martes, 29 de octubre de 2024

EL DEMONIO EN LOS CLAUSTROS DEL PERÚ VIRREYNAL (SIGLO XVII): Una lucha incesante contra el Mal

En el Perú del siglo XVII, caracterizado por una intensa religiosidad, los hombres y mujeres virtuosos vivieron en una permanente confrontación con el demonio, la que fue entendida como expresión del conflicto que se daba entre el Bien y el Mal desde el comienzo de los tiempos y que no culminaría sino hasta el término de ellos. De esta manera, el demonio al intentar la perdición de los “santos”, pretendía destruir la obra de Dios, en la medida en que aquellos eran sus elegidos. Pero, por otra parte, el demonio actuaba en estas materias con permiso de Dios, que buscaba de esa manera probar la fortaleza de sus hijos predilectos. Mientras en el Perú el demonio mantuvo un protagonismo en la cotidianeidad a lo largo de toda la centuria, en Europa su imagen tendía a diluirse. Cabe precisar que la imagen y función del demonio cristiano, en el aspecto conceptual y doctrinario, había sido en gran medida definida por los padres de la Iglesia. A partir de los textos sagrados, los santos padres perfilan al Diablo (palabra de origen griego que significa calumniador) como la encarnación del mal y el enemigo de Cristo, con quien mantienen una batalla hasta el final de los tiempos. Con el descubrimiento y conquista de América el concepto y la imagen del demonio europeo se difundió en esos nuevos territorios con una fuerza notable, al punto de alcanzar en los siglos XVI y XVII una presencia y protagonismo tanto o más intenso que en el centro de la cristiandad. En buena medida, dicha situación está asociada al proceso de evangelización de los indios que lleva adelante la Corona Española. El compromiso cristianizador de los nuevos territorios que asumió, condicionó un aspecto muy importante de las relaciones que se dieron con el mundo indígena. Desde la etapa inicial de la colonización, el tema de la predicación de la fe católica a los indios estuvo presente en las autoridades civiles y eclesiásticas, inquietud que llevó, sobre todo a los religiosos, a observar y analizar las creencias que tenían respecto al ámbito de lo sobrenatural. Esas prácticas, como era lógico, las enjuiciaron a partir de sus propias creencias y experiencias, aplicándoles los conceptos que podían tener alguna similitud con los que manejaban, aunque el sentido de tales creencias o acciones distaran de ser equivalentes. Condenaron sus fiestas, ritos e imágenes, aplicaron los criterios que la Iglesia había utilizado en la Antigüedad al proceder a la cristianización del norte de Europa. Aquellos que no eran cristianos fueron calificados de paganos, sus cultos se consideraron idolátricos y sus dioses pasaron a ser demonios o representaciones de él. Siempre prevaleció la idea de que las idolatrías eran manifestaciones satánicas y debían ser cortadas de raíz, encargándose en América esa tarea a los jesuitas. Esta extirpación de las idolatrías se puso en práctica desde la misma llegada de los españoles a esas tierras en el siglo XVI. La evangelización trató de introducir en los indios el concepto de demonio cristiano: engañador, repulsivo, atemorizante y sancionador, para lo cual utilizó con profusión las imágenes. A través de ellas también se trató de mostrar esa lucha permanente de los demonios para ganarse a los hombres y así ofender a Dios. En América, la extirpación de las idolatrías fue un indicador del protagonismo alcanzado por el diablo en el virreynato peruano. El demonio cristiano había llegado a ser un personaje de la cotidianeidad virreynal presente en la mentalidad individual de las personas de todos los sectores sociales, aunque es en el clero donde podemos apreciar su presencia y acción de manera más evidente. La vida conventual de por sí contribuía a que el diablo ocupara un espacio importante en la mentalidad de los frailes y monjas. En ese sentido, el tema de la culpa, del pecado, como referencia constante de la meditación religiosa, llevaba hacia el demonio en cuanto inductor de aquel. La batalla cósmica con las fuerzas del mal se daba al interior de cada individuo y con más fuerza en los religiosos y religiosas que buscaban la perfección. Precisamente, las crónicas conventuales y las "vidas" de religiosos ejemplares recogían aquellas experiencias. En el caso de los hombres santos, la acción del maligno era especialmente perturbadora. Ese protagonismo demoníaco en parte está directamente asociado a la fuerte presencia que tiene en esa época el ámbito de lo sobrenatural. El milagro se constituyó en un hecho frecuente en la vida diaria y el experimentar visiones o la ocurrencia de sucesos extraordinarios pasó a formar parte de lo posible, y si bien se valoraba como raro, tampoco se lo rechazaba como inverosímil, sino que, por el contrario, había una predisposición a aceptar su realidad. La espiritualidad vivida de manera individual contribuyó todavía más a ese desarrollo de lo sobrenatural. Las autoridades eclesiásticas vieron con preocupación esas manifestaciones, porque podían llevar a posiciones religiosas erróneas y porque los medios de control de ellas no resultaban fáciles. A raíz de la Reforma protestante, la Inquisición española trató de reprimir a los visionarios y visionarias. No obstante, la religiosidad de tipo místico alcanzó un intenso desarrollo, pasando a América, en donde se transformó en un ideal de numerosos laicos y más todavía para los religiosos y religiosas. Rápidamente se asociaron las experiencias místicas, es decir lo milagroso que había tras ellas, con señales de santidad. El demonio formará parte de esas experiencias, tratando de obstaculizar la trayectoria del santo. Será entre los religiosos y religiosas y en los conventos en donde por lo general se darán esas situaciones, cuyo conocimiento ha llegado hasta nosotros particularmente merced a las crónicas conventuales, las hagiografías y las autobiografías. En la medida en que los enfrentamientos con el demonio se transformaron en una verdadera prueba de santidad, los relatos de tales hechos pasaron a ser un capítulo frecuente de las hagiografías. Estas buscaban enaltecer a la persona del biografiado, mostrando la vida virtuosa que llevó y los dones que había recibido del Señor. También pretendían que el escrito contribuyera a una posible postulación a la santidad del sujeto y además que su vida sirviera de modelo a los fieles. El demonio se presentaba a los hombres y mujeres “virtuosos” del virreynato de variadas formas, predominando las de carácter antropomórficas y atemorizantes. Asociado a esa imagen bestial, el demonio también fue representado como una mezcla monstruosa de animal y hombre. En los grabados y descripciones se le ponen garras en vez de manos y pies, alas de murciélago, ojos inyectados de sangre, grandes colmillos, cuernos, cola, orejas deformes y se indica además que era fétido, exhalando de su boca un nauseabundo olor a azufre. El demonio molestaba a los siervos de Dios del virreynato sobre todo dentro de sus conventos, donde los sitios escogidos eran en primer lugar las celdas de los religiosos y luego el coro, siempre en la noche. Los acosos nocturnos se producían en los momentos en que los religiosos o religiosas se entregaban a la oración o cuando, ya en la cama, trataban de conciliar el sueño. No faltaban los hostigamientos en los claustros conventuales también de noche, cuando los religiosos se desplazaban por los corredores con motivo del rezo de los oficios divinos. Frente a esas apariciones en las que el demonio, por lo general, se presentaba bajo formas aterrorizadoras, los siervos y siervas de Dios reaccionaban, al decir de los hagiógrafos, en un primer momento con temor. Sin embargo, de inmediato retomaban el control y la iniciativa, al punto que el carácter terrorífico del Diablo se transformaba en una anécdota, ya que se planteaba una confrontación de tú a tú, en que aquel era despreciado, rebatido y humillado a tal extremo, que terminaba por retirarse del escenario derrotado. Esa actitud de los "santos" es consecuencia de la seguridad que les daba el sentirse apoyados y protegidos por su ángel guardián, por Dios o por la Virgen. Además de la fortaleza que les otorgaba el apoyo de los seres celestiales, los "santos" para defenderse utilizaban agua bendita, crucifijos y rosarios y asimismo recurrían a la señal de la cruz y a las oraciones. Solo los santos eran capaces de enfrentar al demonio y resultar vencedores del encuentro. En el fondo, se trataba de una prueba de santidad. Pero no de una prueba puesta por el demonio, sino por Dios. Aquel solo podía actuar con permiso de Dios, al punto de que para muchos teólogos de la época el diablo era un instrumento de la divinidad, que utilizaba para probar las virtudes del hombre santo, tal como, según el Antiguo Testamento, lo hizo Dios con Job. El demonio, como está dicho, con sus actuaciones ante los humanos perseguía un objetivo general muy preciso: dañar la obra de Dios en venganza por su eterna condenación. En ese contexto el acoso a los santos, en cuanto elegidos de Dios, buscaba su perdición, lo que implicaría una derrota para la divinidad. Fueron tiempos de fanatismo religioso donde el Diablo era el enemigo a vencer, cuya presencia se ha difuminado con el paso de los siglos, al extremo que hay quienes hoy - como el Papa hereje Francisco I - niegan su existencia, sin imaginar que le están haciendo un gran favor, para que fuera de la atención pública, pueda continuar con su demoniaca labor de acabar con la humanidad.

martes, 22 de octubre de 2024

ÁNGELES ARCABUCEROS: Una de las innovaciones más originales en la iconografía cristiana

Se conoce como ángel arcabucero a la representación de un ángel con arcabuz en lugar de la tradicional espada. Este estilo se desarrolló durante el periodo virreinal español en América del Sur. En la pintura virreinal del Perú, el tema de los ángeles se configura como uno de los más característicos de la Escuela Cuzqueña. Así, encontramos que los cuadros que los representan desarrollan este tema pictórico de un modo mucho más detallista que en el caso europeo, muestran además una gran riqueza expresiva y, en general, excelente realización. Un tipo especial de estos ángeles, que gozó una especial difusión en el siglo XVII en el Cuzco (centro de origen y única ciudad donde se produjo en grandes cantidades que se distribuyeron en la zona andina y en Europa), fue el ángel arcabucero, es decir, un ángel vestido con ropas inspiradas en las de los soldados de la época, y armado de un arcabuz. Es posible que la buena acogida que tuvieron estas obras entre los indígenas de la época se deba en parte a la facilidad con que estos pudieron identificar estos seres alados con alguna de sus antiguas deidades ancestrales, suprimidas por los españoles. Como sabéis, la mitología precolombina rendía culto a unos seres invisibles, mitad hombre y mitad ave de presa. Tenían figura de guerrero alado con cabeza de halcón, como puede verse incluso en piezas de cerámica preincaica, así como en los mantos Paracas. Durante el período incaico se les atribuyó la función de ser los espíritus tutelares del Inca y de su familia. Los misioneros jesuitas idearon la manera de transferir el culto, de esos seres imaginarios, a los verdaderos ángeles. Crearon una iconografía enteramente original, en la cual los ángeles aparecen también como guerreros alados, pero dotados de armas de fuego y ricamente vestidos. Con ello dan idea de guerreros, y a la vez sumamente poderosos y nobles, es decir, semejantes pero muy superiores. El resultado de esta trasposición fue un completo éxito: por todo el antiguo Virreinato del Perú, los indios adoptaron esta iconografía como propia, como se ve en los conocidos cuadros de la Escuela Cuzqueña. A propósito, una descripción de la vestimenta de la tipología de estos ángeles arcabuceros nos indica el exhaustivo trabajo que los pintores cusqueños realizaban: Chaqueta de brocato con anchas mangas partidas sobre camisa de lino, con mangas abullonadas ajustadas al puño, con remate de encaje y cuello rectangular, calzón ajustado hasta el muslo, medias de seda y zapatillas con moño. Terminan el lujoso atuendo una capa de fino brocato y sombrero de ala ancha adornado de plumas. Pequeñas y coloridas alas evocan las alas de algunos pájaros americanos. Demás está decir que los ángeles arcabuceros representan a arcángeles bíblicos. Aparte de los tres reconocidos por el canon bíblico (Miguel, Gabriel y Rafael) las imágenes virreinales también reciben los nombres de los ángeles apócrifos del Libro de Enoc. En efecto, podemos encontrar a Baradiel, ángel príncipe del granizo; Barahiel, ángel príncipe del rayo; Galgaliel, ángel príncipe de la rueda del sol; Kokbiel, ángel príncipe de las estrellas; Laylahel, ángel príncipe de la noche; Matariel, ángel príncipe de la lluvia; Ofaniel, ángel príncipe rueda de la luna; Raamiel, ángel príncipe del trueno; Raasiel, ángel príncipe de los terremotos; Rhatiel, ángel príncipe de los planetas; Ruhtiel, ángel príncipe del viento; Salgiel, ángel príncipe de la nieve; Samsiel, ángel príncipe de la luz del día; Zaamael, ángel príncipe de la tempestad; Zaafiel, ángel príncipe del huracán; Zawael, ángel príncipe del torbellino y, Ziquiel, ángel príncipe de los cometas. Es inevitable observar la asociación de estos ángeles del cristianismo con los dioses prehispánicos y su fuerte relación con los elementos de la naturaleza, lo que posibilitaría una recepción sincrética del culto angélico por parte de los nativos. ¿Y por qué llevan un arcabuz? Existen registros que nos indican cómo fueron vistas estas armas entre los indios. El disparo del arcabuz era interpretado, como un trueno, y por eso lo asociaban a illapa, el dios del trueno. Cronistas de Indias relatan que al escuchar los estruendos que producían las armas de fuego, creían que los españoles eran mensajeros del dios Viracocha, y por eso no los atacaban. Esto se explica porque creían que era el disparo de un espíritu celeste contra algún demonio. En el Perú, se pueden encontrar estos cuadros de ángeles arcabuceros especialmente en el Museo de Osma en Barranco, donde pueden ser apreciadas en toda su magnificencia.

martes, 15 de octubre de 2024

KAJPAMUILITI: El misterioso guardián de los bosques

Muchos son los seres que habitan el Amazonas y utilizan sus poderes para protegerlo de la destrucción del hombre. Los conocemos por el zumbido del aire, por las inexplicables sombras o extraños ruidos; los espíritus amazónicos viven en las historias de los pueblos, en los orígenes de la vida y en los relatos de los ancianos que heredan su sabiduría a las nuevas generaciones. Uno de ellos es el Kajpamuiliti, quien habita los universos mágicos de los bosques amazónicos siendo el guardián eterno del ciclo de vida de la naturaleza y que ha existido desde el inicio de todos los tiempos. Protector de los piros, habitantes nativos de Madre de Dios y Ucayali, el kajpamuiliti es un pequeño hombre regordete de grandes orejas puntiagudas y amenazantes colmillos, cuya única vestimenta generalmente es un tocado de plumas sobre la cabeza, del cual se dice que tiene la costumbre esperar al lado del camino a algún viajero que invade el territorio sagrado de los piros para aniquilarlo. Si se encuentran con uno le formulará la pregunta “¿a qué familia perteneces?” y la respuesta debe ser la correcta: Koshichiniri, que es el nombre de un pájaro de la selva y que también es la familia a la que pertenece este duende de forma tan peculiar. Entonces los recibe afablemente porque son sus compañeros, les obsequia con frutas silvestres en abundancia, les dirige hacia el término de sus viajes y les garantiza su apoyo en el trayecto. Pero si le contestan que pertenecen a alguna de las demás familias rivales, como son los manchiniri, los koshupati, los gimeniri, los sochichi, los poliriniri o los Kuirikuiri, este ser demoniaco partirá en dos el cuerpo del caminante. La única forma de escapar de su furia antes de que pueda acercarse es desnudándose inmediatamente frente al duende, quien se vuelve al otro lado para no ver los cuerpos desnudos, ya que a pesar que también anda de la misma manera, ya que es muy pudoroso. Su única misión es amparar y defender a sus compañeros los Koshichiniri, y el desaparecer a las demás familias para que solamente se quede la suya. Cabe precisar que el kajpamuiliti es temido hasta por otro ser mágico, el espíritu tutelar del chuchuhuasi. Este pequeño hombre de aspecto desagradable vive en la raíz del afrodisíaco y no está preparado para encontrarse con humanos. Si se topa con uno, lo insultará y empujará hasta cansarse y convertirse en una hoja seca. Cada planta o árbol, la tierra y el viento de la Amazonía les han pertenecido desde siempre a los espíritus que la habitan, y esto lo saben los piros. Es por ello que, al cazar y pescar, los nativos piden un permiso especial a los seres que la cuidan a través de rituales, incluso para usar la arcilla roja que se utiliza para moldear ollas o recipientes, deben pedirle autorización antes de su extracción, sino quieren ser víctimas de su ira.

martes, 8 de octubre de 2024

EXPEDIENTES SECRETOS PERÚ: La Conexión Wari

Como herederos de los Tiahuanaco, de quienes adoptaron su cultura, costumbres y religión (como la adoración del Annunaki Wiracocha, el Señor de las Báculos, que aparece en la Portada del Sol) así como su insaciable sed de oro, los Wari se asentaron en los Andes Centrales del Perú, específicamente en Ayacucho, donde fundaron un Imperio que se extendería en la costa y tierras altas entre el 450 y 1000 d.C. Centrada en su capital Huari, los Wari explotaron con éxito las diversas rutas que controlaron para construir un Estado administrado por capitales provinciales conectadas por una larga red de caminos. Sus métodos para mantener un imperio y un estilo artístico tendrían una significativa influencia en la posterior civilización inca. Los Wari fueron contemporáneos con las otras culturas del Horizonte Medio (600-1000 d.C.) y aunque eran más belicosos llegando a conquistar a los Mochica y los Nazca, eran también agricultores y construyeron canales para irrigar campos con terrazas. La estabilidad económica y la prosperidad que esto les trajo, les permitió implementar una estrategia combinada de poder militar, beneficios económicos, y una imaginería artística distintiva para forjar un imperio a lo largo del Perú antiguo. Su superior manejo de la tierra los ayudó además a resistir el período de 30 años de sequía durante el fin del siglo VI d.C., que contribuyó al declive de las culturas vecinas. Tras adoptar al Annunaki Wirakocha - un dios muy asociado con el sol, las lluvias, y el maíz: todo ello vital para las culturas que dependían de la agricultura y los caprichos de un clima inseguro - lo transformaron en un ícono ritual presente en los textiles y cerámica, difundieron su propia iconografía y dejaron un último legado en el arte andino. La capital en Huari (25 km al norte de la moderna Ayacucho) está ubicada a una altitud de 2800 m y se extiende sobre 15 km cuadrados. Al principio estuvo establecida alrededor del 250 d.C. y eventualmente tenía una población posiblemente tan grande como de 70.000 habitantes en su punto más alto. Huari muestra rasgos típicos de la arquitectura andina: estructuras rectangulares cerradas por muros que a su vez se pueden dividir en laberintos de compartimentos. Las murallas de la ciudad son enormes (hasta 10 m de altura y 4 m de grosor) y están hechas de piedras, en gran parte sin trabajar, puestas con un mortero de barro. Los edificios tenían dos o tres plantas, los patios estaban alineados con piedras. Los pisos y los muros de los edificios eran generalmente cubiertos con yeso y pintados en blanco. Existe poca distinción en la arquitectura wari entre los edificios públicos y privados, y escasa evidencia de planificación urbana. Un palacio real, sin embargo, ha sido identificado en la sección noroeste de la ciudad, el área más antigua de habitación y que es llamado Vagachayoq Moqo. Hoy un templo en ruinas estaba localizado en el Moraduchayuq compuesto al sudeste de la ciudad. Fue construido en el siglo VI d.C. y tenía partes subterráneas con toda una estructura que alguna vez estuvo pintada en rojo. Como otras construcciones del sitio, fue destruido de manera deliberada y quemado ritualmente. La ciudad parece haber sido abandonada en el 800 d.C. por razones desconocidas. Aunque las causas exactas del declive de su civilización son materia de especulaciones, el rango de teorías va desde la sobreextensión del imperio hasta otro período de sequía extendida en el siglo IX d.C. e incluso una rebelión de sus súbditos, agobiados por sus exorbitantes exigencias de oro. Cualesquiera que sean las razones, la región retornó a una situación de gobiernos fragmentados por varios siglos, que posteriormente fueron conquistados uno por uno por los Incas. El legado más duradero de los Wari es su estilo artístico, que no solo influenció a sus contemporáneos sino también a los reinos locales como los Lambayeque y los Caxamarcas, que surgieron tras su desaparición y aún más tarde, a los Incas. Es más, muchos de los caminos construidos por los Wari fueron usados también por los incas dentro de su extenso sistema de caminos, así como el gran número de terrazas wari para la agricultura. Tras el saqueo de su capital, Huari, esta fue abandonada por siglos. Redescubierta a mediados del siglo XX, las primeras excavaciones comenzaron en la década de 1940 y hoy siguen revelando la riqueza y el poder que una vez disfrutó una de las culturas andinas más importantes. ¿Y qué hay de su relación con los Annunakis? Todo comenzó con la llegada a la Tierra, hace muchos miles de años, de los Anunnaki (también conocidos como reptilianos; tecnológicamente muy avanzados, pero sin conciencia o espíritu), quienes se cruzaron con las criaturas más evolucionadas en la Tierra en ese momento, para crear la raza humana y ponerla a trabajar en la función que a ellos les interesaba fundamentalmente: extraer oro de las entrañas del planeta. Se trata de uno de los materiales más escasos de este universo y la Tierra es especialmente rica en él. El oro sólo se crea, con la plata y el platino, por la enorme presión y calor causados por el estallido de una supernova. Se cree que los Anunnakis necesitan de ese oro para espolvorearlo en la tropósfera alrededor de su planeta amenazado por los rayos de su sol (que sería una protección tipo “esfera de Dyson”). Desde su origen, los humanos se han dedicado a la labor central que tenía milenariamente asignada: extraer y atesorar oro. Ergo, nuestras otras muchas ocupaciones humanas no son más que entretenimientos y distracciones. No somos sino una raza de esclavos que a veces tienen la audacia de creerse “libres”. Se tiene conocimiento que la presencia los Anunnaki está registrada desde los tiempos sumerios (hace casi nueve mil años). ¿Pero de donde provienen? Al parecer de Nibiru, un enigmático planeta del cual se afirma que orbita nuestro Sol y cada tres mil 661 años tiene su mayor punto de aproximación a la Tierra, a la cual supera varias veces en tamaño (desde tres hasta ocho, según diversas estimaciones).Pero Nibiru es en realidad sólo una “nave madre” de los Anunnakis, quienes se aprestan a subirse en ella como primer paso rumbo a su planeta mucho más lejano, para llevarse todo el oro que los esclavos (o sea nosotros) hemos logrado conseguir desde tiempos ancestrales. Según Zecharia Sitchin (1920-2010) los Anunnaki llegaron a la Tierra para someter a la humanidad. En concreto, habrían esclavizado a los sumerios con el propósito de obligarlos a trabajar en las minas de oro. Como la antigua Mesopotamia no disponía de yacimientos de este metal y el oro usado por los sumerios para fabricar objetos de lujo procedía de zonas lejanas, los Annunakis procedieron a “colonizar” territorios cada vez más remotos en busca del áureo metal. Es así como llegaron a América del Sur, específicamente a Tiahuanaco, desde el cual se expandieron en el continente sometiendo a los naturales, “civilizándolos” y a cambio, obligándolos a extraer oro, para que una vez acabado, seguir su camino y continuar con su labor expoliadora. Esto al parecer motivo continuas sublevaciones de los pueblos subyugados, una de las cuales propicio la caída de los Wari y la desaparición de su imperio. Tras su abrupto final, a los Annunaki no les quedo otra alternativa que seguir su viaje acompañando a la clase dirigente derrocada llegando así al Cuzco, donde fundaron otra civilización que sería la más grande que se forjo en aquellas tierras, el Imperio Inca, cuya relación con esos seres celestiales será parte del último capítulo de esta serie.

martes, 1 de octubre de 2024

PLANETAS INTERESTELARES: ¿Cuántos de ellos existen en el universo?

A diferencia de los exoplanetas, que giran alrededor de una estrella, los llamados interestelares son planetas rebeldes, errantes, solitarios, “huérfanos” expulsados de sus orbitas y que vagan por el universo. Son los nómadas que flotan libremente en nuestra galaxia, a la deriva en el espacio interestelar. Un nuevo estudio dado a conocer por Space, sugiere que hay muchos más de estos mundos sin ataduras que de mundos estelares. Así que no estamos hablando de miles de millones, sino de billones de posibles planetas rebeldes en nuestra galaxia natal, la Vía Láctea y como no emiten ninguna luz, su localización se hace muy difícil. El 19 de julio del 2023, investigadores de la NASA y la Universidad de Osaka de Japón calcularon cuántos planetas rebeldes podría encontrar la próxima misión del Telescopio Espacial Romano Nancy Grace. Dijeron que el telescopio, cuyo lanzamiento está previsto para mayo del 2027, podría descubrir hasta 400 planetas rebeldes de la masa de la Tierra. El nuevo estudio incluso ha identificado su primer candidato a planeta rebelde con masa terrestre, el segundo planeta de este tipo encontrado hasta ahora. Ya sabemos de la existencia de bastantes planetas rebeldes que no tienen el tamaño de la masa de la Tierra. Por ejemplo, una publicación de enero del 2022 , informo entre 70 y 170 descubrimientos de planetas rebeldes, todos ellos aproximadamente como el planeta más grande de nuestro sistema solar, Júpiter. Pero este nuevo estudio sugiere una cantidad total de billones de planetas rebeldes solo en nuestra galaxia. Son muchos más de los que se creía anteriormente. El coautor David Bennett , científico investigador senior del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA, dijo : “Estimamos que nuestra galaxia alberga 20 veces más planetas rebeldes que estrellas, billones de mundos vagando solos”. Los hallazgos del nuevo estudio se basan en una encuesta de nueve años llamada Observaciones de Microlentes en Astrofísica (MOA), realizada en el Observatorio de la Universidad Mount John en Nueva Zelanda. Las observaciones de microlente gravitacional ocurren cuando un objeto, como una estrella o un planeta, se alinea casi perfectamente con otro objeto del fondo. El objeto más cercano desvía la luz proveniente del objeto más distante, actuando como una especie de lente natural. Esto se debe a que la masa del objeto más cercano distorsiona la estructura del espacio-tiempo. Takahiro Sumi de la Universidad de Osaka y autor principal del artículo con una nueva estimación de los planetas rebeldes de nuestra galaxia, afirmó que: “La microlente es la única manera de encontrar objetos como planetas flotantes de baja masa e incluso agujeros negros primordiales. Es muy emocionante utilizar la gravedad para descubrir objetos que nunca podríamos esperar ver directamente”. Así que el nuevo estudio sugiere que debería haber muchos más planetas rebeldes del tamaño de la Tierra de lo que se pensaba anteriormente. De hecho, el estudio sugiere que los planetas rebeldes más pequeños podrían ser más comunes que los planetas rebeldes grandes. Como señaló Sumi: “Descubrimos que los planetas del tamaño de la Tierra son más comunes que los más masivos. La diferencia entre las masas promedio de los planetas que flotan libremente y los que se encuentran en estrellas es una clave para comprender los mecanismos de formación planetaria”. Los científicos dijeron que dado que estos planetas son más pequeños y livianos, podrían ser arrojados más fácilmente al espacio por interacciones gravitacionales en sus sistemas solares originales. Precisamente, el próximo telescopio espacial Nancy Grace Roman de la NASA, cuyo lanzamiento está previsto para mayo del 2027, será una nueva y poderosa herramienta para encontrar más de estos mundos flotantes. Naoki Koshimoto de la Universidad de Osaka, quien dirigió el artículo que anunciaba la detección de un candidato a mundo rebelde de masa terrestre, dijo: “El telescopio será sensible a planetas rebeldes incluso de menor masa, ya que los observará desde el espacio. La combinación de la visión amplia y nítida de Roman nos permitirá estudiar los objetos que encuentre con más detalle de lo que podemos hacerlo utilizando únicamente telescopios terrestres, lo cual es una perspectiva emocionante”. Y los investigadores dijeron que el telescopio podría encontrar mucho más de lo que las estimaciones anteriores creían posibles. Antes, los científicos estimaban que encontraría unos 50 planetas rebeldes de la masa de la Tierra. Pero en el nuevo estudio, ese número ha aumentado sustancialmente, a 400. Además, el telescopio japonés del Experimento de Microlente Infrarroja de Foco Principal (PRIME), en el Observatorio Astronómico de Sudáfrica en Sutherland, complementará las observaciones de Roman. A diferencia de Roman, observará en longitudes de onda del infrarrojo cercano. Se necesitarán tanto PRIME como Roman, ya que cada evento de microlente solo puede ocurrir una vez. Pero los eventos de microlente también toman tiempo. Por lo tanto, las observaciones simultáneas son fundamentales. Koshimoto explicó: “Una señal de microlente de un planeta rebelde puede tardar desde unas pocas horas hasta aproximadamente un día, por lo que los astrónomos tendrán la oportunidad de realizar observaciones simultáneas con Roman y PRIME. Las observaciones simultáneas también permitirán a los astrónomos medir las masas de estos planetas nómadas mejor que nunca”. Estudios anteriores ya han insinuado cómo podrían ser algunos de estos mundos. Si bien, los planetas interestelares generan poco calor y no son calentados por una estrella, David J. Stevenson teorizó en 1998 que algunos objetos del tamaño de un planeta a la deriva en el espacio interestelar podrían sostener una atmósfera espesa que no se congelaría. Propuso que estas atmósferas serían preservadas por la opacidad de la radiación infrarroja lejana inducida por la presión de una atmósfera espesa que contiene hidrógeno. En el 2018, los astrónomos descubrieron evidencia de un gran planeta rebelde con auroras salvajes. Otro estudio realizado en el 2021 sugirió que las lunas de planetas rebeldes podrían ser buenos lugares para buscar vida. En algunas circunstancias podrían incluso tener agua líquida. El año pasado, Irina K. Romanovskaya (Irina Mullins), profesora de física y astronomía en el Houston Community College System, incluso sugirió que “los planetas rebeldes podrían ser destinos ideales para los extraterrestres que colonizan la galaxia”. Es de esperar que en el 2027 encontremos más de estos enigmáticos mundos.