TIEMPOS DEL MUNDO

martes, 25 de octubre de 2022

LOS DEMONIOS DEL CONVENTO: El extraño caso de las monjas de Santa Clara (Trujillo, siglo XVII)

En 1674, un numeroso grupo de monjas del convento de Santa Clara de Trujillo declararon estar “poseídas por el demonio”. Basado en documentación del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de Lima, analizamos los detalles de este extraordinario acontecimiento que explica el significado del demonio en la sociedad colonial. Sucedió que una religiosa de 22 años, Luisa Benítez, comenzó a tener visiones, además de una enfermedad incurable, hechos que fueron interpretados por su guía espiritual “como obra del demonio”. En poco tiempo, cerca de cincuenta mujeres, entre monjas, novicias y jóvenes, comenzaron a experimentar síntomas similares, ante lo cual el comisario de Trujillo decidió escribirle al Tribunal de la Inquisición en Lima para que investigara. Cabe precisar que hechos de este tipo fueron recurrentes en el continente europeo a principios del siglo XVII, principalmente en países católicos como Italia, Francia y España. Sin embargo este episodio representa, el único caso colectivo registrado en América. La clave, sería el director espiritual que les transmitió a las monjas la idea del demonio y las prácticas de exorcismo que aparecen en libros traídos de Europa, que de hecho son los mismos que se ven en los conventos europeos donde ocurrieron casos similares. Otro punto que llama la atención, es la conflictividad que se generó en torno a este caso y que dejó al descubierto las tensiones existentes entre franciscanos y dominicos. Mientras los primeros, quienes tenían la tutela del convento, defendían la veracidad de los hechos, los segundos dudaban, calificando los acontecimientos de ser un engaño, lo cual se explicaría por el deseo de los franciscanos de tener a su propia santa ante la por entonces reciente proclamación de Santa Rosa de Lima, de la orden de los Dominicos, como la primera santa del continente americano. No hay duda de que los siglos XVI y XVII constituyeron la época dorada del demonio. Probablemente a causa de la fractura en el cristianismo por el protestantismo y de la proliferación del descreimiento. Se hizo muy corriente que los religiosos acusaran al demonio de ser el culpable de las tentaciones y los pecados que cometía la gente, como también de los males, las enfermedades y las desgracias que, consciente o inconscientemente, sembraban el miedo y el terror entre la población. No era de extrañar que esos tiempos tanto Dios como el demonio, estuvieran presentes en la vida cotidiana de la gente, en tanto ellos decidían el bien y el mal. Se decía que uno de los poderes más extraordinarios del demonio era que podía llegar a apropiarse de las personas, hasta someterlas a grandes mortificaciones para conseguir su voluntad y llevarlas a cometer graves pecados. Llama la atención que en muchos casos, fueran religiosos los que manifestaban con sus actos extraños y sus palabras delirantes la presencia de “una fuerza sobrenatural” que los gobernaba. Aunque resulte sorprendente, los monasterios fueron lugares frecuentados por el demonio. La exaltada espiritualidad, los rezos, las devociones y las privaciones de los monjes y las monjas no conseguían cerrar las puertas a los demonios. De esta manera, los posesos y posesas, ciertos o falsos, proliferaron en el mundo católico. Sin embargo, una novedad la ofrecían las posesiones demoníacas colectivas en los conventos de mujeres. En Europa la más conocida ocurrió en el monasterio de las monjas ursulinas en Loudun, una pequeña población francesa, un caso lleno de dramatismo y espectacularidad, que terminó con la muerte en la hoguera del confesor Grandier. En el contexto hispanoamericano, el único caso conocido ocurrió en Trujillo (ubicado al norte del Perú). La singularidad de este acontecimiento también atrajo la curiosidad y el interés de distintos historiadores. El mundo hispanoamericano no era ajeno a la propagación de la figura del demonio. La evangelización de los indígenas fue el escenario privilegiado de divulgación de la existencia del demonio. De Méjico a Chile su figura se representaba en los murales de las iglesias y conventos. La explicación dual de las fuerzas que controlaban el universo, sustentada en la existencia de Dios y su contraparte, el diablo, fue el esquema mental trasladado al Nuevo Mundo. Así que cuando en 1674 empezaron a darse las extrañas manifestaciones en las monjas del convento de Santa Clara de Trujillo, todos coincidieron en nombrarlas como demoníacas. Aunque el número de monjas obsesionadas por el demonio varía, lo cierto es que sus extraños comportamientos, sus movimientos, sus visiones, sus relatos cargados de erotismo y los cambios en sus voces provocaron un estado de alarma en toda la provincia y, en general, en todo el reino del Perú. La intervención del Tribunal de inquisición, siempre cauteloso con estas manifestaciones, en especial si se daban en mujeres, así fueran religiosas, buscó neutralizar los rumores. Pero pronto se hicieron visibles los conflictos entre las órdenes franciscana y dominica, los prejuicios hacia indígenas, negros y mulatos y, en general, la importancia que tenían las experiencias sobrenaturales entre la población. Las dudas y contradicciones entre los calificadores del Santo Oficio, como también entre las innumerables personas que dieron declaraciones, revelan las incertidumbres y pocas certezas que se tenían sobre las posesiones demoníacas. Las sentencias decretadas contra los desviantes, más que definir y explicar lo ocurrido, mantuvieron el suspenso, la ansiedad y la angustia por el príncipe del mal. Hay quienes afirman que la posesión demoníaca de las monjas trujillanas, más allá de ser un fenómeno propio de la espiritualidad cristiana, era un caso de características típicamente coloniales. No tanto porque sucediera en un convento femenino, para más distinción, ni porque se enfrentaran dos importantes órdenes religiosas por su control espiritual, como porque pronto se culpó y acusó a los indígenas de ser los causantes de introducir al diablo en el convento. Adicionalmente, las características fisonómicas de los demonios que las monjas nombran acerca de sus visiones oníricas hacían clara referencia a hombres negros y mulatos, una población, por cierto, muy numerosa en la región. Según se describe, “espíritus malos se habían apoderado de los cuerpos de las monjas”, hecho que había generado gran alarma en toda la ciudad. Aunque no se podía precisar si estaban "endemoniadas, maleficiadas o hechizadas", se habían realizado grandes penitencias, sacramentos y procesiones con las imágenes del Santo Cristo de Guzmán, de Burgos, y de Nuestras Señoras del Rosario, de la Gracia y de Santa Rosa, y para el siguiente viernes tenían programada una procesión en la iglesia catedral con la imagen de Nuestra Señora de Huanchaco, cuyo destino final era el convento de Santa Clara. Todo ello destinado a brindar consuelo a las monjas afligidas por el demonio, pero también realizado para pedir piedad al Señor por tan terrible calamidad, ya que la presencia de los demonios en el convento era seguramente un castigo divino por los pecados cometidos. En tales circunstancias, algunos prelados no ocultaban el temor de que la acción de los demonios se extendiera por el resto del país. De acuerdo con varios testimonios, especialmente el del padre Francisco del Risco, confesor de dos de las principales posesas, desde el año anterior habían empezado a darse extrañas manifestaciones en las monjas, que, por los muchos padecimientos que sufrían, consideró que podían ser obra del demonio. Tras consultarlo con su superior, el padre Risco inició una serie de exorcismos con el propósito de expulsar los demonios de los cuerpos de las monjas. Bien por su falta de experiencia o por la tenacidad de los demonios, los exorcismos se extendieron por mucho tiempo. Poco a poco nuevas monjas manifestaron encontrarse contaminadas con el mal, como si se tratara de una enfermedad que se regaba por todo el convento. En los exorcismos a las monjas participaron muchos religiosos, tanto franciscanos como dominicos y agustinos. Era de esperar que un hecho tan alarmante no podía quedar oculto y un desfile de gente acudía al convento para ver a las monjas endemoniadas. Sus convulsiones, contorsiones, risas y toda clase de manifestaciones extravagantes producían asombro, pesar y terror entre los espectadores. No podían explicarse que el demonio atacara a mujeres cuyas vidas estaban dedicadas a la devoción, a la oración y a la piedad. Las monjas entendían sus padecimientos como retos que les ponía el Señor en su camino de purificación. Eran pruebas que debían vencer. En medio de sus dolencias, manifestaban rabia, rencor, vergüenza y arrepentimiento por los pecados cometidos, aunque estas monjas piadosas no cometían faltas graves; cuando más, pecaban por falta de humildad, sumisión y misericordia. Pero esta no era solamente una actitud o un sentimiento exclusivo de los místicos. Durante esta época dominaba una mentalidad culpabilizadora, que explicaba los accidentes naturales, las enfermedades y las desgracias como castigos divinos, casi siempre explicados por los frailes y los sacerdotes como consecuencia de la lascivia, la impiedad y el olvido de Dios. Luisa Benítez, la que primero cayó en poder de los demonios y la que más sufría sus tormentos, insistía en que eran pruebas divinas y que el dolor que le causaban más la animaban a complacer al Señor, redoblando los ayunos y mortificaciones. De poco valían los consejos de su confesor, de los médicos y de las monjas para que se alimentara y dejara de mortificar su cuerpo. Entretanto, los demonios hacían presencia de distinta manera en sus víctimas. En el caso de las monjas de Santa Clara el demonio se manifestaba en forma de hombres negros de gran tamaño, sujetos lascivos y seductores que buscaban conducirlas al pecado. La relación del demonio con la raza africana es constante en los informes. ¿Por qué aparecieron los "espíritus malos" en el convento de Santa Clara? Ya hemos comentado que quienes calificaron el mal que padecían las monjas como demoníaco lo explicaron como “un castigo divino”. La posesión demoníaca era aceptada por el Señor para conducir al perfeccionamiento de sus espíritus. Sin embargo, muchas personas, religiosas y laicas, dudaban o no creían que fueran demonios los que tenían afectadas a las monjas. Para ellos se trataba de una hechicería o de una brujería. Esta fue la razón de que muchos interrogatorios se orientaran a descubrir si alguien podía haber atacado con hechizos al convento. El comentario de que en el pasado se había llevado a un curandero para tratar a una monja enferma dio pie a pensar que este podía ser el culpable de la situación que ahora se vivía. Según se dijo, el curandero estuvo solo con la enferma, le dio algunos bebedizos, mandó quemar algunas prendas y pidió que le quitaran la sal de sus alimentos. Sorprendidos de que se hubiera dejado solo al curandero en la celda con la monja, los oficiales inquisitoriales insistieron en preguntar a qué otros lugares había tenido acceso y qué otras cosas había hecho. La idea de que se trataba de un maleficio o un hechizo resulta comprensible por el contexto social y cultural de la región, donde el curanderismo y las prácticas curativas indígenas tenían una existencia milenaria y se constituían en tradiciones condenadas y prohibidas en el orden colonial, consideradas por la iglesia como obra de Satanás. Aunque la abadesa del convento llegó a decir que 56 monjas "eran molestadas por los demonios", dos tuvieron particular protagonismo en este proceso: Luisa Benítez y Ana Núñez. Según su confesor, Francisco del Risco, fueron de las primeras en presentar las manifestaciones demoníacas y las que parecían estar más dominadas por los malos espíritus y le daban más dificultades para sosegarlas. En ellas terminó enfocándose la investigación inquisitorial. Cabe agregar que ya desde niñas estas dos monjas tuvieron visiones sorprendentes. Por ejemplo, Luisa Benítez declaró que desde muy niña ha visto visiones de culebras, hombres y mujeres de aspectos formidables y de toros que ordinariamente se le ponían delante, y la instaban a que se fuera tras ellos llevándola en contra a su voluntad a partes remotas y escondidas, representándole tentaciones de la carne, aun cuando tenía tan poca discreción que no discernía ser ofensa de Dios sino parecerle solamente mal para lo del mundo y que podían castigarla por ello las personas que la criaban y doctrinaban; y creciendo la edad fueron aumentando las dichas visiones y tentaciones; Por su parte, Ana Núñez afirmaba que a "muy tierna edad se le representó un negrito como que comenzaba a gatear, y entendió que era el demonio y le produjo gran horror". Estas representaciones aumentaron, especialmente en el caso de Benítez, que comentaba a esas sensaciones se sumaba que sentía que su cuerpo se abrazaba en calor y continuaba con visiones de demonios negros y enormes serpientes. Fue esta posesión sexual de los demonios lo que conllevó los exorcismos del padre Francisco del Risco. Exhausta de los padecimientos físicos, Benítez estuvo al borde de la muerte. Sus sentimientos de culpa, rabia, remordimiento y pudor la sumían en un mar de aflicción. Debido a ello extremó su devoción pasando innumerables horas dedicadas a la oración, la meditación y la penitencia. No comía, dormía pocas horas y se martirizaba con el cilicio. En sus confesiones al padre Risco llegó a creer que todo era a causa de no haber sido bautizada correctamente, por lo cual le pidió insistentemente que la bautizara nuevamente, rito que se llevó a cabo de manera muy peculiar: a través de una ventanilla por la que ella sacó la cabeza. El bautizo no acabó los demonios, pero sí suscitó muchos comentarios por la forma tan irregular en que se había realizado. Una de las cuestiones más inquietantes para los religiosos fue la manifestación de Ana Núñez de que la única que podría someter sus demonios era Luisa Benítez. A manera de recomendación, les decía que no gastaran energías en realizarle exorcismos porque no podrían vencer sus demonios. Estos solo obedecerían al "espíritu bueno" de Juana Luisa. Algo que quisieron probar, de modo que, en una ocasión que Ana se encontraba energúmena e incontrolable, llamaron a Luisa, quien puso su mano en la frente de Ana y la sosegó. Esta manifestación fue interpretada como un acto de rebeldía y soberbia hacia los religiosos, aunque también se entendía la fuerte amistad que ambas tenían. Lo que sorprendió y exasperó a las autoridades inquisitoriales fueron las expresiones de Ana sobre “cierta dimensión mística y santa de Luisa” que les sonaba a herejía. Un desarrollo de su veneración por Benítez fue "la estampa" que hizo de ella, con base, dijo, en una visión que tuvo durante la meditación. En dicha imagen representaba el alma de Juana Luisa como si fuera una santa: “La imagen tiene dos coronas en la cabeza, la primera es de espinas, la segunda de flores con piedras preciosas, tres coronas en la palma, la primera de virgen, la segunda de mártir y la tercera de gracias y prerrogativas”. A ello debemos agregar que se extendió la alarma entre las autoridades cuando supieron que la fama de santidad de Benítez se había extendido en el convento y que había monjas que llevaban sus crucifijos para tocar su cuerpo, a manera de reliquias. Incluso se llegaba a decir “que era más santa que Santa Rosa”. La posesión demoníaca de las monjas de Trujillo era definida como una pasión, como algo incontrolable. De hecho, a las monjas se las nombraba energúmenas por la fuerza descomunal que tenían. Llegaba a decirse que se necesitaba hasta tres hombres para controlarlas. Pero también se las nombraba así por sus maledicencias y palabras impronunciables. Pareciera, así, que al convento de Santa Clara no había llegado un demonio, sino toda una legión. El padre Francisco del Risco, en un informe de 15 folios que entregó a la Inquisición, comento que inicialmente aparecieron 25 legiones de demonios. El príncipe o capitán de esta legión era Lariel, un demonio que causaba grandes tormentos a Luisa Benítez. Unas veces se presentaba en forma de ternero con muchas cerdas, pero más comúnmente aparecía como una serpiente. Cuando Risco le pidió que se identificara, dijo: “Soy yo Lariel, tengo cinco alas en memoria de los cinco coros que gobernaba en mi felicidad, y así tengo de cada jerarquía un demonio que fue de aquella jerarquía o coro en cada ala, en el primer puesto, o ala es ángel, en el segundo arcángel, en el tercero trono, en el cuarto dominación, en el quinto principado y fue diciendo sus nombres”. Esta era una explicación bíblica, demasiado intelectual para el contexto de un exorcismo. Aunque en el texto se nombra a Lucifer, no parecería ser el demonio más importante en el caso de estas monjas. Luego de Lariel y su legión, el padre Risco nombró a Manuquiel, un serafín capitán de veinte demonios. Otra legión, más grande aún, de 40 demonios, era capitaneada por Sodoquiel. Llama la atención que los nombres de estos demonios terminan en "el" o en "on". En el listado que elaboró el padre señala la antigüedad de su aparición, por qué actuaban y la forma que tenían. “El más antiguo era Manuquiel, que hacía 18 años se había metido en el cuerpo de Luisa. Otros tenían algunos años o algunos meses” anotó. La historia de Sodoquiel, relatada por el padre Risco, es sumamente curiosa. Según le dijo, vino en el año 1750, exactamente el 22 de septiembre, cuando nació la víctima. Vino o fue enviado por Dios para que los pecadores, viendo los tormentos de esta criatura (Luisa Benítez), se arrepintiesen y sirviesen a Dios enmendando sus culpas. Así, los demonios de Santa Clara no solo eran imaginarios: también eran físicos, materiales. La lucha contra ellos, entablada en los exorcismos, es descrita como una verdadera batalla. Un enfrentamiento que podía durar varias horas. Los exorcismos del convento de las monjas de Trujillo se convirtieron en un espectáculo público. Algo muy semejante a lo que ocurrió en Loudun, donde en verano se volvió destino turístico privilegiado el ir a ver exorcismos. Otra cuestión extraordinariamente importante, que sin duda influyó en la actuación del padre Francisco del Risco, fue el clima espiritual y religioso que se vivía. La canonización reciente de Santa Rosa había creado un furor de santidad. Una especie de arrebato se vivía en todos los pueblos y ciudades, tratando de replicar el ejemplo de la virgen de Lima. En cierto sentido, se estimulaba la experiencia sobrenatural. Sobre este punto se dice que había una especie de competencia por fabricar otra santa. Los mismos religiosos entendían el prestigio que podía darles una pupila canonizada. Pero, la relación del padre Risco con Benítez tuvo extraños visos en los que los celos era una de sus partes más visibles. Por ejemplo, sorprendía que se opusiera con gran vehemencia a que otros prelados la exorcizaran, actitud que no mostraba en el caso de otras monjas. Es más, Benítez era la única a la que confesaba y exorcizaba. De su lado, esta pregonaba que el único que podía exorcizarla era el padre Risco. Estos hechos generaban suspicacias y fueron tomados en cuenta por la Inquisición en el momento de dictar su sentencia. La definición de la naturaleza de los males que sufrían las monjas de Santa Clara, o el "discernimiento de los espíritus", como lo llamara el padre Risco, pronto develó una diferencia de criterio bastante grande entre los religiosos. Los dominicos, que fueron quienes reclamaron la presencia del Tribunal de Inquisición, sostenían que no había ninguna posesión diabólica. Por el contrario, los franciscanos cerraron filas en torno a su existencia. Para había múltiples pruebas de que las monjas estaban poseídas por fuerzas malignas. Si no, ¿de qué otra manera se podía explicar tanto agravio y sufrimiento en "criaturas tan piadosas"? Era evidente que sus arrebatos, visiones, laceraciones, dolencias físicas y sicológicas eran producidas por seres demoníacos. Mientras tanto, los padres dominicos que rindieron declaración lo hicieron con bastante desprecio hacia las monjas que se decían poseídas. Por ejemplo, el padre Joseph Enríquez llegó a afirmar que, contrario a lo que se decía sobre el estado de salud de las monjas, estaban muy gordas. Por su parte, Nicolás Cobos expresó que lo habían presionado para que dijera que se trataba de demonios, ya que negarlo afectaba la "honra" de los franciscanos. Uno de los principales argumentos de los dominicos para negar que fueran demonios los que habitaban en las monjas era que no hablaban latín, ya que es sabido que las personas poseídas hablaban lenguas desconocidas. Cuando las ponían a prueba hablándoles en latín, decían que no entendían lo que les decían y se ofuscaban. Otra cuestión era que no levitaban ni se suspendían en el aire. Por eso muchos se mostraron enfáticos en negar la presencia de demonios y que todo era un fraude. De todo ello se dio cuenta a la Inquisición, que se encargo del caso, que actuó con suma lentitud. Si bien el proceso de indagación sobre los acontecimientos ocurridos en el Convento de Santa Clara se llevó a cabo en los meses finales de 1674 e iníciales de 1675, los conceptos de los calificadores se dieron recién en 1678 y la sentencia solo vino a dictarse el 5 de septiembre de 1681. Antes, se preguntó a cerca de quince religiosos franciscanos, jesuitas, agustinos, dominicos y mercedarios su parecer sobre las dos monjas. Algunos las definían como ilusas, tal vez supersticiosas y llevadas de sus caprichos. En todo caso, las creían devotas y de comportamiento piadoso. Sin embargo, dudaban de su verdadera devoción. Para muchos en cambio, sus visiones rayaban en la apostasía, la herejía y el luteranismo, por lo que merecían ser quemadas en la hoguera. Ante tal diversidad de opiniones, el inquisidor de Lima, Francisco Luis de Bruna Rico, solicitó al dominico y calificador del Santo Oficio, Martín de Pereira, un concepto que le diera mayor claridad sobre el caso. Lo esencial de su calificación se orientó a descalificar que fueran posesas, especialmente porque no sabían cosas ocultas, ni hablaban otros idiomas, ni daban razón de argumentos teológicos. Más bien, insistía, podían ser ilusas diabólicas, mujeres a las cuales el demonio usa para hacer mayores males. El Tribunal se reunió el 5 de septiembre de 1781 en horas de la tarde. Sobre si eran posesas del demonio o eran "embustes y ficciones de ellas", parece que no tuvieron claridad, por lo cual decidieron enviar la causa a Madrid. Y mientras llegaba la resolución, ordenaron el arresto de las dos monjas y su reclusión en cárceles secretas. Igualmente les prohibieron, so pena de excomunión, comunicarse de palabra o por escrito, en público o en secreto. Así mismo, mandó el Tribunal que el padre Francisco del Risco, bajo pena de excomunión, no se comunicase con ellas, en forma verbal, escrita o por interpuesta persona. Además, les fue prohibido volver a visitar la ciudad de Trujillo. Se desconoce si en Madrid se trató el caso de las monjas de Trujillo. Mucho menos se sabe si hubo alguna sentencia adicional. Es muy probable que no y que el caso quedara en el olvido. Tampoco sabemos cuál fue el destino de Luisa Benítez y Ana Núñez. ¿Cuánto tiempo estuvieron presas? ¿Cumplieron la prohibición de comunicarse? Seguramente, en su aislamiento, dedicadas a la oración, continuaron batallando contra el demonio. Se trato de un caso - repetimos - ocurrido en el siglo XVII, tal vez la época de mayor exaltación espiritual. Más aún en el caso peruano, donde la canonización de Santa Rosa había producido un verdadero auge espiritual y un afán por parecérsele, no importándoles llegar a la herejía. Demás está decir que el comportamiento mostrado por ambas sirvió a los funcionarios de la Inquisición para señalarlas como agentes del demonio, por lo que no deja de sorprender que el Tribunal no hubiera señalado en forma clara si la posesión demoníaca había existido. Simplemente silenció el tema y pasó el problema a Madrid, desatendiéndose del asunto. Para concluir, ¿qué nos enseña el caso de las monjas posesas de Trujillo? En primer lugar, que en el Perú del siglo XVII se vivió una intensa espiritualidad, una vivencia en la cual intervinieron de manera especial las órdenes religiosas, interesadas en obtener reconocimientos a su labor. El caso de la impericia del padre Risco en la guía espiritual de Luisa Benítez y Ana Núñez no debería sorprendernos y, más bien, habría que entenderlo como parte de este fenómeno de búsqueda de notoriedad generalizado. En segundo lugar - reiteramos - los conventos no eran entidades aisladas de la sociedad y mantenían innumerables vínculos con los distintos grupos sociales, además que sus gruesas paredes no los defendían del demonio, ya que este habitaba dentro, en la propia concepción cristiana del bien y del mal.

martes, 18 de octubre de 2022

EXPEDIENTES SECRETOS PERÚ: La conexión Nazca

Hasta ahora nadie ha podido descifrar el significado de las líneas y los dibujos de las pampas de Nazca. Solo existen algunas explicaciones parciales consideradas como “probables”, pero nada que se pueda calificar como definitivo. De Nazca se ha dicho casi todo y continuamos sin saber casi nada. La informaciones más antiguas que tenemos sobre las líneas provienen del licenciado Luis de Monzón, corregidor de Soras y Rucanas, que fue el primero en informar en 1686, a su regreso a Europa, sobre las “marcas del desierto” dando noticia de las tradiciones locales que las ligaban a los wiracochas (Fernando Silva Santistevan “Nazca, otra interpretación”). Luego de este testimonio, nada sabemos de la extraordinaria obra realizada en las pampas de Nazca y de quienes lo hicieron y porque motivo. Pareciera como si las líneas y los dibujos hubiesen esperado dormidos, casi 300 años, que alguien les devolviera su valor y quizás, descubriera su verdadero sentido. Lo primero ocurrió en 1939 gracias a Paul Kosok, investigador de la Universidad estadounidense de Long Island, que las dio a conocer al mundo. Ese mismo año, Toribio Mejía Xespe las analizó en una ponencia presentada al XXVII Congreso Internacional de Americanistas. Para él, se trataba de caminos procesionales ligados a algún tipo de culto. Desde entonces, las líneas y dibujos de las pampas de Nazca han sido objeto de numerosas teorías, que resumimos a continuación. Antes de entrar en las hipótesis contemporáneas debemos buscar indicios sobre la existencia de las líneas en su tiempo. ¿Existe alguna mención al respecto durante el Imperio Inca? Hasta ahora no hay evidencia alguna de ello. Cuando ellos llegaron a esas tierras, los Nazca ya habían desaparecido mucho tiempo atrás, luego de ser invadidos y ser conquistados por los Wari y ser anexados a su Imperio. Como sabéis, esta civilización fue anterior a los Incas y tenía su capital en Ayacucho y eran descendientes de los Tiahuanaco, cuyos mismos dioses adoraban, por lo que no fuera de extrañar que las misteriosas líneas continuaran cumpliendo su función. Pero cuando por algún motivo desconocido, ese Imperio colapso, surgieron otras civilizaciones en su lugar, siendo los Incas uno de ellos, quienes acabaron imponiéndose al resto mediante la conquista de sus territorios. Triunfantes, borraron de la “historia oficial” toda mención a quienes los antecedieron, catalogándolos como “barbaros” justificando así sus planes de expansión. De esa manera, es de presumir que no haya referencia alguna en sus cantares de las líneas y dibujos de las pampas, o a quienes estaban destinadas. Es más, si bien en el Coricancha se guardaban imágenes y representaciones de los dioses conquistados por los Incas a lo largo de su imperio, no hay referencia alguna que nos indique que hayan llevado como un trofeo a su recinto sagrado un posible dios Nazca, ello debido a haber sido conquistados siglos atrás por los Waris, desapareciendo junto con su civilización. En cuanto a las líneas, los Incas ignoraron su existencia ya que sus enigmáticas figuras solo es posible contemplarlas desde el cielo en toda su extensión, y como estos no tenían la capacidad de volar, no les dieron la importancia que tenia, ya que vistos al ras del suelo parecen líneas dispersas por el horizonte que no llevan a ninguna parte. En la actualidad, la más conocida de la teorías es la del ‘calendario astronómico con fines agrícolas’ esbozada por Maria Reiche. Ella identifica la figura del Mono con la Osa Mayor, que habría anunciado la llegada del verano, en tanto que otras figuras como las del Ave de pescuezo replegado, el Delfín y la Araña, que podrían estar representando a las estrellas de Orión, habrían anunciado las demás estaciones. Con todo el respeto que merece el trabajo de Maria Reiche, esta teoría parece disparatada, ya que ni siquiera sabemos cómo contaban los días, las semanas o las horas, ni tampoco sabemos cuán avanzados eran sus conocimientos de astronomía, y menos aún si poseían objetos de medición científica además de la simple observación a ojo abierto. Esta teoría tampoco explicar científicamente el objeto de las líneas. En cambio, Paul Kosok ve en ellas algo así como un zodíaco cuyas proyecciones debieron tener algún tipo de correspondencia con el movimiento de los astros. A su turno, Hans Horkheimer y Tony Morrison se inclinan por una suerte de culto a los antepasados y a los Apus, donde las líneas serian senderos trazados para ser recorridos en ceremonias religiosas. Mientras, Johan Reinhard sostiene por su parte que los geoglifos estuvieron relacionados con el culto a la fertilidad y a las montañas y de alguna manera tuvieron relación con la escasez de agua. De igual manera, Anthony Aveni ve en las líneas un circuito procesional relacionado con un culto al agua y sugiere una conexión entre canales subterráneos de agua, las montanas sagradas o Apus y ceremonias rituales en la pampa siguiendo los trazos de las líneas y dibujos. Esta teoría no responde a una pregunta básica, ¿porque encontramos líneas que se superponen unas a otras sin un aparente orden? María Rostworowski se preocupa por el carácter y naturaleza de las líneas y dibujos de las pampas, y manifiesta que los motivos de su existencia serían puramente religiosos y estarían relacionados con el dios Kon, el cual, de acuerdo con las creencias de los Paracas y Nazcas, aparecía en una época del año surcando los cielos. Aquí entramos en una consideración mayor que para nosotros es capital: las líneas y las figuras fueron hechas para un Dios alado que las podía ver desde el cielo. Al respecto, Guillermo Illescas Cook en su libro “Astrónomos en el antiguo Perú” afirma que las líneas y los dibujos fueron hechos para invitar a viajeros interestelares, que los Nazcas identificaban con las estrellas fugaces, a visitar la Tierra. Para Erich von Daniken en tanto, las líneas serian pistas de aterrizaje para naves espaciales conducidas por seres extraterrestres quienes eran tomados por dioses por los antiguos habitantes de Nazca. En ese mismo sentido, Zecharia Sitchin - quien propone a través de sus obras que muchas de las culturas antiguas de Sudamérica y del Mediterráneo tuvieron contacto con una especie de seres alienígenas conocida como los Anunnaki - asegura que ellos fueron los constructores tanto de las líneas como de la curiosa imagen del “astronauta” quien brazo en alto, saluda la llegada del Anunnaki Teshub/Wiracocha. No cabe duda que a pesar de todo lo que se haya dicho de ellas, los dibujos y líneas de de Nazca continuan siendo un enigma, debido a que sólo pueden ser vistas desde el cielo, por lo que evidentemente fueron hechas no para la vista del hombre sino para los dioses. Lo de Nazca es único por cantidad, dimensión y estética, cuando no por antigüedad, locación y misterio. Nazca interpela aún nuestra curiosidad y nos obliga a revisar nuestras ideas sobre el pasado del antiguo Perú, que debido a las grandes lagunas que tenemos de una época en la que no se conocía la escritura, nos es difícil de interpretar. Si bien en Nazca no hemos podido encontrar ninguna representación exacta del “Dios de los báculos” de los Annunaki como en Chavin y Tiahuanaco, hay una serie de representaciones, como puede apreciarse en su cerámica, que se asemejan mucho a lo que hemos visto en las anteriores culturas. La diferencia principal entre la figura Nazca y las anteriores, es que en Nazca el extraño personaje lleva, en una de las manos, una cabeza trofeo en vez de un báculo. Puede decirse que por algún motivo, los Nazca decidieron representarlo de manera casi abstracta y probablemente como un dios menor en comparación con su principal deidad, el dios Kon, que les proveía su diario sustento del mar. Lo que no previeron es que ofendidos por esta situación, los Anunnaki volvieron de la mano de los Waris - quienes como herederos de los Tiahuanaco también adoraban al enigmático “Dios de los Báculos” - para acabar con su civilización y restablecer su dominio. De esta forma hemos podido reconstruir la ruta del Anunnaki Teshub/Wiracocha por las tierras del antiguo Perú hasta los Nazca. ¿Podría esta ser la clave tan buscada por los investigadores para descifrar porque se hicieron las misteriosas líneas y figuras de la pampa de Nazca? La respuesta yace quizás a miles de años luz de nuestro Sistema Solar. Pero antes de ocuparnos de la relación de los Anunnaki con los Wari, debemos hacer un alto y referirnos a una civilización contemporánea a los Nazca que se desarrolló en la península de Paracas, cuyo origen es todavía un misterio, aun para los arqueólogos. Se dice también fue una cultura de “amortiguamiento” entre Chavín y Tiahuanaco (que coincidentemente también tienen al “Dios de los báculos” representado en su arte) Nos referimos como podéis imaginar, a los Paracas, que serán parte de nuestra próxima entrega.

martes, 11 de octubre de 2022

HUISHUI: La pestilencia andante

Cabe precisar en primer lugar que no nos referimos a ese sucio drogadicto de Antauro Humala - del cual se dice que nunca se baña, ya que como ha declarado en reiteradas ocasiones, le gusta llevar consigo "el olor a pueblo"- sino de otro maldito engendro salido del Averno y que forma parte de los mitos y leyendas del Perú. Se trata de un maléfico duende llamado Huishui (cuyo nombre en quechua significa mugriento, seboso, asqueroso), ya que el hediondo olor que emana anuncia su presencia en los pueblos apartados y aldeas remotas existentes a lo largo de la Cordillera de los Andes. Hay quienes lo confunden con el tristemente célebre pishtaco - que también abundan por allí - aunque no tienen nada que ver uno con el otro, ya que se afirma que este ultimo únicamente roba grasa de los cuerpos de sus víctimas, mientras los huishuis, que son de menor tamaño, prefieren raptar a niños no bautizados, bien para devorarlos o convertirlos en duendecillos. Ante todo, ya que en diversas ocasiones nos hemos ocupado de ellos, cabe preguntarse ¿qué son los duendes? Son pequeños espíritus muy traviesos que se dedican a atormentar a personas de todas las edades, sexos y razas, ya que les gusta estar cerca de los humanos. Es difícil predecir el comportamiento de aquellas criaturas que “en teoría” no deberían existir. Es posible que para esas demoniacas criaturas resulte entretenido mover ciertos objetos, pero hay situaciones que pueden pasar de hacer bromas a atacar a los humanos sin ningún problema. De todos los seres feéricos, los duendes son quizá los más vistos por el hombre, tal vez por estar ligados al elemento tierra o debido al hecho de que ellos eligen quién puede verlos y quién no. Tienen además un temperamento bastante imprevisible y generalmente disfrutan haciendo enfurecer a los dueños de las casas donde habitan. A menudo su actitud depende de la relación que los hombres tienen con su elemento, la tierra, y con la naturaleza en general. Lo primero a tener en cuenta es que los duendes han tenido un gran protagonismo en prácticamente todas las civilizaciones de la historia, como la celta o la nórdica. Ambas los consideraban como seres diminutos que se encargaban de proteger los bosques, y la naturaleza en su conjunto. Los duendes de color verde son los más conocidos de todos. Se dice que viven en bosques, aunque muy pocas personas han tenido la oportunidad de verlos. Aunque no son tan populares, también existen los duendes malvados que roban las almas de las personas mediante hechizos. Hay leyendas que cuentan que estas criaturas se esconden en los hogares y salen cuando los más pequeños duermen. Lo que hacen es colocar su mano en la nariz para que los niños abran la boca, y así poder robarles el aliento. Como podéis suponer, los duendes desde siempre han sido objeto de la codicia del hombre, ya que se dice guardan tesoros, esconden riquezas y conceden dones. En el caso del Perú, generalmente suelen habitar bajo tierra custodiando las minas de oro (como el muki, el auqui y el chinchilico) y en caso de ser atrapados, son obligados por sus captores a entregarles las riquezas que acumula so pena de muerte. Generalmente los concede, pero una vez libre suele vengarse de ellos, lo cual ha originado que en ocasiones, a pesar de otorgarles el oro prometido, sean degollados o arrojados vivos a los perros - a los que tienen terror - que rápidamente dan cuenta de ellos. Los huishuis (que al igual que los machulas, los auquillos y los apallimay, prefieren vivir en la superficie) no han escapado a ese destino, ya que como el mal olor los delata, al estar rondando las casas en busca de niños y ser descubiertos por los canes, tratan de darse a la fuga porque saben muy bien de que si son atrapados (como ha sucedido en diversas ocasiones) terminan siendo devorados en el acto. Por último, te has preguntado ¿cuánto viven estos pequeños seres demoniacos? Aproximadamente 500 años, claro, si es que perros y humanos los dejan. Demasiado para unas criaturas repugnantes ¿No os parece?

martes, 4 de octubre de 2022

LO INEXPLICABLE LATINOAMERICA (2da. TEMPORADA): Ocultos secretos salen a la luz por History Channel

Con la conducción del actor, productor y director mejicano Humberto Zurita, llega una nueva temporada de la serie que se adentra en los misterios y secretos más protegidos de América Latina, una tierra plagada de riquezas naturales y culturales y de historias únicas que a muchos resultan inexplicables. Como sabéis, la serie está basada en la exitosa franquicia original de HistoryInexplicable con William Shatner”, la cual profundizara en los eventos más misteriosos de la región que y dará a conocer nuevos hechos sorprendentes sobre lo inexplicable. La nueva temporada de “Inexplicable Latinoamérica” - coproducción de History con Betaplus y Volga producciones - tratará entre otros temas, la historia de extraños personajes de la región, cuentos de fantasmas y criaturas muy particulares. El episodio dedicado icónicos chamanes, brujos y hechiceros, narra por ejemplo casos como el del político argentino con raíces en la brujería negra y esoterismo José López Rega, conocido como “El Brujo”; o el de los monjes Tupyara, que afirman tener el poder de sanar enfermedades graves como el cáncer o leucemia, es el que dará inicio a esta segunda temporada. En cuanto a historias sobrenaturales, la serie descubrirá la crónica de la policía argentina María Florencia Ledesma quien asegura que fue atacada por un fantasma; el caso del niño argentino de ocho años Ariel López, quien luego de haber sufrido un accidente con una descarga eléctrica asegura que puede percibir y comunicarse con entidades que están en otro plano; la tragedia de la Hacienda Meyendorff, entre otros. Además, otro episodio de esta temporada se dedicará exclusivamente a los muñecos malditos, como la muñeca voodoo que propagaba posesiones demoníacas llamadas Grisi Siknis en Nicaragua; o el “Ángel de la muerte” del hospital Rivadavia de Argentina, una estatua que era la imagen de una mujer alada que arrojaba rosas sobre un sepulcro imaginario y que, cerca de donde fue colocada por primera vez los pacientes del hospital comenzaron a morir sin explicación. Por otra parte, “Inexplicable Latinoamérica” también tocará las historias más impresionantes sobre seres inmortales, así como casos sobre las muertes más extrañas en la región. En Cuba, por ejemplo, existe un ritual que se basa en el de los sacerdotes de la antigua Sumeria que consistía en extraer el alma de un cuerpo y ponérselo a otro. Se trata de los paleros, hombres y mujeres que se iniciaron en una religión que mezcla distintas creencias, pero cuyo poder reside en un caldero en el cual guardan el alma de un muerto. Además, este episodio sobre seres inmortales tratará la veneración a los muertos en Méjico, donde dos noches, cada año, las ciudades y pueblos del país conmemoran la tradición mesoamericana en la que no se lloraban a los fallecidos, sino que se les organizaban fiestas para guiarlos en su recorrido al inframundo. Pero además de misteriosas historias sobre personajes, extrañas figuras y criaturas, esta serie también profundiza en los enigmas de distintos pueblos de la región. En esta temporada, conoceremos las historias de: Yarumal, el pueblo del Alzheimer, una región de Colombia en la que sus habitantes eran castigados con esta enfermedad que les provocaba la pérdida de memoria, falta de movilidad y deterioro mental; Los misteriosos gigantes patagónicos no podían faltar en esta ocasión; En tanto, en Vilcabamba, el pueblo de la longevidad, ubicado en Ecuador, la mayoría de sus habitante sobrepasan los 100 años de edad; En tanto, en la región de Candido Godoi, en Brasil, un particular pueblo en el que el 35% de sus habitantes son gemelos o mellizos, y cuyo singular fenómeno se lo relaciona a la intervención de Jofef Mengele, médico y oficial nazi, quien realizo audaces experimentos en la región para demostrar la superioridad de la raza aria. Otra temática que no puede quedar fuera de la agenda de lo inexplicable es la de Dios, de los milagros vinculados a su figura, y de todos los mensajeros terrenales que aseguran que reciben sus mensajes. Entre estas historias, “Inexplicable Latinoamérica” profundizará en la del indígena Juan Diego, de la región de Méjico, y su encuentro con la virgen María; además, narrará la inexplicable historia del cuerpo incorrupto del padre Marianito, de Colombia, famoso por producir milagros ante sus fieles, y cuyos restos sepultados fueron encontrado sin ningún signo de descomposición luego de 10 años de haber sido enterados; ahondara asimismo en el increíble caso de un incendio en un campo de siembra en Santa Fe, Argentina, que arrasó con todo el lugar salvo con un pequeño altar con una cruz que se mantuvo impoluto en medio del desastre; y penetrará en el misterio de la “hostia de Lancia” en Argentina, Colombia y Brasil. Finalmente, “Inexplicable Latinoamérica” también tratará temas de viajeros en el tiempo, en el espacio y de la mente humana, presentando el “Mapa estelar” de los Incas y su parecido con la placa del astrofísico y científico Carl Sagan; Banjhu, el extraño hombre que se presentó en la embajada ecuatoriana en Perú, en 1969, para brindarles a los ecuatorianos información militar peruana; la historia de Rudolph Fentz, el hombre que aseguran que viajó 75 años al futuro; y muchas otras historias, poco conocidas pero su vez intrigantes. Serán ocho episodios en esta nueva temporada y que podrás apreciarlo por History.