TIEMPOS DEL MUNDO

martes, 7 de abril de 2020

IMPACTANTE REVELACIÓN: ¿Fue Jesús el Viracocha que conocieron en el antiguo Perú?

¿Es posible que dentro de los años perdidos de Jesús se encuentre una tradición desconocida? Se comenta que aquellos años de su juventud que nadie conoce y que no están detallados en la Biblia, bien pudo visitar tierras remotas como la India, pero, ¿es probable que llegara a América? Para explorar esta hipótesis, tenemos que repasar primero lo que el cronista español Pedro Cieza de León relata acerca del Dios Viracocha: “Antes que los Incas reinasen en estos reinos ni en ellos fuesen conocidos, cuentan estos indios otra cosa muy mayor que todas las que ellos dicen, porque afirman que estuvieron mucho tiempo sin ver el sol, y que padeciendo gran trabajo con esta falta, hacían grandes votos y plegarias a los que ellos tenían por dioses, pidiéndoles la lumbre de que carecían; y que estando de esta suerte, salió de la isla de Titicaca, que está dentro de la gran laguna del Collao, el sol muy resplandeciente, con que todos se alegraron. Y luego que esto pasó, dicen que de hacia las partes del Mediodía vino y remaneció un hombre blanco de crecido cuerpo, el cual en su aspecto y persona mostraba gran autoridad y veneración, y que este varón, que así vieron, tenía tan gran poder, que de los cerros hacia llanuras y de las llanuras hacia cerros grandes, haciendo fuentes en piedras vivas; y como tal poder reconociesen, llamábanle Hacedor de todas las cosas criadas, Principio de ellas, Padre del sol, porque, sin esto, dicen que hacia otras cosas mayores, porque dio ser a los hombres y animales, y que, en fin, por su mano les vino notable beneficio. Y este tal, cuentan los indios que a mí me lo dijeron, que oyeron a sus pasados, que ellos también oyeron en los cantares que ellos de lo muy antiguo tenían, que fue de largo hacia el Norte, haciendo y obrando estas maravillas, por el camino de la serranía, y que nunca jamás lo volvieron a ver. En muchos lugares dizque dio orden a los hombres cómo viviesen, y que les hablaba amorosamente y con mucha mansedumbre, amonestándoles que fuesen buenos los unos a los otros, no se hiciesen daño ni injuria, antes, amándose, en todos hubiese caridad. Generalmente le nombran en la mayor parte Ticci Viracocha”. Según lo relatado por el cronista en la primera parte, nos sorprende que se haga referencia a un hombre de tez blanca, si la historia dice que el descubrimiento de América por parte de los españoles, ocurrió en el siglo XV ¿cómo es posible que exista esta referencia? Sorprenden las semejanzas de las cualidades de Viracocha con Jesucristo, la mansedumbre, el dicho de amarse los unos a los otros, y la capacidad de obrar milagros portentosos dignos de un Dios hecho hombre. ¿Pero es motivo suficiente para pensar que el dios andino sea el mismo Maestro de las escrituras bíblicas? Sigamos revisando la crónica: “Dicen que, pasados algunos tiempos, volvieron a ver otro hombre semejable al que está dicho, el nombre del cual no cuentan, y que oyeron á sus pasados por muy cierto, que por donde quiera que llegaba y hubiese enfermos, los sanaba, y a los ciegos con solamente palabras daba vista; por las cuales obras tan buenas y provechosas era de todos muy amado; y de esta manera, obrando con su palabra grandes cosas, llegó á la provincia de los Canas, levantándose los naturales inconsideradamente, fueron para él con voluntad de lo apedrear, y conformando las obras con ella, le vieron hincado de rodillas, alzadas las manos al cielo, como que invocaba el favor divino para así librar del aprieto en que se veía. Afirman estos indios más, que luego pareció un fuego del cielo muy grande que pensaron ser todos abrasados; temerosos y llenos de gran temblor, fueron para el cual así querían matar, y con clamores grandes le suplicaron de aquel aprieto librarlos quisiese, pues conocían por el pecado que habían cometido en lo así querer apedrear, les venía aquel castigo. Vieron luego que, mandando al fuego que cesase, se apagó, quedando con el incendio consumidas y gastadas las piedras de tal manera, que a ellas mismas se hacían testigos de haber pasado esto que se ha escrito, porque salían quemadas y tan livianas,que, aunque sea algo crecida es levantada con la mano como corcha. Y sobre esta materia dicen más, que, saliendo de allí, fue hasta llegar a la costa de la mar, adonde, tendiendo su manto, se fue por entre sus ondas, y que nunca jamás pareció ni le vieron”. Sinceramente según estos dichos, son más que evidentes las coincidencias de los actos de este hombre blanco con Jesús y con pasajes puntuales relatados en la Biblia, que hasta da la impresión de ser un calco, como por ejemplo: sanar a los enfermos, devolver la vista a los ciegos, rogar al Dios padre del cielo de rodillas y una desaparición tan misteriosa (como la ascensión a los cielos) extendiendo un manto sagrado para marcharse casi flotando sobre el mar. Recuerden que Jesús podía caminar sobre las aguas al igual que el enigmático Viracocha. Podemos afirmar entonces que el Perú antiguo fue visitado por grandes reformadores, ordenadores de las cosas, hombres milagrosos, que tomados por dioses se mantuvieron en el inconsciente colectivo de los habitantes del ande. La pregunta que podemos hacernos es ¿visitó Jesús estas tierras al igual que algunos de sus apóstoles? Al parecer, Viracocha seria algo así como un Cristo andino, que luego de predicar el evangelio regreso a su mundo para nunca más volver. Según Cieza de León el misterioso ser tenía acompañantes, hombres blancos y de barbas largas, que bien podrían estar representados en aquellos misteriosos monolitos que existen en Tiahuanaco y que han llamado la atención de los arqueólogos debido a ese detalle en particular, ya que los indios son lampiños por lo que no se explican a quienes representan. Otro punto que ha quedado sin aclarar fue la existencia de una cruz blanca encontraba en Tumbes por Francisco Pizarro - según cuenta Garcilaso en sus Comentarios Reales - quien al preguntar a los naturales de donde provenía, le contestaron que “Viracocha les había dejado como un recuerdo de su paso por aquellas tierras” por lo que los españoles agrega Garcilaso, “presumieron que Jesús o alguno de sus apóstoles los habían visitado”. Por cierto, no es la llamada “Cruz de la Conquista” que trajo Pizarro al desembarcar en Tumbes y que hasta ahora se conserva. De lo que sucedió con aquella extraña reliquia no tenemos noticia, pero lo cierto es que existen muchos secretos y enigmas aun no dilucidados que faltan resolver.