TIEMPOS DEL MUNDO
martes, 15 de julio de 2025
LOS ENIGMAS DE KUÉLAP: Entre la historia y la leyenda
En la cima de una alta montaña, casi cubierta por la niebla, descansa una ciudad fortificada llamada Kuélap, el legado arquitectónico de los antiguos Chachapoyas. Ubicada en Amazonas - en el nor oriente peruano - llegar a ella ya no resulta tedioso gracias el Teleférico, que permite ahorrar tres horas a los caminantes y más de una a los que viajan en coche .De esta manera el traslado solo durará veinte minutos a más de 2.300 m.s.n.m. Un paseo donde la sensación del vértigo se irá convirtiendo en adrenalina al tener un vistazo de águila del valle del Tingo, un paisaje realmente admirable. Eso sí, no bajéis la guardia al llegar a tu destino, ya que todavía te espera un camino zigzagueante que te conducirá hasta una ciudad de arquitectura asombrosa. Pero no estás solo en esta aventura, ya que un guía turístico te irá ilustrando sobre la historia de una etnia que luego de los Incas, es una de las culturas prehispánicas que ha dejado el más vasto y rico legado arquitectónico (cerca de 500 complejos arqueológicos desperdigados entre las regiones Amazonas y San Martín). En ese viaje en el tiempo -mientras esquivas las curvas de un corredor empedrado - te enterarás que Chachapoyas no tiene un significado oficial. Según el etnohistoriador Peter Thomas Lerche, este término era de origen aymará y su concepto era ‘el hombre de las nubes’. ¿Por qué aymará? El antropólogo alemán decía que los chachapoyas realizaron intercambios comerciales con el Imperio Wari (que tenía su sede en Ayacucho, pero eran descendientes de los Tiahuanaco). En ambas lugares se encontraron restos de tejidos y artesanías. Es así que durante esos trueques comerciales, los Wari divisaron, en los valles amazónicos, como varios chachapoyas se perdían en las montañas hasta desaparecer entre las nubes. De ahí el nombre. Para Huaman Poma de Ayala, en cambio, esta palabra significaba ‘el guerrero blanco’ debido a los rasgos físicos que tenían sus habitantes por la conquista española. Por su lado, Federico Kauffmann reiteraba que el nombre original de los chachapoyas era ‘sachapoya’ (sacha: monte y poya:nube). Es decir, ‘monte de nubes’ o ‘selva neblinosa’. Este último es hasta ahora la teoría más creíble. Estos son algunos de los trozos históricos que escucharas a medida que asciendes por los últimos peldaños del camino y ya para cuando te des cuenta, levantarás la mirada para, en seguida, encontrar una imponente estructura de 19 metros de altura. Sí, estas frente a Kuélap, una ciudadela de una riqueza cultural e histórica olvidada con el paso del tiempo, pero no por ello, menos importante. Y pensar que esos altos muros que protegen la ciudadela fortificada, así como la estrechez de las entradas, permitió que los Chachapoyas soportaran una guerra por más de 60 años contra los Incas, a quienes se les hizo difícil penetrar este bastión, ya que al interior se levanta otra muralla y, además, sus delgados pasadizos, permitía el paso de una sola persona, facilitando a los ‘guerreros de las nubes’ a hacer frente a los ‘hijos del sol’. Entonces descubrirás, que al fin de ese periodo (1470 - 1530), los Incas llegaron a conquistar la fortaleza mas no pudieron gobernar este vasto territorio, ya que en 1532, como sabéis, llego la expedición española al mando de Francisco Pizarro quien conquisto el Imperio de los Incas, y al saberse la noticia de tan infausto suceso, Kuelap fue abandonada, siendo al poco tiempo cubierta por la vegetación. De regreso en Kuélap, rodear su muralla de más de 600 metros de largo es otra invitación a los misterios que esconde los rincones de esta maravilla arqueológica. Comienzas tu aventura por la tercera puerta porque la primera está restringida y no porque sea una entrada exclusiva, sino porque se están ejecutando un proyecto de conservación. Y una vez dentro, te darás cuenta que Kuélap no solo es monumental por fuera, sino también por dentro. Hay construcciones circulares dominadas por árboles que le dan un aspecto salvaje al ambiente. Más al extremo sur del recinto se encuentra el Tintero cuya estructura parece desafiar la gravedad. Tiene la forma de una botella. Algunos aseguran que sirvió como observatorio astronómico u oráculo, otros, en cambio, aseguran, que sirvió para realizar sacrificios humanos. Uno de los rasgos distintivos de Kuélap son las figuras geométricas y animales míticos que adornan sus muros. Estas representaciones artísticas muestran la cosmovisión de los Chachapoyas y añaden un elemento mágico a la ciudadela. Algunos creen que estas esculturas tenían propósitos religiosos o ceremoniales, lo que agrega aún más misterio al lugar. Dentro de Kuélap, se pueden encontrar varias construcciones ceremoniales que sugieren que la ciudadela tenía un significado religioso y espiritual importante. Además, se han descubierto entierros humanos en el sitio, lo que indica que Kuélap podría haber sido un lugar de culto y rituales funerarios. Cabe precisar que la falta de registros escritos sobre los Chachapoyas y la historia de Kuélap, ha añadido un halo de misterio a la fortaleza. Al respecto, se han transmitido leyendas sobre el lugar, como la historia de la princesa Aya Huma y el guerrero Arutam, que simboliza la esperanza de paz y reconciliación entre pueblos divididos, Se dice que hace mucho tiempo, en las alturas de la fortaleza de Kuelap, vivía la hermosa princesa Aya Huma, hija del poderoso jefe de la tribu de los Chachapoyas. Era conocida por su extraordinaria belleza y su bondad, pero también por su habilidad en el combate y su valentía. Un día, durante una ceremonia en honor a los dioses de la montaña, Aya Huma conoció a Arutam, un guerrero de una tribu vecina, el cual era famoso por su destreza en la batalla y su devoción a proteger a su pueblo. Entre Aya Huma y Arutam surgió un amor profundo y sincero, pero sus tribus estaban enemistadas por viejas disputas territoriales. A pesar de las diferencias y los conflictos entre sus pueblos, Aya Huma y Arutam continuaron encontrándose en secreto en las noches estrelladas junto al río Utcubamba, donde compartían sueños de paz y unidad entre sus tribus. Un día, un anciano hechicero profetizó que solo un amor puro y sacrificial entre Aya Huma y Arutam podría poner fin a la enemistad entre los Chachapoyas y la tribu de Arutam. Con el corazón lleno de determinación, ambos decidieron enfrentarse a los desafíos que se interponían entre ellos y su amor. En una noche oscura y tormentosa, cuando las tribus estaban al borde de una guerra mortal, Aya Huma y Arutam se enfrentaron al jefe de los Chachapoyas y al líder de la tribu de Arutam. Allí, frente a todos, Aya Huma y Arutam demostraron su amor verdadero y su deseo de paz. La pureza de su amor y su valentía conmovieron a los líderes de ambas tribus, quienes finalmente decidieron poner fin a los conflictos y vivir en armonía. La leyenda cuenta que Aya Huma y Arutam vivieron el resto de sus vidas juntos, guiando a sus pueblos hacia una era de paz y prosperidad. Se dice que sus espíritus aún protegen las tierras de Chachapoyas y que, cuando la paz está en peligro, sus figuras fantasmales aparecen en la fortaleza de Kuelap, recordando a todos el poder del amor y la unidad. Esta leyenda no solo perdura en la historia oral de Chachapoyas, sino que también simboliza la esperanza de reconciliación y paz entre pueblos divididos, una lección que sigue resonando en los corazones de quienes visitan esta tierra mística en el corazón de la Amazonía peruana. Aunque varios historiadores indiquen que Juan Crisóstomo Nieto, juez de Chachapoyas, fue su descubridor oficial, no se debe olvidar que aquí los antiguos hacendados ya ocupaban la ciudadela para proteger a sus ganados de los pumas. “Era tan fácil cerrar tres entradas que circular siete hectáreas de terreno”, nos explica el guía. El magistrado Crisóstomo solo tuvo la suerte de descubrir Kuélap en 1843 durante un trabajo de campo para resolver unos litigios sin pensar que conocería esta maravilla oculta en el bosque. Pero más allá de su impresionante estructura, de sus ojos de serpiente incrustados en las paredes y de sus atractivos culturales como El Castillo o El Torreón, Kuélap sigue siendo un misterio para todos. Las investigaciones sobre esta cultura y su desaparecido idioma, siguen siendo todo un enigma.