TIEMPOS DEL MUNDO

martes, 13 de mayo de 2025

EL MAL DE OJO: ¿Una maldición que se transmite a través de la mirada?

El "mal de ojo" es una creencia cultural arraigada en muchas sociedades, que atribuye a la mirada de algunas personas la capacidad de causar daño o desgracias a otras, especialmente a niños. Se cree que esta "maldición" se transmite a través de la mirada, y puede estar motivada por envidia, celos o incluso admiración. Se piensa que las mujeres embarazadas, los niños y los animales son particularmente susceptibles. Esta contraparte afectada se dice que “está ojeada”, que “le echaron mal de ojo”, o “el ojo encima”. Esta creencia es antiquísima y muy extendida. Se han hallado amuletos de protección contra el mal de ojo que datan de hace unos 5 000 años. Se sabe de su creencia en las Antiguas Grecia y Roma, en tradiciones judías, islámicas, budistas e hinduistas, así como en sociedades indígenas, agrícolas y otras, ha persistido a lo largo del mundo hasta los tiempos modernos. La creencia existe en muchas culturas de la región Mediterránea, los Balcanes, Europa Oriental, el Medio Oriente, Asia Central, Asia del Sur, África, Latinoamérica y el Caribe.En algunas de estas culturas se cree que recibir el mal de ojo traerá mala fortuna o daños, mientras que en otras se cree que es un tipo de fuerza sobrenatural que lanza o devuelve una mirada sobre quienes desean causarle daño a otros (especialmente inocentes). Antiguamente se pensaba que las brujas eran quienes lo usaban para hacer caer enfermas a sus víctimas. También se acusaba a personas con malformaciones, mujeres sin hijos o a ancianas de ser la causa. La mayoría de expertos cree que el concepto del mal de ojo surgió de la antigua Mesopotamia y se expandió a áreas circundantes. Documentos escritos y datos arqueológicos han revelado que los sumerios, considerados los primeros habitantes de la región, iniciaron, continuaron y extendieron esta creencia. Con el tiempo, la creencia fue adoptada en otras regiones y culturas, incluyendo asirios y fenicios, celtas, griegos, romanos y judíos. Textos provenientes de la antigua Ugarit, una ciudad portuaria en lo que hoy es Siria, dan fe del concepto de «mal de ojo»: la ciudad existió hasta aproximadamente el año 1180 a. C., durante el colapso de la Edad del Bronce final. En la antigüedad clásica griega, el “mal de ojo” (“mati”) es mencionado por Hesíodo, Calímaco, Platón, Diodoro Sículo, Teócrito, Plutarco, Heliodoro, Plinio el Viejo y Aulo Gelio. Peter Walcot, en su libro Envy and the greeks (1978), menciona más de cien obras de estos y otros autores que mencionan el mal de ojo. Autores griegos antiguos mencionaban con frecuencia el ὀφθαλμὸς βάσκανος (ophthalmòs báskanos; mal de ojo). Como se ha documentado ampliamente en hallazgos arqueológicos y en literatura antigua, los ilirios creían en el poder de los hechizos y del mal de ojo, en el poder mágico de amuletos protectores y beneficiosos que podían alejar el mal de ojo o las malas intenciones de enemigos. Dichos amuletos incluían objetos con forma de falos, manos, piernas y dientes de animales. Autores clásicos intentaron describir y explicar la función del mal de ojo. Plutarco, en su obra titulada Quastiones Convivales, dedica un capítulo aparte a estas creencias. En su explicación científica, afirmaba que los ojos eran la fuente principal, si no la única, de los rayos mortales que supuestamente brotaban como dardos envenenados de los rincones más recónditos de una persona que poseía el mal de ojo. Plutarco trataba el fenómeno del mal de ojo como algo aparentemente inexplicable que es motivo de asombro y de incredulidad. Plinio el Viejo describía la capacidad de ciertos encantadores africanos de tener el “poder de fascinar con los ojos y de poder incluso matar a aquellos en los que fijaban su mirada”. La idea del mal de ojo aparece en la poesía de Virgilio en una conversación entre los pastores Menalcas y Damoetas, en la Égloga III. En el pasaje, Menalcas se lamenta de la mala salud de su ganado: “¿Qué ojo es el que ha fascinado a mis tiernos corderos?”. Los evangelios registran el hecho de que Jesús advirtió contra el mal de ojo en una lista de males (Marcos 7:22). Por su parte, los antiguos griegos y romanos creían que el mal de ojo podía afectar tanto a los humanos como a los animales, por ejemplo al ganado. En diferentes culturas, se puede luchar contra el mal de ojo con métodos diferentes. En las tradiciones orientales, como por ejemplo las presentes dentro del hinduismo, se indica que la energía proveniente de la maldición (y sus equivalentes como el mal de ojo) solo afecta al mundo material (mundo ilusorio de Maya) y no al espíritu (atman) de la persona; por lo cual el efecto de esta depende solo de la fuerza de voluntad y espíritu del individuo afectado, o de quien lo realice. De este modo está al final en manos de uno mismo el ser afectado o no por ésta. Durante la lejana época del Antiguo Egipto se utilizó como protección el “Ojo de Horus”. Se conoce como nazar (en turco: boncuğu nazar o nazarlık), al talismán más frecuente en Turquía, que se encuentra en casas y vehículos, o son usados como adornos. También entre algunos israelitas es frecuente la jamsa. En Grecia también es frecuente el nazar, también llamado ojo griego, que representa a un ojo cuyo iris es predominantemente azulceleste. Se usa desde la Antigüedad en collares o en kombolói y begleri, etc. En Italia, sobre todo en el Mezzogiorno, es frecuente el descendiente del itífalo llamado cornicello o “cornetto portafortuna”. Mientras que en España, en la región de Murcia, se usa como protección la cruz de Caravaca. Cruzando el atlántico, en las Américas, diversos paises también tienen su particular forma de enfrentarlo. En el Perú por ejemplo, la mitología andina sugiere que el mal de ojo se ocasiona debido a que un Apu, o espíritu divino de los cerros, ha mirado fijamente o tuvo contacto visual con el enfermo, que generalmente es un niño pequeño debido a su vulnerabilidad, el cual al poco tiempo desarrolla hinchazón, adormecimiento y ardor en los ojos, o fatiga y dolor de cabeza. Para contrarrestar esto, se acostumbra hacer un ritual con un cuy negro, que posterior y opcionalmente será sacrificado. Todo el procedimiento debe ser ejecutado por un chamán, o curandero andino. También se acostumbra llevar en la muñeca del niño una semilla frutal amazónica llamada Huayruro, para protegerlo de los espíritus “que ocasionan” del mal de ojo. Junto al cuy, se suelen utilizar hierbas andinas ancestrales o la hoja de coca. Asimismo, un familiar del sexo opuesto al enfermo le puede sanar el mal de ojo pasándole un huevo de gallina por el cuerpo y recitando rezos para ahuyentar a los espíritus del mal de ojo.