TIEMPOS DEL MUNDO
martes, 31 de diciembre de 2024
ANCHANCHU: El insaciable hermanastro del Ekeko
Se trata de una de las criaturas mitológicas más conocidas en las regiones andinas del sur del Perú y Bolivia, propia de los indios aymará. Sin embargo, se conocen pocos detalles sobre su polimorfismo, sus parentescos y otros mitos similares. A menudo se le confunde con el Qota Anchancho, el demonio del lago Titicaca (del cual nos ocupamos años atrás) pero es otro engendro infernal. Que el nombre casi similar no os confunda ¿vale? Para los aymarás, son deidades siniestras y funestas. Se dice que a diferencia del benéfico ekeko con el cual están emparentados, atraen la enfermedad y la desgracia. El Anchanchu, según la tradición aymará, pertenece al Manqhapacha, al mundo ‘de abajo y de adentro’, por lo que es una entidad no humana. Se caracterizan por su polimorfismo, aunque varias de sus representaciones tienen características en común. Especialmente su procacidad sexual y su apetito insaciable. Por ejemplo, en una de sus formas más consensuadas, los anchanchus son descritos como hombres pequeños, de piel sonrosada, calvos barrigones y con un pene enorme. Muchas de estas características, especialmente la piel y la alopecia, “constituyen referentes propios de los personajes del tiempo antiguo en los Andes”. Esto hace referencia a un periodo prediluviano: el tiempo de las chullpas. Otras descripciones hacen referencia a que la mitad de su rostro es completamente lampiño, mientras que la otra está cubierto por largas cerdas de un cerdo. También le atribuyen unos pies diminutos que acaban como patas de cabra. Dicen que habita en las encrucijadas de los caminos, meandros de los ríos, cuevas y grutas en zonas pedregosas. En algunos casos, también se habla de apariciones de anchanchus en las cumbres de los cerros y los límites de tierras con pastos. Sus apariciones, popularmente, también son identificadas con vientos arremolinados o animales monstruosos (como tarántulas gigantes) aterrorizando a sus víctimas. En estas descripciones, donde también es llamado como “Janchcho-janchus”, se lo califica como un “sujeto que come con ira”. Por las noches, además, se suele oír su voz entre peñascos, como si se tratara del rebuzno de un burro. Sobre su vestimenta, los anchanchus suelen llevar ropas y accesorios lujosos. En algunos casos hablan de “telas recamadas de oro y sombrero de plata de copa baja”. En otros, se mencionan dientes de oro, aretes, collares y otros artículos más contemporáneos. Todos estos elementos son parte de sus artimañas para engatusar a sus víctimas. Asimismo, se suele presentar como dueño del “oro vivo”. Este tesoro está hecho de figuritas de animales dorados que al moverse reflejan destellos multicolor. En el extremo opuesto, versiones más recientes hablan de anchanchus que se presentan en el cuerpo de una mujer de aspecto nórdico, rubia, exuberante y completamente desnuda. Cuando ataca, el anchanchu suele inducir a sus víctimas hasta la locura. Su objetivo es arrebatarles la vida. Para contrarrestar sus encantamientos, las personas afectadas deben ser tratadas rápidamente por brujos y hechiceros para neutralizarlos. Asimismo, para frenar la voracidad de los anchanchus, se les suele ofrecer una misa negra. Esta ofrenda está compuesta por elementos que simulan desperdicios de comida, secos y duros. Este suele ser el alimento ritual predilecto para los anchanchus, ya que se asemeja a sus propios excrementos. Se dice que estos entes malignos suelen disfrutar la ingesta de sus propias heces. En los casos en los que los anchanchus no quedan satisfechos con la misa negra, atacan directamente el corazón de sus víctimas: beben la sangre caliente y mastican la carne. En la tradición aymará, los anchanchus tienen predilección por el corazón, porque allí residen las entidades anímicas llamadas por los indios kimsa ch’iwi. Se trata de las sombras que representan el ánimo y el coraje, por lo que al devorarlos, sus víctimas no tienen más que esperar su muerte y los pocos que sobreviven a su ataque lo hacen temporalmente, muriendo de extrañas enfermedades. Son los Anchanchun uñkata, "los que han sido mirados por Anchanchu". Al inicio, los síntomas de la aparición del anchanchu se parecen al de un resfrío común. Inicialmente presentan dolores de cabeza, fiebre, malestar del cuerpo, la aparición de granos de gran tamaño (con acumulación de líquidos) en el rostro, pesadez por las noches para dormir, y pérdida de peso. Cuando la persona esté enferma, sentirá una especie de escalofríos frecuentemente en el cuerpo. Según se afirma, estos personajes se manifiestan sobre todo a la gente que camina sola. Si no hay alternativa, hay que andar con un garrote escondido entre su ropa, o rezando, o hablando como si uno estuviera acompañado. “Hay que simular que uno va acompañado, porque utilizan cualquier artimaña para engañar y quitar esa energía. No hay que temerle, aunque el momento se pone tenso si aparece de improviso: ‘no molestes, lárgate’, hay que decirle agitando el garrote y saldrá huyendo. Le tienen tanto miedo como a los perros” aseveran. A tener cuidado de encontrarse con uno de ellos.