TIEMPOS DEL MUNDO

martes, 26 de abril de 2022

LAGUNA ENCANTADA DE POMACANCHI: Algo se oculta en su interior

Se trata de un espejo de agua que está localizado entre los distritos de Pomacanchi y Acopía, en la provincia de Acomayo, en la Región del Cuzco (ubicado en el sur del Perú). Se encuentra a una altitud de 3 669 msnm en la parte alta del río Vilcanota, a una distancia de 104 km de la ciudad del Cuzco. El espejo cubre una superficie de 2 120 hectáreas. Presenta una superficie irregular: alargada de sur a norte. Tiene unos 140 metros de profundidad, un largo de 7760 metros y un ancho de 4270 metros. Y está rodeada de algunos acantilados hacia el sur; y de una zona pantanosa hacia el oeste, debido a la desembocadura de los ríos Pomacanchi, Thupahuiri y Marcaconga. Así mismo, la laguna presenta un efluente que entrega sus aguas al río Vilcanota: el río Cebadapata. La temperatura del agua en la laguna es fría (oscila de 9 ºC a 15 ºC) y, por el bajo contenido de sales, el agua de la laguna se considera como dulce con pH de 7,8 miligramos por litro. En cuanto al color, las aguas de la laguna son de tono verde azulado. Al respecto, es increíble la cantidad de lagos y lagunas, ubicado a lo largo de la Cordillera de los Andes, los cuales según una serie de mitos y leyendas, fueron formados sobre antiguas ciudades como castigo divino por la maldad de sus pobladores. La lista es larga, que incluye a las lagunas de Paca, Pomacanchi, Choclococha, Saposoa, Caballococha, Lanahuaje (cerca de Ausangate), Pacucha, Langui, Waypun y el Titicaca, entre otros. La historia que se cuenta en cada una de ellas es semejante. En el caso de la laguna de Pomacanchi, se dice que un forastero se presento vistiendo harapos en la próspera ciudad - donde su iglesia tenía nada menos que una campana de oro - y suplicando a todos los que encontraba a su paso, que le dieran algo que comer. Pero los pobladores egoístas le negaron toda ayuda y pretender echarlo de inmediato, pero una familia decidió apiadarse de él y le proporciono alimento y descanso. En agradecimiento de ello, el misterioso desconocido les dijo que la ciudad seria destruida por medio de una inundación y que ellos eran los únicos que se podrían salvar. Recibieron además el aviso para escapar a tiempo y les dio la orden de no voltear al huir. Ellos lograron ponerse a salvo, pero un integrante de esa familia, vencido por la curiosidad de presenciar la destrucción de la ciudad, desobedeció la orden y se atrevió a mirar lo que pasaba, pero quedo convertido inmediatamente en piedra. Aun es posible en la actualidad observar una formación rocosa de aspecto humano cerca de la laguna. Se dice que en ciertas ocasiones puede escucharse el sonido de la campana, así como las voces de sus pobladores condenados que fueron castigados por su comportamiento egoísta, como también pueden apreciarse los techos de las construcciones de la ciudad sumergida en determinadas épocas del año como una prueba de la veracidad de estos luctuosos hechos. Venga ya, es curiosamente parecido al conocido episodio bíblico de Sodoma y Gomorra por lo que no debe descartarse que tenga alguna influencia en el relato. Pero lo cierto es que esas ruinas sumergidas realmente existen y pueden comprobarse fácilmente al acercarse a ellas en botes, pero extrañamente nadie les ha puesto atención ni han querido investigarlo fehacientemente, por lo que sus secretos seguirán ocultos bajo las aguas.

martes, 19 de abril de 2022

SECRETOS DE MUNDOS OLVIDADOS: El oscuro origen del Perú

Existe un país en América de Sur cuyos orígenes se encuentran cubiertos con un halo de misterio. Se trata del Perú, que a diferencia de otros países de la América Precolombina donde también se desarrollaron grandes civilizaciones indias como los mayas y los aztecas, quienes a través de sus códices nos dejaron sus historias, mitos y religiones, pero en el Perú no sucedió lo mismo simplemente porque no conocían ningún sistema de escritura (lo de los quipus aun es solo especulación) y solo con la llegada de los cronistas españoles a esas tierras en el siglo XVI se pudo llegar a saber algo de su pasado, aunque sea de manera incompleta y basándose únicamente en fuentes orales, los cuales como sabéis, no siempre son confiables ya de que generalmente estas no son objetivas. Ante todo, cabe precisar que las primeras informaciones recogidas por los cronistas trato como era obvio, en averiguar la historia de los incas, a los que Francisco Pizarro y un grupo de audaces exploradores habían conquistado, quienes se hicieron dueños y señores de un inmenso y misterioso país del cual lo desconocían todo. Fue recién en el siglo XX y mediante el estudio sistemático por parte de los arqueólogos, que se pudo conocer una serie de culturas y civilizaciones que habían antecedido en esas tierras a los incas, la cual se mostro de una forma completamente distinta a lo convencional y que no se trataban en modo alguno de “pueblos salvajes” como los retrato Garcilaso de la Vega en sus Comentarios Reales para “justificar” el expansionismo inca. Muchas de esas civilizaciones alcanzaron un gran desarrollo y dejaron diversos testimonios de su cultura. Incluso uno de ellos, el Imperio Chimú, que se desarrolló en la costa norte del actual Perú y que eran contemporáneos de los incas, de haber vencido a estos últimos en la guerra que tuvieron en 1473 - y que a la postre significó su colapso y desaparición - la historia del país hubiese sido muy distinta y solo nos queda imaginar cómo se habrían enfrentado a los españoles. Solo en las décadas siguientes los investigadores se han empeñado por medio de excavaciones redescubrir aquellas misteriosas culturas que florecieron en épocas remotas y de las que a pesar de los años transcurridos desde su descubrimiento, aun sabemos poco de ellas, por lo que aguarda a los arqueólogos y estudiosos en su trabajo, enigmáticos e intrigantes misterios en su búsqueda. Pero comencemos por el principio, por el nombre que se dio a un desconocido país por los españoles y que no corresponde a su historia. El “Perú” no se llama así desde tiempos pretéritos, como son los casos de Méjico y Guatemala por ejemplo, nombres claramente indígenas. Fue “un invento” o mejor dicho “un error” cometido por los españoles. Sucede que tras la caída del Imperio Azteca, tuvieron noticias de que en los mares del sur “existía un país rico en oro”, lo que los animo a formar expediciones hacia aquellos desconocidos lugares ávidos de hacerse con esas riquezas. Así, cuando uno de esos exploradores, llamado Pascual de Andagoya recorría las costas de América del Sur en 1522 tras partir de Panamá, se cruzo con una extraña nave a vela conducida por indios. Tras ser abordada, se percato que estaba cargada con diversas mercancías, y al hacer las averiguaciones correspondientes se entero que se dedicaban al comercio. Pero cuando le pregunto a quien conducía la nave de donde provenía, este les contesto “Biru”, por lo que creyeron que esa misteriosa tierra se llamaba así y de esta forma fue bautizada, españolizándola como “Perú”. Sin embargo, los mismos cronistas admitieron que como el indio no les entendía en qué idioma le hablaban quizá solo les dijo su nombre o como se llamaba el cacique de su pueblo. A ello debemos agregar que se desconoce la localización exacta del encuentro con la citada balsa, por lo que se supone que fuera en el Darién (ubicada ente Panamá y Colombia), y que en consecuencia, aquellos indígenas no eran del actual territorio del Perú. Es por ello paradójico que ese milenario país no tenga el nombre de alguna de sus antiguas y brillantes civilizaciones que se desarrollaron en su suelo, adoptando en cambio el de un oscuro indio panameño. Algunos investigadores peruanos argumentan que los incas lo llamaban “Tahuantinsuyo” lo cual no es cierto, ya que con ese nombre en lengua quechua, únicamente se referían a las cuatro regiones que conformaban el imperio, con el Cuzco como su capital y por lo tanto, no se trataba de un nombre propio. Sea como fuere, desde entonces el Perú se llama injustamente así y todo por no haber buscado otro nombre más apropiado. Que se llame entonces de esa manera, y ahora nos toca dirigir nuestra mirada en próximos capítulos de esta nueva serie, a las más antiguas páginas de su enigmática historia.

martes, 12 de abril de 2022

LA RESURRECCIÓN DE JESÚS: Los asombrosos enigmas que la envuelven

Es, sin duda, uno de los hechos más prodigiosos descritos por la Biblia y el que ha hecho correr más ríos de tinta por parte de teólogos y creyentes. La crucifixión y muerte de Jesús, y su posterior triunfo sobre la muerte es, además, uno de los pilares de la doctrina y teología cristiana, ya que fundamenta la doctrina de la salvación al posibilitar la redención de todo el género humano (castigado desde el Pecado original), abriendo la posibilidad de que cada ser humano, tras su propia muerte, pudiera gozar también de la vida eterna en la Gloria de Dios. La existencia de Jesucristo está comprobada históricamente (tanto así que la historia humana se divide en antes y después de Cristo). Sin embargo, lo que hasta el día de hoy constituye un verdadero enigma es saber que ocurrió exactamente en ese tercer día, luego que Jesús fuera juzgado, condenado, crucificado, muerto y sepultado en la tumba proporcionada por José de Arimatea. San Mateo relata que Pilatos accedió al requerimiento de los fariseos y que “pasado el sábado, muy de madrugada, el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. De pronto hubo un gran terremoto, ya que un ángel del Señor bajó del cielo, se acercó, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó en ella. Su aspecto era como un rayo, y su vestido blanco como la nieve. Los guardias temblaron de miedo y se quedaron como muertos. Pero el ángel, dirigiéndose a las mujeres, les dijo: “¿Por qué buscáis a los vivos entre los muertos? No temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí. Resucitó como dijo. Venid, ved el sitio donde estaba”. Mientras María Magdalena rompía a llorar, una segunda voz le habló a sus espaldas: “Mujer, ¿por qué lloras?”. Ella contestó: “Porque se llevaron a mi Señor y no sé donde lo han puesto”. Al decir esto, se volvió hacia atrás y vio allí a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Ella, creyendo que era el encargado del huerto, le dijo: “Señor, si lo has llevado tú, dime donde lo has puesto y yo lo tomaré”. Jesús le dijo: “María”. Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: “¡Rabbuní! (Maestro)”. Jesús entonces le dijo: “…Avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán”. San Lucas detalla posteriormente que “…ellas regresaron del sepulcro y contaron todo a los once y a todos los demás, pero a aquellos estas palabras les parecieron un delirio y no las creían. Mas Pedro se levantó y se fue corriendo al sepulcro; se asomó y sólo vio los lienzos, y regresó a casa maravillado de lo ocurrido”. La segunda aparición de Jesús ocurrió en el camino a Emaús. Acompañó a dos peregrinos y, si bien conversó y caminó con ellos gran parte del recorrido, éstos no lo reconocieron sino hasta que llegaron a la aldea y el Maestro se hubo despedido de ellos. A continuación se apareció a sus discípulos, quienes en ese momento se encontraban comentando los reportes de la supuesta presencia de su fallecido Maestro, según relata el mismo San Lucas. “…Estaban hablando estas cosas, cuando Jesús mismo se apareció entre medio de ellos, diciendo: “La paz sea con vosotros”. Aterrados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y les dijo: “¨¿De qué os turbáis y por qué se levantan dudas en vuestros corazones? Ved mis manos y mis pies. Soy yo mismo. Tocadme y ved que un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo”. Dicho esto les mostró las manos y los pies (con las señales de los clavos). Y como ellos aún no creían de pura admiración y alegría, les dijo: ¿Tenéis algo de comer? Y le dieron un trozo de pez asado. Lo tomó y lo comió en su presencia”. Durante este encuentro se destaca la terca actitud de Tomás, quien se negó de plano a reconocer que Jesús había resucitado. Sólo cuando el Nazareno lo invitó a tocar la llaga de su costado y Tomás palpó la herida causada por la lanza, éste aceptó el portentoso milagro. Jesús sólo se limitó a hacerle una cariñosa amonestación: “Tú crees porque has visto. Felices los que creen sin haber visto”. La Biblia, finalmente, cuenta que tras llevar a los mismos discípulos y a unos 500 seguidores cerca de Betania, Jesús los bendijo mientras comenzaba su ascensión hacia los cielos, para sentarse a la derecha de Dios y cumplir la profecía del profeta Daniel respecto del Hijo del hombre: “A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás” (Dn. 7, 14). La resurrección es un elemento esencial para la historia de la Salvación cristiana, por cuanto sin ella la Iglesia no podría anunciar ninguna Buena noticia de salvación para nadie, como lo afirma el mismo San Pablo: “Si Cristo no fue resucitado, nuestra predicación ya no contiene nada ni queda nada …” La resurrección de Jesús no tuvo testigos directos, pero los creyentes aseguran que sólo basta con revisar sus evidencias o indicios contenidas en las Sagradas Escrituras (el sepulcro vacío, la aterrada reacción de los soldados romanos ante la aparición del ángel, la decisión de los fariseos de pagarles para que guardaran silencio, el relato y llanto de las mujeres y la reacción de los 11 apóstoles ante la presencia del Resucitado). Los mismos apóstoles, que primero reaccionan con incredulidad y con miedo ante la presencia de Jesús, después de hablar y comer con él se transforman en promotores enfervorizados del Evangelio. En los Hechos de los Apóstoles Pedro afirma que “Dios lo resucitó rompiendo las ataduras de la muerte”, concluyendo que “sepa con seguridad toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús, a quien vosotros crucificasteis”. Para algunos estudiosos, el problema con la resurrección de Jesús no estriba tanto acerca de si resucitó o no, sino en la forma cómo resucitó. A la luz de las Santas Escrituras, por lo menos, Jesús habría resucitado de entre los muertos con el mismo cuerpo físico con el que murió. Este cuerpo resucitado no habría sido un sueño, un recuerdo, una aparición o un espíritu, sino que un cuerpo glorificado o cuerpo glorioso (no está situado en el espacio ni en el tiempo, pero puede hacerse presente a su voluntad donde quiere y cuando quiere). Por ello en los capítulos postreros de los Evangelios Jesús es descrito como una presencia real y carnal: come, camina, deja que lo toquen y platica con sus discípulos. Los teólogos afirman que la resurrección de Jesús arroja varias conclusiones: Dios estaba de parte de Jesús y no de sus detractores; rehabilita la causa y la persona del Nazareno, demostrando que es el hijo de Dios, el Cristo y el Mesías esperado; establece una nueva meta de la historia, haciendo surgir una fuerza dinámica y un nuevo programa de vida para cada ser humano y, finalmente, se establece un nuevo horizonte para la vida y un nuevo sentido para la muerte. A partir de Jesús la vida es un sendero que se puede recorrer con esperanza, ya que la muerte no es el fin del hombre, sino sólo un medio para volver a su destino final: reunirse con su Creador. Los mismos teólogos concluyen, finalmente, otras tres cosas: la resurrección de Jesucristo testifica el inmenso poder de Dios mismo; creer en la resurrección es creer en Dios; Y en la resurrección de Jesús de la tumba, Dios nos recuerda su absoluta soberanía sobre la vida y la muerte.

martes, 5 de abril de 2022

JENCHAM: Vampiros amazónicos sedientos de la sangre de sus víctimas

Un vampiro es, según la coincidencia en su definición de varios países, una criatura que se alimenta de la esencia vital, normalmente absorbida de la sangre, de otros seres vivos para mantenerse activo. Si en la cultura europea y occidental, así como en la cultura global de nuestro tiempo, el vampiro preferido y más popular es el que procede de Rumania - Drácula - un ser humano convertido luego de morir en un cadáver activo sediento de sangre, en algunas culturas orientales y aborígenes americanas en cambio, el vampiro es una deidad demoníaca o un dios menor que forma parte de historia siniestra de sus mitologías. Al estar presente el mito del vampiro en muchas culturas desde tiempos inmemoriales, quizás provenga inicialmente de la necesidad de querer personificar uno de los primitivos arquetipos en el inconsciente colectivo, así saliendo a la luz de nuestro pensamiento. Según los conceptos de Jung, es la denominada "sombra", la cual representa los instintos o impulsos humanos reprimidos más primitivos y sería la encarnación del mal como entidad, y una representación del lado salvaje del hombre o su atavismo bestial, latente en su sistema límbico y en conflicto permanente con las normas sociales y religiosas. Pero el mito, como lo conocemos en la actualidad, es realmente una combinación de temores y creencias humanas, que además del citado temor a los instintos originarios, se da la atribución a la sangre de ser, una fuente de poderío o un vínculo con el alma, relacionándolo con la enfermedad o la muerte, y por ultimo con la fascinación por la inmortalidad para ahuyentar a el mencionado deceso y el instinto de supervivencia. Algunos estudiosos sugieren que el mito del vampiro, sobre todo el que se popularizó en Europa en el siglo XVII, se debe en gran modo a la necesidad de explicar, en medio de un pánico general de la gente, las epidemias que arrasaron Europa, antes de que la ciencia lograra darles una explicación científica. Entre los eslavos, griegos y pueblos de Europa del este, un cadáver desenterrado era considerado vampiro si su cuerpo parecía hinchado y le salía sangre, creyéndola de sus víctimas, de la boca o la nariz. También si notaban que sus uñas, pelos y dientes eran más largos que cuando había sido enterrado e incluso poseía un aspecto más saludable de lo esperado, mostrando piel sonrosada y pocos o ningún signo de descomposición, o sea siempre seria un vampiro. En América, un mito de los jíbaros, quienes habitan en la selva amazónica en Ecuador y Perú - que son más conocidos por ser reducidores de cabezas, lo cual ya hemos tratado anteriormente - sostiene que los Jencham, como denominan a los murciélagos hematófagos que habitan las cavernas, se originaron en hombres que fueron así transformados por su gusto en derramar la sangre de sus víctimas. Se dice que esta raza de chupasangres, descienden de un semidios que fue castigado por el dios Etsa, quien encargo a sus tres hijos Sesénk, Wachur y Jencham tres misiones, A Sesénk ordenó arrojar una piedra, a Wachur ordenó arrojar las canas y a Jencham mandó a arrojar a una mujer, y a todos los encargos Etsa los envolvió en paquetitos; pero al volver ninguno de los tres cumplieron lo ordenado; Sesénk tiró la piedra pero no lo hizo llegar, Wachur antes de tirar el paquete con canas, lo abrió e inmediatamente quedo cubierto de canas, mientras que Jencham mientras se dirigía a tirar el paquete con la mujer dentro, empezó a sentir un olor agradable, que era el olor que desprendían los genitales de la mujer, siguió oliendo y se le quedo el olor pegado en la nariz. Al volver Etsa les pregunto si cumplieron con lo ordenado a lo que contestaron que sí, pero quedaban pruebas visibles de su engaño ya que Sesenk no hizo llegar la piedra, Wachur llego cubierto la cabeza con canas, y Jencham tenía pegado en la nariz un aditamento de los genitales de la mujer. Entonces Etsa molesto, maldijo a las mujeres ordenando que envejecerían y tendrían canas, se enfermarían y que luego morirían. De la misma manera, castigó la incompetencia de sus hijos, convirtiendo a Sesenk en un escarabajo, a Wachur en un ave trompetera con plumas similares a canas, y a Jencham lo transformo en un murciélago. Desde entonces, paso el tiempo y aunque el mito no lo dice, se presume que Jencham logro reproducirse creando una raza hibrida de humanoides que cazaba a los jibaros a cualquier hora del día para secuestrar a los niños para extraerles la sangre y luego devorarlos. Cansados de sus abusos y la pérdida de sus familias a manos de esos monstruos, un grupo de jíbaros deciden encontrar su escondite y siguiendo un camino de gotas de sangre de los cadáveres de sus víctimas que iban dejando a su paso, localizaron la cueva de los Jencham, donde hacían una gran fiesta con los despojos humanos, por lo que aprovecharon la oportunidad y atacándolos por sorpresa, decidieron exterminarlos a todos, pero lo que no previeron es que de la sangre de sus cuerpos despedazados resurgieron como vampiros chupasangre, pudiendo escapar al bosque, y desde entonces se ocultan de día en la espesura de la selva, saliendo a la puesta del sol hacia las cabañas de los jíbaros en busca de venganza.