TIEMPOS DEL MUNDO

martes, 27 de agosto de 2013

EL PISTHACO: El degollador de hombres es una realidad

Se trata de un mito que esta ampliamente difundido en los andes peruanos y del cual muchos están convencidos de que no se trata de ninguna leyenda, sino todo lo contrario, ya que incluso afirman haberlo visto. Se dice que habita en las altas cordilleras, parajes desolados, lagunas y quebradas de los Andes, que siempre anda en busca de grasa humana: En cuanto a su aspecto, se trataría de un hombre alto, rubio, de ojos claros y complexión atlética. Algunos han observado la similitud de este personaje con los antiguos conquistadores españoles - que teniendo fama de sanguinarios, codiciosos y de lengua no reconocible por los nativos - hacían de este un ser diabólico. Sin embargo, el pishtaco (también llamado Naqak o degollador) no es un simple asesino. Se afirma que no mata por dinero ni por diversión, sino por mandato de sus superiores con el fin de obtener una dotación de grasa humana. El pishtaco es solitario, carece de compañía o apoyo, si es capturado por la población se matará sin duda a fin de no revelar sus secretos. Actúa protegido por la soledad de los caminos que unen los pueblos, ataca a personas solas que viajan distraídamente; las espera en un recodo del camino y las degüella inmediatamente sin darles posibilidad de defensa. Para ello utiliza una especie de cuchillo curvo muy afilado y grueso que esconde entre sus ropas. Los cadáveres de sus víctimas son llevadas a una caverna y colgadas boca abajo hasta extraerles toda la grasa, que eran recolectados en unos recipientes colocados junto a las victimas, luego de lo cual los cuerpos eran quemados. Se han recopilado versiones bastante dispares sobre el uso de esta grasa humana (como lubricante para maquinarias de alta tecnología, para preparar jabones finos, ungüentos curativos, cremas de belleza, incluso combustible para aeronaves y cohetes espaciales), al parecer todas las versiones confluyen en la extracción de la grasa del cuerpo para comercializar con ella. El origen de esta leyenda se remonta a los tiempos pre-colombinos donde el pishtaco era un comisionado oficial del sacerdocio, proveedor de material para los sacrificios a sus dioses. Sobrevivió a la conquista europea y el degollador devino en un ser con apariencia caucásica, fácilmente reconocible por los nativos. Asimismo tengo entendido que la corrupta y decadente Iglesia Católica (protector de genocidas y encubridor de curas pederastas) tuvo mucho que ver con su difusión, al acusar a misioneros mormones que evangelizaban en los pueblos de ser “pishtacos” azuzando al pueblo ignorante para que los rechacen y no permitan que visiten sus comunidades. Y es que al ser los mormones blancos y rubios, fue motivo más que suficiente para catalogarlos de “demonios”. Incluso me han contado que en más de una ocasión varios misioneros fueron echados a pedradas en el Cuzco por orden del cura del pueblo. Eran otros tiempos, donde su palabra era ley. Actualmente, el pishtaco sigue presente en el imaginario popular y periódicamente aparecen noticias sobre su existencia a lo largo de los Andes. Sea cierto o no, el mito del degollador perdurara en el tiempo.