martes, 21 de diciembre de 2021

SANTURANTIKUY: La navidad cuzqueña

El 24 de diciembre de cada año se torna muy especial en la ciudad del Cuzco; sucede que además de celebrarse la Noche Buena, en la Ciudad Imperial se instala la Feria del Santurantikuy, la fiesta más grande de arte popular y costumbrista del Perú que lleva color y tradición en forma de artesanía desde mediados del Siglo XVI. El vocablo Santurantikuy traducido al español significa “cómprame un santo” representa el sincretismo religioso andino-católico en la región andina del Perú. Este evento reúne alrededor de 500 artesanos, los cuales, llegan de distintos lugares del Cuzco y de otras regiones del país, quienes exponen su trabajo creativo realizado a lo largo del año, los cuales adornarán los nacimientos de hogares e instituciones. Esta tradicional feria congrega especialmente artistas y artesanos del barrio cuzqueño de San Blas cuyos trabajos son muy reconocidos. Cabe destacar que el denominado Niño Manuelito es el personaje central de la fiesta de la Navidad en el Cuzco, que vive un ambiente festivo con el arreglo de los balcones del Centro Monumental, con luces, guirnaldas y motivos navideños. Esta imagen es muy venerada todos los años durante estas fiestas. Producto de la nutrida imaginería religiosa que se gestó a partir de la difusión del cristianismo en América, el Niño Manuelito es como se conoce a Jesús en el Cuzco, ubicada en el sur del Perú. Según se dice, su nombre deriva de una interpretación de la profecía atribuida al profeta Isaías "de que Dios vendrá como un niño al que se llamará Emmanuel, cuyo nombre en hebreo significa 'Dios con nosotros', aunque el mismo texto dice que su nombre original será Jesús". A pesar de que su origen puede rastrearse hasta los tiempos felices del Virreynato, otras versiones sitúan la historia contemporánea de Manuelito en la década de los 70 del pasado siglo - en todo caso la revivió aunque por otras razones - cuando la dictadura velasquista en su ridículo afán de erradicar los símbolos de la Navidad por considerarlos “alienantes e incompatibles con la Revolución” desterró de las fiestas a Santa Claus, el Árbol de Navidad, el Pavo de la Cena navideña, la Chocolatada de Nochebuena y hasta los Belenes, reemplazándolos por elementos “típicamente peruanos” (?) como el Taita Noel, el Molle, el Cuy (Conejillo de Indias), el Mate de Coca y el Niño Manuelito, respectivamente. En referencia a este ultimo - el único que sobrevivió en 1975 a la caída de régimen - se dice que representantes de la comunidad de Vilcabamba llegaron hasta el taller de Antonio Olave, uno de los artesanos más conocidos del Cuzco en el siglo XX y le pidieron restaurar una imagen de madera del niño Jesús "que había sido rescatada de las profundidades de un abismo". Olave escuchó la historia de un pastorcito que se clavó una espina en un pie para consolar a un amigo que pasaba por el mismo percance, y quedó tan impresionado con el cuento que se convirtió en su inspiración para recrear al Niño Manuelito de la época española, aunque en esta ocasión se caracterizaba porque la imagen del niño Jesús vestido con trajes típicos, el cual tenía una espina en el pie. Esa leyenda explica porqué Manuelito es también conocido como el "Niño de la espina" y se le representa con una de estas esquirlas clavada en un pie. Al niño Manuelito se le atribuye un carácter travieso propio de su edad y se cree que su imagen, entendida no como una representación sino como la dimensión corpórea del personaje real, puede salir a jugar y a recorrer los pueblos, por lo que estas imágenes deberán ser guardadas en urnas o cajas de cristal, o incluso estar encadenadas, para evitar que escapen. Rápidamente, esta imagen - alejada de toda simbología política que el velasquismo pretendió darle - pasó a formar parte de la cultura del Cuzco y hoy adorna la gran mayoría de ‘nacimientos’ en el Perú como allá denominan a los Belenes, tanto en las iglesias como en las casas. Como sabéis, en el Santurantikuy se ofrecen diversos tipos de objetos como piezas de madera, yeso, metal, cerámica y retablos, pudiéndose apreciar diversas clases de miniaturas y objetos diminutos de metal. A ellos podemos agregar las tradicionales imágenes de barro cocido que sirven para adornar los belenes (nacimientos) que se arman en las casas, las cuales son traídas desde varias localidades aledañas al Cuzco. Lo interesante es la cosmovisión en la presencia de estos objetos, por ejemplo en los pesebres, donde se pueden ver que aparte de los bueyes, ovejas y burros que aparecen tradicionalmente, se le ha agregado la fauna local, como llamas, alpacas, perros peruanos sin pelo y otros animales andinos que integran el escenario del nacimiento, acompañando a los Reyes Magos, María y José adorando al niño Jesús, los cuales por cierto, visten trajes típicos de los Andes. Este evento tuvo su apogeo durante el siglo XVII, durante el dominio español, garantizada además por un importante flujo de recursos y por el omnímodo poder espiritual establecido por la iglesia. Los talleres solían estar encargados por criollos o españoles criados y formados en América. Muchos de ellos se encargaban de los altares y construcciones. Sin embargo, a raíz del terremoto de 1650 que azotó el Cuzco, surgieron artesanos locales, quienes le dieron una aplicación interpretativa personal y estética a los elementos cristianos. Proclamada como Patrimonio Cultural de la Nación el 22 de septiembre del 2009, por ser una de las expresiones culturales más representativas del catolicismo en el Cuzco, el Santurantikuy es sin lugar a dudas, uno de los festivales navideños más reconocidos del Perú.