Una leyenda urbana afirma que los perros aúllan porque anuncian la presencia de la muerte. Ello se debe - según se afirma - a que ellos pueden observar cosas o espíritus que nosotros con nuestro ojo humano no podemos ver. Pero ¿Qué hay de cierto en ello? Debemos recordar ante todo que los perros descienden de los lobos, y estos solamente aúllan. Heredada esta capacidad, se piensa que aún la utilizan como una forma de comunicación a larga distancia, en contraste con el ladrido de los perros que es más inmediato y útil como medio de comunicación para distancias próximas o como advertencia. El aullido por ejemplo se utiliza por diversos motivos, para alejar intrusos, localizar a otro lobo (que se considere "amigo" o de la "manada" , incluso se da por imitación, cuando un sonido similar lo interpretan como otro lobo aullando. En cambio los perros ladran, se piensa, por una adaptación progresiva producto del contacto con los seres humanos; es ladrido es útil como una rápida señal de alarma. Si los perros aúllan, es por ansiedad o tristeza. Por otro lado, la domesticación que han tenido históricamente hace que presenten características juveniles durante la adultez, y en este sentido un perro se comporta como un cachorro. Ladran para comunicarse y jugar. A lo largo de la historia, el aullido de los perros y los lobos aparece en narraciones y toda clase de mitos como un suceso que predice malos augurios u otras supersticiones. ¿De donde viene esa creencia y como es que se origino? Se dice que los animales poseen un sexto sentido que les permiten ver lo que los humanos ni siquiera intuyen. Con una capacidad premonitoria excepcional son capaces de detectar la proximidad de terremotos o incluso conocer si una persona está diciendo la verdad o está mintiendo. Cualquier persona que haya estado en un seísmo o temblor de tierra recordará que poco antes de que empiece a temblar, los perros empiezan a aullar con ansiedad, y otros animales también empiezan a manifestar un comportamiento extraño, tales como peces que saltan del agua, topos que se salen de sus madrigueras y animales en hibernación que salen de sus escondrijos antes que ocurra el temblor. Sin embargo, existen testimonios y hechos probados que llevan este sexto sentido a otros niveles que escapan de toda explicación científica. En el caso de os perros, que es lo que nos ocupa, diversos testimonios indican que en determinadas ocasiones, los dueños ven como sus mascotas se quedan ladrando o aullando a un punto fijo en la nada, lo cual podría interpretarse como una capacidad para percibir la presencia de seres espectrales, detectar si un fantasma esta en una habitación y desde luego aúllan a modo de advertencia porque su compañía no es de su agrado. Es por ello que se tiene la certeza de que cuando el perro aúlla, es porque ha visto un fantasma y tratan de acallarlo de diversas formas, porque ello significa el anuncio de que alguien cercano va a morir. La sensibilidad de los perros hacia los fenómenos paranormales es inquietante. En una ocasión, el parapsicólogo norteamericano Robert Morris utilizó varios perros como “controles” en sus experimentos durante los años sesenta. En una ocasión estuvo estudiando una casa del cual se decia que era habitada por fantasmas, y concretamente una habitación en la que había ocurrido una tragedia. “Cuando hice entrar a un perro a menos de 1 m dentro de la habitación, empezó a gruñir a su dueño y volvió a salir por la puerta. De ningún modo pudimos evitarlo, y además se negó a entrar de nuevo. Al ser introducido otro perro a la misma habitación, llegó a una distancia parecida del otro perro y comenzó a aullar dirigiéndose hacia una silla vacía. Pasó algunos minutos aullando mirando fijamente la silla situada en una esquina de la habitación, hasta que le sacamos fuera... Al cabo de un rato, cuando examinamos a ambos animales en el salón, se comportaron con toda normalidad, dando a entender que en la habitación había algo que los inquietaba pero no pudimos descubrir que fue” aseveró el doctor. La verdad es que escuchar a Rex aullar tiene mucho de cautivador y es muy sorprendente. No se si en realidad ha visto fantasmas, pero lo cierto es que lo hace cuando quiere que lo saque al parque para masticar a alguno que otro perro que se atreva a gruñirle en lo que calificaría como un acto suicida. Y es que con mi Rottweiler no se juega.