En la historia del Perú existen extraños relatos y misteriosos restos arqueológicos, que no tienen una explicación coherente si los vemos desde el punto de vista de la historia tradicional. Quizás las Líneas de Nazca sean el mejor ejemplo de ello. Pero, existen otros casos más sorprendentes, como la enigmática ciudad de Tiahuanaco (hoy perteneciente a Bolivia), el cual se desarrollo 1,500 años a.C., cerca de la actual ciudad de La Paz, que se expandió hasta el sur del Perú y el norte de Chile y cuyo apogeo tuvo lugar entre los siglos IV y X de nuestra era. Sin embargo, se extinguió misteriosamente alrededor del siglo XII y ya en tiempo de los Incas era una ciudad abandonada, tal como lo relatan los cronistas al describir la visita de Mayta Capac a sus monumentales ruinas. Tiahuanaco duró, desde sus albores, poco más de 2,500 años. Sin embargo, sabemos muy poco de su historia, de sus costumbres y de sus creencias religiosas. Sólo han llegado hasta nosotros algunos restos arqueológicos que nos hablan de una extraordinaria civilización con sorprendentes técnicas arquitectónicas y desarrollados conocimientos en astronomía e hidráulica. La historia tradicional no llega aún a explicar como pudieron cortarse tan perfectamente los bloques de piedra de Puma Punku (que presentan diseños geométricos nunca antes vistos en la región), y no sabemos con exactitud donde estuvieron situadas las extrañas estatuas que hoy en día los arqueólogos han repartido, sin mayor criterio, por la zona. Tampoco sabemos, a ciencia cierta, la antigüedad y el significado de la llamada "Puerta del Sol" y nos seguimos preguntando cuál fue la función del enorme complejo arquitectónico de Kalasasaya. El enigma cobra mayor importancia si tenemos en cuenta que, según los historiadores, fueron los habitantes de Tiahuanaco quienes dieron origen a la cultura Inca, el mayor imperio conocido en el hemisferio sur. En efecto, Cristóbal de Molina nos relata en su crónica: "Ellos dicen que el Creador estaba en Tia-huanacu y que allí estaba su morada principal. De ahí, los magníficos edificios, dignos de admiración, de aquel lugar". El arqueólogo Arthur Posnansky investigó Tiahuanaco por casi 30 años e hizo sorprendentes descubrimientos. En muchos bloques de piedra pulidos, encontró hileras de pequeños agujeros redondos que podrían haber servido para sujetar algo. En 1943, durante una conferencia, Posnansky presentó un bloque de piedra de Tiahuanaco con cinco clavos de oro incrustados en el mismo. Su investigación concluyó que los muros, las cornisas y los pórticos de Tiahuanaco, incluyendo la Puerta del Sol, estuvieron revestidos de oro, como sucedió en el Templo del Coricancha en el Cuzco, donde los españoles describieron minuciosamente el lugar, que nos da una idea de cómo se veía Tiahuanaco en su época de mayor esplendor. Estos datos son relevantes en cuanto describen, en detalle, la fisonomía del lugar. Sin embargo, aún seguimos sin saber el objeto de su construcción y su función ¿Estas interrogantes podrían encontrar respuesta en la teoría de los extraterrestres que visitaron la Tierra en el pasado? Zecharia Sitchin, el defensor de los dioses extraterrestres Anunnaki, nos presenta una historia alternativa con el cual pretende encajar todas las piezas de este rompecabezas. Según sus investigaciones, la antigua Tiahuanaco habría sido erigida a semejanza de la Uruk sumeria, que tuvo muchas de sus construcciones revestidas en oro. Según Sitchin, estas dos ciudades habrían sido obra de los Anunnaki quienes habrían llegado a la Tierra, hace miles de años, en búsqueda de oro. Alrededor del 6,000 a.C., un grupo de estos extraterrestres se estableció en las orillas del lago Titicaca para explotar el oro de la región, necesario - según agrega - para salvar la atmósfera de su planeta Nibiru. Allí, los Anunnaki habrían desarrollado una increíble civilización basada en la extracción y el procesamiento no sólo de oro sino también de otros metales. Es más, la fortaleza de Kalasasaya habría servido, entre otras cosas, de observatorio astronómico para determinar el regreso a la Tierra del líder de los Anunnaki. Es curioso que la lengua de Tiahuanaco fuera el Uro o Uru, y que la capital de los sumerios, donde se establecieron los Anunnaki, se llamase Uruk. Otros términos andinos, como uma/mayu, que es agua, khun, que es rojo, kap, que es mano, enu/ienu, que es ojo, makai, que es golpe, tienen un origen mesopotámico tan evidente que Pablo Patrón (Nouvelles études sur les langues americaines) concluyó que 'está claramente demostrado que las lenguas quechua y aymara de los indígenas de Perú tuvieron un origen sumerio-asirio'." Algunos investigadores señalan que sólo conocemos un 5% de lo que fue su capital y nadie ha podido descifrar su iconografía. Tampoco conocemos la antigüedad exacta de sus principales monumentos, que han sido datados desde el 1,000 a.C. hasta el 15,000 a.C. El caso se complica aún más cuando tomamos en cuenta que fueron los habitantes de esta cultura, tan poco conocida, quienes originaron la cultura Incaica. Siguiendo con esta historia alternativa, el paso del diluvio universal (alrededor del 11,000 a.C.), habría dejado al descubierto inmensas cantidades de oro a lo largo de la cordillera de los Andes. Tiahuanaco se convirtió entonces por obra de los Annunaki en un centro para el acopio y procesamiento del oro y duró, aproximadamente, hasta el 2,000 a.C. Una vez agotado el oro, un grupo de ellos se dirigieron al norte en busca de nuevas tierras donde podrían encontrar el preciado metal. Es así como gracias a una nueva intervención Anunnaki, puso otra vez a los Tiahuanaco en el camino del desarrollo, la prosperidad y el... oro, esta vez nada menos que en tierras cuzqueñas, desde donde crearían el imperio más grande del hemisferio sur. Al respecto, el cronista Garcilaso de la Vega (1539-1611) cuenta la conocida leyenda sobre la creación del Imperio de los Incas. Sucede que Manco Cápac y Mama Ocllo por orden de su padre el dios Sol, ‘salieron de las entrañas del Lago Titicaca para buscar una tierra propicia donde fundar su imperio .El dios Sol les dio una vara de oro y les dijo que donde esta se hundiera sería el lugar indicado para formar su imperio y llevar la civilización a los habitantes de esas tierras. Luego de varios intentos a lo largo del camino, la vara se hundió en el cerro Huanacaure, en el Cuzco. Allí se asentó la pareja que daría origen al Imperio Inca’. Según cuenta Garcilaso, los recién llegados ‘se diferenciaban notoriamente de los naturales por su mayor tamaño y piel clara, así como sus vastos conocimientos adquiridos en lejanas tierras’ (Tiahuanaco). Otro detalle para tomar en cuenta, es que los Incas tenían un idioma secreto para comunicarse entre ellos cuando no querían que sus vasallos se enteren de sus conversaciones, anota Garcilaso, lo que evidenciaría su verdadero origen. Lamentablemente al no disponer de escritura, esta se perdió irremediablemente con la caída del Imperio Inca en 1532. Se dice incluso que Atahualpa antes de ser ejecutado en Cajamarca, hizo una extraña invocación a sus dioses ‘en una lengua ininteligible’ según cuentan los cronistas, quienes al preguntárselo al interprete que lo acompañaba - el infame Felipillo - este no pudo darles razón alguna de lo que dijo ‘ya que nunca lo había oído antes’ explicó. En cuanto al mismo Atahualpa, este opto por el silencio y así enfrentó a la muerte, llevándose el secreto a la tumba ¿De que idioma se trataba? ¿Tal vez el uru, el idioma de una civilización ya muerta como Tiahuanaco, el cual a su vez sería el idioma de los enigmáticos Annunaki? Nadie puede saberlo con seguridad. Lo que si podemos afirmar es que el origen de los Incas se pierde en la noche de los tiempos y quizás nunca sabremos la verdad.