Se trata de una leyenda amazónica acerca de una horrible criatura mitad humana (“runa” significa gente en quechua) mitad mula, que galopa por las noches relinchando sin control y echando fuego por la boca y nariz, que habla de los castigos del adulterio, el cual hace alusión a los comportamientos libertinos entre hombres y mujeres y a las trágicas consecuencias que estos pueden desembocar. Es en ese sentido que la Runa-mula sería la materialización física del adulterio, una mujer cegada por el deseo que ha recibido su condena. Cuenta la leyenda que las mujeres que sucumben a los amores prohibidos - sea con hombres casados, miembros de la iglesia o con cualquier hombre si está casada, corren el riesgo de transformarse en algo que les cambiará la vida para siempre. Se dice que las noches de luna llena un jinete misterioso, vestido completamente de negro, llega a la casa de una de estas mujeres y comienza a lanzar una serie de conjuros al aire. Su voz poco a poco va transformando a la elegida en un ser mitad mujer mitad mula, y automáticamente este híbrido sale al encuentro de la voz que lo reclama. El jinete de ropajes negros monta la Runa-mula y comienza una larga noche en la que los castigos físicos más crueles se imponen a la infiel. La azota, la golpea y ésta sólo puede defenderse mediante estridentes relinchos - lanzando asimismo llamas por la boca y fosas nasales - que se escuchan en todas las casas del lugar alertando a los habitantes de la zona de que allí hay una mujer pecadora, la cual es castigada de forma brutal y despiadada hasta el amanecer. Al día siguiente, la mujer se levanta totalmente magullada en su cama. No recuerda absolutamente nada, sólo puede observar atónita una serie de heridas que por alguna razón han aparecido en su cuerpo, sin poder encontrar explicación alguna al respecto. Por el contrario, la gente sí sabe que ha sucedido, y a partir de ese momento, si se ven esos cardenales, esa mujer habrá desvelado su más oculto secreto. La leyenda asegura que este jinete misterioso es el mismísimo Diablo, que con este comportamiento quiere dejar claro que el alma de esa mujer ya es suya por realizar esos actos impuros y que será castigada cuantas veces sea necesaria por ello. Al mismo tiempo recuerda al resto de habitantes de la zona que ninguna mujer está libre de recibir ese castigo, y que se mantengan fieles a su marido. Venga ya, si que es machista esa leyenda. El Diablo ¿defensor de la moralidad y las buenas costumbres? ¿Dónde se ha visto eso?. Sin embargo, ellas ni así escarmientan, porque tengo entendido que continúan “adornando” a sus parejas con tremendos cuernos que ya quisiera lucir el mismísimo demonio. Como sabéis, los peruanos tienen fama de ser “cachudos” por naturaleza. En eso nadie les gana.... Y no va a ser.