TIEMPOS DEL MUNDO

martes, 9 de noviembre de 2021

BOSQUE DE PIEDRAS DE HATUN MACHAY: ¿Reliquias de otros mundos?

Si eres de los que les gusta un poco de adrenalina y a la vez, conocer enigmáticos lugares, tienes que visitar Hatun Machay, ubicado en la provincia de Recuay (Ancash), donde se puede observar la magia del sitio así como el poder de la naturaleza. Sin duda, se trata de un lugar excepcional perfecto para intentar descifrar lo desconocido, a la vez como disfrutar de diversos deportes de aventura. Ubicado en la Cordillera Negra, a 4200 m.s.n.m. Con una superficie de 200 hectáreas, este bosque de piedras tiene figuras pétreas de singulares y caprichosas formas, la cual hay quienes dicen que se han ido formando por el tiempo, los vientos y los glaciares, aunque otros afirman que es de origen extraterrestre, debido a que sus formas toman características muy particulares. El territorio que comprende este atractivo cuenta con formaciones llamadas boulders, que pueden llegar a medir 83 metros de alto, los cuales son ideales para realizar deportes de aventura como la escalada en roca. Asimismo, muy cerca de allí se pueden presenciar pinturas rupestres y ruinas de épocas pretéritas. Descubierto para el mundo por casualidad en 1988 (aunque ya era conocido con anterioridad por los arrieros que pasaban por la zona) por unos cazadores de venados andinos (Hippocamelus antisensis), quienes se desplazaban por la despoblada Pampa de Lampas, un altiplano andino que se extiende por espacios que superan 4.000 metros de altitud. Al apartarse del grupo en persecución de los venados, uno de ellos fue el primero en divisar el bosque de piedras. Los cazadores examinaron con avidez la zona y advirtieron que el bosque rocoso albergaba una gruta espaciosa y otra contigua de proporciones menores. De regreso al centro poblado de Conococha, comentaron a los lugareños lo que habían presenciado fascinados. Ellos les respondieron que tenían noticia de la existencia de aquel misterioso sitio construidos al parecer en tiempos inmemoriales en ese paraje conocido como Hatun Machay, pero debido a extraños sucesos por ellos avistados decidieron mantenerlo en secreto para los forasteros. Intrigados por lo que escucharon, decidieron regresar a Lima para preparar una nueva expedición, pero se vieron obligado a posponer varias veces su intención de inspeccionar minuciosamente el sitio, debido a las asonadas terroristas de Sendero Luminoso en la zona; incluso se enteraron de a los pocos días de su partida del lugar, un grupo de senderistas incursiono sorpresivamente en el poblado y se habían posesionado del lugar, precisamente la localidad desde donde debía partir la misión para alcanzar la Pampa de Lampa y acceder a Hatun Machay. Debido a esos contratiempos, la misión sólo pudo cumplir sus objetivos pasados algunos meses, lo que ocurrió recién en 1989. El itinerario comenzó en Lima, desde donde enrumbaron hacia el Norte por los arenales del desierto costero, con la comodidad que ofrecía la carretera Panamericana ya por entonces. Luego de dejar atrás Pativilca y Barranca, alcanzaron el vecino sitio de Paramonga, desde donde parte un ramal que se dirige a Huaraz. En dos camionetas a doble tracción, enrumbaron en dirección oriente internándonos por las vertientes que discurren al Pacífico y que tienen su origen en un ramal de los Andes: la Cordillera Negra. Ascendiendo siempre por la carretera que iba serpenteando por las orillas del río Fortaleza, que se origina en la laguna de Conococha (4.020 metros), y luego de pasar el abra del mismo nombre, arribaron a la laguna mencionada, cuyo nombre en quechua sería “laguna de aguas tibias” (cono=caliente-tibio /cocha= laguna). A escasa distancia, tras haber dejado atrás la laguna, arribaron al pequeño centro poblado del mismo nombre. Desde aquí debían abandonar la carretera, que prosigue su curso a Huaraz, para internarse en la Pampa de Lampa y lograr su objetivo de alcanzar Hatun Machay. Para ello, se recorrió sin problemas por unos 12 kilómetros ya que los vehículos estaban provistos de doble tracción, algo indispensable en aquellos años. El primer tramo fue por una vía carrozable muy ruinosa que, de acuerdo a la información del personal auxiliar contratado en Conococha, conducía a un campamento minero abandonado tiempo atrás. Luego de proseguir por espacio de unos treinta minutos, el guía, indicó que había llegado el momento de dejar los vehículos para continuar a pie en dirección suroriente. Partiendo de aquel sitio y sorteando algunos trechos pantanosos, fueron caminando hasta que avistaron su objetivo: Hatun Machay. Luego de estudiarlas detenidamente quedándose en el lugar unos días, sorprendiéndose por los que sus ojos veían. Si bien en ese lapso de tiempo en el que estuvieron allí no fueron testigos de algún hecho sobrenatural, al regreso al poblado, los lugareños insistieron en sus historias. Si bien a primera vista las formaciones rocosas parecen efectivamente ser obras de la naturaleza, antiguas leyendas afirman que fueron obra de extraños seres enviados por los dioses, quienes incluso fueron vistos en varias ocasiones por los arrieros a lo lejos y eran reconocibles porque a altas horas de la noche, cuando la oscuridad era total, se podían divisar unas sombras luminosas que se movían entre las formas oscuras de las gigantescas rocas. Sea cual la verdad, estas leyendas le dan un sentido especial a este singular bosque de piedras.