Ubicado en las primeras cuadras de la Vía Expresa en Santa Beatriz, se encuentra un imponente escenario deportivo, remodelado en el 2011 – el cual ilustra nuestra nota - y que no se parece en nada a la horrorosa construcción que existía en su lugar. Se trata del estadio Nacional, mudo testigo de las mayores vergüenzas y estrepitosos fracasos del fútbol peruano. Como si ello no fuera suficiente, esta marcado por una tragedia ocurrida en sus instalaciones y desde entonces, suceden hechos extraños que no tienen explicación. Si bien algunos consideran a esta historia como una leyenda urbana, se han recabado diversos testimonios en los últimos 40 años que no pueden pasarse por alto. Era el 24 de mayo de 1964, y las selecciones de Perú y Argentina disputaban un cupo para las Olimpiadas de Tokio en cuyo encuentro como era obvio, los albicelestes ganaban por 1 a 0, y cuando faltaban unos minutos para que finalice el encuentro, el arbitro anulo correctamente un gol a Perú, lo que desato la furia de los hinchas peruanos quienes - como malos perdedores que son – comenzaron a lanzarle objetos contundentes, lo que obligó a la policía a lanzar gases lacrimógenos a los revoltosos. Sin embargo, cuando el público intentó escapar se dio con la sorpresa de encontrar cerradas las puertas del estadio, y al no poder huir murieron 328 personas, entre quienes fueron asfixiados por los gases, como los que perecieron aplastados por quienes venían detrás de ellos en su desesperación por salir del lugar. Versiones periodísticas sostienen que muchos más murieron en las calles, pero sus cuerpos nunca fueron encontrados. Fue una tragedia que bien se pudo evitar, pero que la ineptitud de las autoridades de la época permitió que ello ocurriera. Ahora bien, allí pudo quedar todo, pero desde entonces ocurrieron hechos sobrenaturales - según los trabajadores del estadio – quienes afirmaban que cuando el estadio se encontraba vacío, en horas de la noche, veían “gente” sentada en las tribunas mirando atentamente al campo de juego, pero al acercarse no encontraban a nadie, por lo que asustados, salían disparados de allí y evitaban en sus rondas acercarse nuevamente al lugar. Desde entonces, todo aquel que está o ha estado vinculado de alguna manera al Estadio Nacional han sido testigos de esas apariciones. Como podéis imaginar, los principales testimonios provienen de los mismísimos guardianes y personal del recinto: "Una noche, estaba yo vigilando desde la torre del estadio, cuando me percaté que en la tribuna de oriente, y en la oscuridad, se veían lo que parecían ser varias personas, sentadas. Pensé que un grupo de desconocidos se habían metido a robar y trataban de pasar inadvertidos sentándose en las tribunas en medio de la oscuridad, por lo que sigilosamente llame por radio a la seguridad del estadio y no tardamos casi nada en llegar allí, pero no había nadie" afirmo un vigilante. Sin importar si quienes los vieron eran trabajadores antiguos o recientes, todos dan el mismo testimonio: “cuando el estadio está vacío y a oscuras, se ven unas sombras sentadas en las tribunas, como si estarían viendo atentamente al campo de juego, pero de improviso, se ponen de pie y salen gritando, rumbo a las puertas, desapareciendo en las sombras de la noche“ relata otro testigo del hecho, un antiguo trabajador del lugar."Así, cuando los veíamos, sólo nos persignamos y les pedíamos que nos dejen en paz, que nos cuiden, pero la verdad es que casi nadie de nosotros se paseaba desde entonces por las tribunas de noche y a oscuras, por temor a encontrarnos con ellos" añade. Sin embargo, desde que el recinto fue remodelado, cesaron súbitamente las apariciones. Quizás los fantasmas ya no “reconocen” al estadio en donde perdieron la vida o tal vez cansados de tantas decepciones y amarguras que les brinda el paupérrimo fútbol peruano, prefirieron regresar al mas allá…. Quien sabe.