TIEMPOS DEL MUNDO

martes, 27 de octubre de 2020

TULLUYPAMPAY: Un oscuro rito dedicado a la ‘veneración’ de las calaveras

Una curiosa noticia proveniente del centro del país, da cuenta que cada 3 de noviembre se recuerda el ancestral ritual del Tulluypampay (hueso enterrado), donde se le rinde honores a familiares y amigos fallecidos que ahora ‘acompañan’ y ‘cuidan’ a la familia en forma de calaveras. Cabe recordar que esta clase de adoración ya se practicaba en tiempos prehispánicos, donde los cráneos de la gente querida y los antepasados se consideraban fuentes de poder, según las investigaciones de los arqueólogos. Los creyentes de este culto siguen hoy acumulando calaveras por la misma razón, y muchos presumen de tener uno o varios cráneos como parte de la familia, a los cuales les prenden velas. Si bien con la llegada del cristianismo en el siglo XVI se trato de erradicar esas creencias, calificándolas de brujerías y obra del demonio, lo cierto es que han logrado sobrevivir a siglos de persecución, fusionándose con el catolicismo, por lo cual los indios si bien comenzaron a venerar con fervor a santos y vírgenes bajo la vigilancia de los sacerdotes, en realidad seguían adorando por medio de esas imágenes a sus deidades ancestrales, siendo uno de los mas conocidos el caso del Señor de los Milagros, identificado con Pachacamac, el creador del Universo y señor de los temblores y terremotos, según la mitología Inca. Es el llamado sincretismo, que también se dio en otros lugares de América. Se dicen “cristianos” de boca para afuera, pero son paganos de corazón. En cuanto al Tulluypampay, si bien la iglesia católica no acepta esta celebración, permite que los indígenas lleven ese día las calaveras para que "escuchen misa", atestando el lugar esperando unas palabras del párroco, esperando su bendición. Previamente, se encargan de rociar con ‘agua bendita’ los cráneos que llevaron consigo. Si bien el párroco, conocido por sus críticas a la fiesta por considerarla anticatólica, ha reflexionado sobre la importancia de adorar a Dios, a Jesús y no a la muerte, y de no convertir la reunión en una fiesta del alcohol, esta conciente que la gente seguirá fiel a sus costumbres. "Ellos creen y piensan, que los cráneos les hacen muchos favores, les cuidan de las desgracias, de las enfermedades y las maldades que otra personas pueda hacer", ha explicado el sacerdote Jaime Fernández, encargado de realizar la ceremonia, a modo de excusa. Una vez terminada la misa, las calaveras abrigadas con gorras multicolores, reciben ofrendas como flores, ‘tanta wawas’ (panes horneados en forma de un niño), velas, maíz y frutas, dando inicio de esta manera a una gran fiesta folklórica donde el alcohol corre en cantidades industriales en homenaje a sus ‘protectores’, convencidos del poder mágico de las calaveras. Lo que hay que ver.