TIEMPOS DEL MUNDO

martes, 21 de septiembre de 2021

EL COMETA DE ATAHUALPA: Un enigmático suceso que marco el final de un Imperio

Como sabéis, desde los albores de la humanidad, la aparición de cometas en el cielo fue una señal que presagiaba terribles augurios. El Imperio Inca no fue ajeno a esta superstición y como prueba tenemos las crónicas que registraron historias que hasta ahora intrigan a investigadores y curiosos. Tal vez el relato más conocido sea lo acontecido durante el confinamiento del usurpador Atahualpa en Cajamarca, en noviembre de 1532, tras su captura mediante una hábil estratagema por parte de Francisco Pizarro, quien al frente de un grupo de audaces expedicionarios conquistó esas tierras y la integraron a la Corona de Castilla. Al respecto, los cronistas Francisco de Jerez y Pedro Cieza de León dieron cuenta del enigmático suceso. Cieza escribió en La Crónica del Perú (Cap. LXV Pag.168): “Cuando se prendió a Atabaliba hay vivos algunos cristianos que se hallaron con el marqués don Francisco Pizarro, que lo prendió, que vieron en el cielo de media noche abajo una señal verde, tan gruesa como un brazo y tan larga como una lanza jineta; y como los españoles anduviesen mirando en ello, y Atabaliba lo entendiese, dicen que les pidió que lo sacasen para verla, y como lo vio, se paró triste, y lo estuvo el día siguiente; y el gobernador don Francisco Pizarro le preguntó por qué se había parado tan triste. Respondió él: ‘He mirado la señal del cielo, y dígote que cuando mi padre, Guaynacapa, murió, se vio otra señal semejante’. Y dentro de quince días murió Atabaliba” escribió. Efectivamente, juzgado por regicida tras haber sido acusado de ordenar la muerte del Inca Huáscar - el legítimo soberano del imperio que se encontraba cautivo tras su derrota en la guerra civil que recién había concluido - Atahualpa fue condenado a ser quemado vivo, pero tras aceptar ser bautizado como cristiano a último momento, se le cambio la pena por el del estrangulamiento, que se cumplió inmediatamente. ¿Pero lo que habría visto el bastardo quiteño a pocos días de su muerte fue en realidad un cometa? Varios historiadores intentaron explicar lo ocurrido en Cajamarca. Hubo aproximaciones interesantes, como el trabajo de los investigadores polacos M. Ziólkowski y R. Sadowski: Hanan Pachap Unanchan, las señales del cielo, aunque sin las precisiones esperadas. Pero ahora tenemos la respuesta definitiva y llega por la ruta brasileña: el renombrado observador de cometas, José Guilherme Aguiar, de Campinas (Sao Paulo), miembro destacado de la Liga Iberoamericana de Astronomía, nos hizo llegar la información que resuelve el misterio. Los dos libros que compendian la relación de cometas observados en la antigüedad y que contienen lo que buscábamos. Son: Cometography: A Catalog of Comets de Gary W. Kronk, y Comets: A Chronological History of Observation, Science, Mith, and Folklore, de Donald K. Yeomans. Gracias a la observación y estudio de las órbitas de los cometas se llegó a establecer que estos objetos celestes retornan periódicamente y, consecuentemente, se puede saber cuándo pasaron antes y cuándo serán vistos nuevamente. Ahora sabemos que en julio del año 1533 un cometa fue visto desde el hemisferio norte y parte del hemisferio sur. Cajamarca estaba dentro del área de observación. El cometa se llama ahora C/1533 M1, fue descubierto el 26 de junio de aquel año y fue visto en el mes de julio, justamente unos 15 o 20 días antes de la ejecución de Atahualpa. Fue registrado por astrónomos de Corea, Japón, China y de varios países de Europa, alcanzó su máximo brillo en julio y según registros del profesor italiano Girolamo Fracastoro brillaba un poco más que Júpiter, su cola se calculó en más de 7 grados de longitud (como la Cruz del Sur). Desde Cajamarca, que queda cerca del Ecuador terrestre, se vio, entre los días 5 al 10 de julio. El cometa apareció entre las 2 y 3 de la madrugada, hacia el noreste, a una altitud de unos 15 a 20 grados sobre el horizonte, parecía una “estrella barrida” según los observadores orientales y europeos, y su forma fue comparada por los expedicionarios españoles con una “lanza jineta”, una lanza de mediano tamaño muy usada por ellos. Se desplazó entre las constelaciones de Auriga (Cochero) y Perseo, en el cielo del norte. De este modo, habría quedado resuelto un enigma de los muchos que existen en la historia del Perú.