores de los indígenas. En efecto, los miembros de una de las “tribus perdidas de Israel, descendientes de José”, afirma el libro, cruzaron el Océano Pacífico y llegaron a América. Un antiguo profeta israelita descendiente de esa tribu, Lehi, tuvo dos hijos en este continente: Nefi y Lamán. A la muerte de Lehi, sus descendientes se dividieron en dos grupos: nefitas y lamanitas. Durante siglos ambos grupos vivieron en continua disputa, pero Dios eligió a los nefitas como su pueblo, por su carácter bondadoso y justiciero y su creencia en la profecía que anunciaba la llegada de Cristo al continente americano, tras su muerte y resurrección. Los nefitas conservaron su historia y sus creencias religiosas por escrito, mientras los lamanitas repudiaron la existencia de Cristo. Es así, como anticipándose a la destrucción de su pueblo por los lamanitas, Mormón, un profeta nefita, recopiló los escritos sagrados de su gente y los dejó en manos de su hijo Moroni, quien los enterró en un lugar donde Dios los preservaría hasta que otro profeta fuera llamado para traducirlos. En 1823, en Nueva York, Moroni, como ángel de Dios, se le apareció a una persona común, José Smith, de 17 años, y le reveló dónde encontrar las tablas con el “Evangelio eterno completo, tal y como se los entregó Cristo a los antiguos habitantes de América”. Smith tradujo las tablas y las convirtió en lo que hoy se conoce como el Libro del Mormón. Ese texto relata la llegada de Cristo al continente americano luego de resucitar en Jerusalén, pero no identifica el lugar. El libro habla de una civilización precolombina precursora de los indígenas americanos y habitados por blancos e indígenas, que conocieron la rueda, el cemento, el hierro, el trigo, la cebada, los elefantes y el caballo y que fundó una gran civilización, con edificios majestuosos y notables avances culturales y científicos, en un ambiente de paz social. El auge cultural de esta civilización, relata el Libro de Mormón, se inició 200 años antes de nuestra era y se intensificó luego de la llegada de Jesucristo a América por 200 años más. Pero posteriormente vino un periodo de esclavitud y decadencia. A veinte años de la revelación a José Smith, los ingleses John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood publicaron en 1841, en Londres, su libro Incidentes de un Viaje por Centroamérica, en el que muestran al mundo la existencia de las ciudades sagradas de los mayas, una antigua civilización precolombina que a la llegada de los españoles en el siglo XVI prácticamente se habían extinguido y sus ciudades abandonadas quedaron cubiertas por la vegetación. Según cuenta un arqueólogo mormón, cuando los jerarcas de la iglesia conocen ese libro, comienzan a relacionar los relatos y dibujos de los ingleses acerca de las civilizaciones maya y olmeca, con los pueblos, ciudades e historias del Libro del Mormón. En la década de los cincuenta del siglo pasado, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días con sede en UTA (EE.UU.) financió ampliamente un ambicioso proyecto arqueológico en Chiapas, Centroamérica y parte de la Península de Yucatán, para tratar de corroborar la relación entre las civilizaciones de Mesoamérica y los relatos del Libro del Mormón. A raíz de esas investigaciones, algunos miembros de la iglesia mormona empezaron a creer que la visita de Jesucristo al continente americano, habría ocurrido en la Península de Yucatán, específicamente en un lugar de la selva de Quintana Roo, a 80 kilómetros de Chetumal, en el asentamiento arqueológico maya conocido ahora como Dzibanché. Cabe destacar que el Jesús mormón es uno muy diferente al de la Biblia, ya que proclama que “la tierra prometida es América y la piel blanca muestra más pureza y mientras uno sea más blanco, mas puro y salvado será”. Asimismo, mientras que para la mayoría de los cristianos Jesús, el Padre y el Espíritu Santo forman una Trinidad, distintos apóstoles mormones han dicho que ellos en realidad “son 3 dioses diferentes, que Jesús vive en la estrella Kobón junto a sus esposas y que él quiere que los más fieles puedan llegar a ser nuevos dioses como él”. A pesar de los esfuerzos desplegados por los mormones para convencernos de ello - y tienen dinero, poder e influencia en los EE.UU. con sus inmensos “templos” como los existentes en Salt Lake City, considerada la capital mormona - muchos no están de acuerdo con sus enseñanzas ya que van en contra de la Biblia por lo que son calificados como una secta anticristiana. No os dejéis engañar por el Maligno.