TIEMPOS DEL MUNDO

martes, 11 de octubre de 2016

APALLIMAY: El duende maldito de los Andes

Cuenta la leyenda que por los caminos apartados de la Cordillera de los Andes es posible encontrar a una siniestra criatura que no es lo que parece ser. Se manifiesta como un inofensivo niño abandonado a su suerte, quien al notar la presencia de un extraño en el camino, se aparece suplicante ante el y grita ‘¡Apallimay! ¡Apallimay!’ que en idioma quechua significa llévame a la espalda. Sus gritos y lamentos llegan a ser tan desgarradores que quien por compasión acude en su ayuda y lo carga tal como se lo exige insistentemente, no se imagina el grave peligro al cual se expone. Cuando logra acomodarse sobre la espalda de alguien, esta pérfida criatura comienza crecer repentinamente hasta convertirse en una horrenda y pesada carga. Entonces, se puede conocer su rostro que de ‘niño’ no tiene nada y por el contrario, presenta unas facciones propias de un anciano, el cual posee una boca grande surtida de colmillos, grandes y puntiagudas orejas, así como facciones repugnantes que destilan ira y rencor. Obliga entonces a su improvisada montura a pasearle de un lado para otro, hasta dejarla extenuada. Presa del miedo, su victima trata de cumplir sus deseos pero trata de no ser vencido por el cansancio porque moriría instantáneamente a manos del pequeño y maléfico monstruo. Cuentan quienes han pasado esta terrible experiencia y han vivido para contarlo, que se debe acudir inmediatamente a un brujo para que con sus maleficios logre expulsar de su espalda al engendro a la brevedad posible, caso contrario, este absorberá la energía vital de su ‘benefactor’ hasta producirle la muerte. Una vez que se logra librar de la criatura, es preciso matarlo a latigazos allí mismo para evitar que huya y vuelva a las andadas una vez más. Aunque es muy escurridizo y logra esquivar los golpes en su huida, en alguna ocasión fue agarrado a punta de patadas tanto por el brujo como por quien lo cargaba, los cuales le dieron de alma sin piedad alguna y creyéndolo muerto, arrojaron su cuerpo sanguinolento a una profunda quebrada estrellándose sobre unas rocas, pero cual seria su sorpresa al ver que el duende se levantaba y se escurría rápidamente del lugar, no sin antes proferir maldiciones en quechua. Sobre esta leyenda existen otras versiones, que indican que al encontrarse el incauto viajero con esta ‘inocente’ criatura pidiendo ayuda y al cargarlo, a medida que pasan las horas este se va haciendo mas pesado, hasta llegar a un punto en el cual, te habla el supuesto ‘bebe’ y te conmina a que lo bajes. Pero al momento de observarlo, lo único que es posible visualizar son huesos humanos, que según la creencia popular pertenecen al espíritu del engendro, que pedía que lo llevaran. Se dice que si el espíritu es vengativo, es capaz de matar al individuo que lo carga, sin embargo, es posible evitarlo entrando en un cementerio y así repeler la acción de este fantasma, quien huye despavorido de tierra santa, es decir ‘consagrada’ por la Iglesia. Así como esta diabólica criatura, existen otros especímenes tan o mas peligrosos en la vastedad de los andes peruanos, quienes siempre están al acecho de sus indefensas víctimas.