TIEMPOS DEL MUNDO
martes, 21 de octubre de 2025
EL JINETE SIN ROSTRO DE TRUJILLO: Cabalgando en la oscuridad
Una curiosa noticia proveniente de Trujillo - ubicado en el norte del Perú - da cuenta de un testigo, quien afirma haber visto al jinete sin rostro, una figura espectral que cabalga sobre un caballo infernal y desaparece entre el polvo de la madrugada, según informa esta semana La Industria. Es una vieja leyenda que vuelve a estremecer a la ciudad. Se dice que a altas horas de la noche, este engendro del demonio es visto por caminos solitarios y lugares apartados, quien al encontrar a un desprevenido busca su perdición, ofreciéndole riquezas y favores. Habrá que resistir la tentación porque quienes sucumben a ella irán directamente al infierno. Esta es, en pocas palabras, la leyenda del jinete sin rostro, que sigue viva en el imaginario colectivo de los trujillanos. El hecho que no se vea su rostro es que se oculta bajo la capucha que lleva, y quien ha logrado verlo, afirma que tiene facciones cadavéricas y ojos de fuego, al igual que su caballo. Sin duda alguna, la persistencia de esta leyenda demuestra su profundo arraigo en la identidad de la región, y sirve como un tétrico recordatorio de sus raíces culturales y como una forma de transmitir valores y advertencias de generación en generación. Porque, en el fondo, la leyenda del jinete sin rostro, es un símbolo de la eterna lucha entre la luz y la oscuridad del ser humano. Se trata de una figura enigmática, proveniente del Averno, y se le describe como de gran tamaño, vestido con una especie de hábito negro con una capucha que oculta su rostro. Monta además un caballo negro y deambula por las noches en las calles y caminos rurales, en busca de víctimas, a quienes busca perderlos por medio de la codicia. La historia hunde sus raíces en el sincretismo entre creencias indígenas y europeas, y surgió alrededor de 1920. Algunos estudiosos vinculan su origen con deidades oscuras de los Chimú, un imperio que se desarrolló en la zona y que sucumbió tras una larga y sangrienta lucha a manos de los Incas, quienes los conquistaron en 1470, saqueando e incendiando Chan Chan, provocando el colapso de su civilización. Esta finalmente se extinguió, pero no sus creencias, que fueron preservadas por sus sacerdotes. De cualquier manera, la historia del Jinete sin rostro asegura que fue una vez un hombre común, traicionado por su propia ambición. Proveniente de una familia humilde, hizo un pacto con el diablo para obtener riquezas, pero cuando llegó el momento de cumplir su parte, intentó escapar. Como castigo, el diablo lo condenó a vagar eternamente, buscando almas para llevarlas al infierno. Desde entonces, el Jinete sin Rostro aparece en los caminos, ofreciendo riquezas y favores. Inicialmente amigable, su verdadera intención se revela gradualmente, y aquellos que aceptan su ayuda o dinero quedan condenados. En el contexto de la leyenda, el caballo que monta el engendro es un elemento inseparable de ella. El tamaño y el aspecto lustroso del animal es un símbolo de poder, y al ser también una criatura infernal - tiene características sobrenaturales, como ojos que parecen lanzar fuego, lo que aumenta el aspecto terrorífico de la aparición. En otras versiones, es un elemento de seducción, usado por el personaje para ofrecer transporte, en especial, a las mujeres. Gracias a estos elementos, la leyenda representa más que un simple cuento de terror: encarna la lucha entre la luz y la oscuridad, un tema recurrente en muchas culturas. Simboliza la tentación constante y las consecuencias de la avaricia desmedida. Algunos ven precisamente en esta figura una advertencia contra los peligros de la ambición descontrolada y un recordatorio de los valores tradicionales. Otros lo interpretan como una manifestación del conflicto entre las culturas indígenas y la colonización, siendo el Jinete sin Rostro un estereotipo del colonizador que amenaza la cultura autóctona.