TIEMPOS DEL MUNDO

martes, 29 de diciembre de 2020

¿UNA SEÑAL APOCALIPTICA?: La sangre de San Genaro no se licua y se teme lo peor

La pandemia de Coronavirus (COVID-19) ha contagiado a más de 75 millones de personas desde que apareció por primera vez en China el año pasado. El virus también se ha cobrado la vida de al menos 1,68 millones de personas hasta el momento, y la cifra sigue subiendo cada minuto. Y como no puede ser de otra manera, el rápido avance de la enfermedad fue considerado una señal apocalíptica, tal como, como se describe en la Biblia. En efecto, expertos en la materia han relacionado el Coronavirus con a las profecías del libro del Apocalipsis. Hay que recordar que el libro del Apocalipsis del apóstol Juan describe el fin del mundo y la segunda venida de Jesucristo. En los capítulos finales, los Cuatro Jinetes del Apocalipsis llegarán para destruir vastas extensiones del planeta. En Apocalipsis 6, Juan fue inspirado a escribir sobre los ‘siete sellos’ que conducen al regreso de Jesucristo. Los primeros cuatro se les conoce como los ‘Cuatro jinetes del Apocalipsis’. Representan el engaño religioso, la guerra, el hambre y las enfermedades. Juan describió al Cuarto Jinete como “Muerte”. Sin embargo, en algunas interpretaciones y traducciones de la Biblia, el Cuarto Jinete se le llama “Plaga” o “Peste”. En uno de los versículos dice que, junto con los otros tres jinetes, el jinete de aspecto anémico que representa la enfermedad matará ‘la cuarta parte de la tierra’. Entonces, con la población actual de 7.700 millones, esa cifra llegaría a casi 2.000 millones de muertes. Pero a parte de la pandemia de Coronavirus, ahora tenemos una nueva señal apocalíptica. En efecto, la sangre de San Genaro no se licuó el pasado miércoles a pesar de un largo día de oración, informa el periódico episcopal italiano Avvenire. Como sabéis, un frasco de cristal que contiene lo que se dice que es la sangre seca del santo patrón de Nápoles se exhibe tres veces al año en la catedral de la ciudad, mientras la gente se reúne para rezar y presenciar cómo se licua. El evento se conoce como el “Milagro de San Genaro”. Pero no sucedió el miércoles a pesar de las horas de oración por la mañana y una misa especial por la tarde. “Cuando sacamos el relicario de la caja fuerte, la sangre era absolutamente sólida y permanece absolutamente sólida”, dijo el Monseñor Vincenzo De Gregorio, abad de la Capilla Real del Tesoro de San Januarius en la Catedral de Nápoles. Esta vez, se permitió la entrada a la catedral a menos personas de lo normal debido a las restricciones del Coronavirus. Mucha gente considera el ‘milagro’ como una señal divina. Pero cuando la sangre no se licua en la fiesta del santo, el 19 de septiembre, es una muy mala noticia. En las ocasiones anteriores en las que la sangre no se licuó, pronto ocurrieron desgracias en Nápoles, Italia y para el resto del mundo. Cuenta la leyenda que los fracasos para licuar precedieron a 22 epidemias, 11 revoluciones, tres sequías, 14 muertes de arzobispos (en un período de 30 días), nueve papas muertos (en unas pocas semanas), cuatro guerras, 19 terremotos y tres persecuciones religiosas. Ah, y tampoco se licuó el 16 de diciembre del 2019… anunciando la llegada del Coronavirus. Una de las fechas que más se recuerda es el 16 diciembre de 1835 cuando tampoco se produjo el milagro. Y en 1836 llegó a Nápoles la epidemia de cólera, que desde al menos cuatro años antes hacía estragos en Europa. Causó más de 5.000 muertos en una primera fase, y tras una pausa, en una segunda fase, en 1837, fallecieron más de 13.000 personas. En el siglo XX, el milagro no sucedió tres veces: en 1939, antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, en 1944, previo a la erupción del Vesubio, en 1980, precediendo a un devastador terremoto, en el que murieron unas 3.000 personas. En el siglo XXI, el Milagro no sucedió en el día del santo en el 2016, justo antes del poderoso terremoto en América. Por su parte, el cardenal de la ciudad, Crescenzio Sepe, trató de tranquilizar a la gente asegurando que no había presagio de desastres, ni epidemias, ni guerras. Hay que decir que la Iglesia Católica no reconoce esta licuación de sangre como un milagro verificado (ni las licuaciones de la sangre de Santa Patricia, San Juan Bautista, San Pantaleón y otros 20 santos más) a pesar de que el Papa Francisco I lo presenció en el 2015. Sin embargo, ha prohibido a cualquier persona, incluidos los científicos, abrir el frasco sellado. Los científicos, que dicen que la sustancia en el frasco sellado parece ser sangre seca, no pueden explicar por qué a veces se convierte en líquido y otras no. La única evidencia científica es una recreación del evento utilizando un gel tixotrópico que cambia de viscosidad cuando se agita, una suspensión de óxido de hierro hidratado que parece sangre seca y una sustancia cerosa roja que se derrite cuando se sujeta con fuerza durante un corto tiempo. Por lo que los investigadores consideran el líquido sea en realidad la sangre del santo patrón de la ciudad de Nápoles. Ahora bien, dejando de lado la controversia, ¿qué más podría pasar a parte de catástrofes naturales o un conflicto bélico? Si nos ponemos a pensar, podría darse el caso que las “vacunas” que quieren distribuir a nivel mundial provoquen un efecto imprevisto en las personas, siendo así peor la cura que la enfermedad. Es una posibilidad. Estaremos por ello atentos a todo lo que nos deparará el 2021.
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