TIEMPOS DEL MUNDO
martes, 10 de junio de 2025
ANTAWALLA: El temido felino de fuego del Titicaca
Según la mitología Aymará, se trata de un gato de fuego que sale del lago Titicaca en las noches para alzar vuelo como una estrella fugaz, con el objetivo de encontrar mujeres embarazadas de las cuales alimentarse con su sangre hasta que la víctima fallezca de una incontenible hemorragia. La entidad es descrita como un ser volador, de ojos brillantes, y de pelaje-plumaje rojizo. Posee además una extensa cola que parece a la de un cometa, por lo que algunos dicen que en ella lleva el alma de sus víctimas. Si bien toma la forma de un gato, su cabeza es más grande de lo común. Se señala que vive en las cuevas de los peñascos de difícil acceso, en los manantiales, lagos y lagunas, teniendo solo una vida nocturna, desplazándose de manantial (Waripuquio) en manantial. De acuerdo a quienes han logrado observarlo sin que este se diera cuenta, la Antawalla puede aparecer también como un espíritu con forma de esfera incandescente. También se les puede presentar a las mujeres embarazadas en sus sueños, por lo que estas igualmente morirán desangradas ya que de esa manera, la demoniaca criatura puede tener acceso a la sangre, tan vital para su sobrevivencia. Asimismo, cuando una persona ve directamente al Antawalla, sufre de convulsiones hasta morir, ya que según se dice, presentan en el cuerpo manchas rojizas similares a las de los gatos silvestres. La única cura que existe para evitar fallecer, es llamar inmediatamente a un curandero para que este prepare un antídoto con el excremento del felino - el cual tiene apariencia de piedras con manchas circulares rojas - para combatir la enfermedad producida por esta maligna criatura. Según los relatos recogidos por los primeros cronistas españoles que visitaron la región en el Siglo XVI,el origen del Antawalla se pierde en la noche de los tiempos: “Los indios designan con ese nombre a un espíritu maligno que posee la forma de una bola de fuego que tiene la capacidad de ingresar al cuerpo de quien se atreva a mirarle directamente, produciéndole la locura y la muerte en cuestión de horas. Dicen que cuando apareció por primera vez semejaba a una culebra de gran hechura en el cielo [...] este demonio echaba en fuego alumbrando la noche como de día […] por lo decían los indios viejos que era señal de mal augurio". (Padre De Barzana, 1578). Desde entonces, no ha dejado de aparecer, siempre al acecho de sus potenciales víctimas, para arrebatarles el alma.