TIEMPOS DEL MUNDO

martes, 14 de febrero de 2023

AKATANQA: El devorador de almas

A pesar de su pequeño tamaño, los nativos que viven a lo largo de la Cordillera de los Andes le tienen especial terror porque están convencidos que son portadores de la muerte. Nos estamos refiriendo a los escarabajos peloteros (Scarabaeus sacer). Llamados indistintamente en quechua akatanqa, acatanca o aqatanqa, deben su nombre debido a que transportan excrementos de animales en forma de pequeñas pelotas hacia un agujero hecho en tierra donde depositan sus huevos y cuyas larvas al nacer se alimentaran de su contenido ya que poseen muchos nutrientes. Curiosamente, mientras los antiguos egipcios lo consideraban un animal sagrado y lo tenían en gran veneración (tanto así, que su imagen se usaba como amuleto de protección, al cual se le representaba empujando el sol para que amaneciese y también como símbolo de la resurrección en la otra vida, por lo que era habitual encontrar su efigie tallados en piedra verde y depositado sobre el pecho de los difuntos), los indios en cambio, sienten gran repulsión por este coleóptero y tratan de matarlos a pedradas apenas los ven, aunque al poseer alas, pueden escapar fácilmente. ¿A qué se debe ese comportamiento? Sucede que - según cuentan - los escarabajos tienen la costumbre de introducirse por sus bocas mientras duermen “absorbiendo” sus almas. Cuando ello ocurre, la victima cae gravemente enferma, su piel se vuelve amarilla y adquiere un aspecto cadavérico, muriendo a las pocas horas luego de una larga y dolorosa agonía. La ciencia no se explica como ocurre ese envenenamiento masivo con extraordinaria rapidez, ya que el cadáver termina completamente seco y arrugado, como si fuera charqui (o sea la carne comestible que expuesta al sol, se seca para conservarla más tiempo), solo que en este caso no necesita de los rayos solares para tener idéntico resultado. De allí el odio que le tienen al escarabajo, con el cual tienen que convivir así no quieran, ya que comparten el mismo ambiente debido a que los coleópteros están detrás de los excrementos de sus rebaños de llamas y ovejas, que generalmente duermen prácticamente junto a su dueños, cuyas chozas están al lado del lugar donde resguardan a los animales. Cuentan que en una ocasión, un hombre regreso del pueblo todo borracho luego de vender algunas arrobas de lana, pero al increparle su mujer por su proceder este la mato a golpes, luego de lo cual se puso a beber aguardiente hasta altas horas de la noche en la puerta de su casa y cuando vencido por el sueño estaba a punto de cerrar los ojos, noto que un escarabajo intentaba ingresar por su boca. Si bien quiso quitárselo con la mano que tenia libre - ya que con la otra sujetaba la botella - el coleóptero logro introducirse rápidamente, aferrándose con sus patas a la lengua del sujeto y comenzando a bajar por su garganta, expulsando a su vez un chorro caliente de sustancias químicas por su parte trasera que actúa como un potente veneno. El borracho desesperado se levanto, intentado gritar y pedir ayuda, pero aparte del cadáver de su mujer, no diviso a nadie y en medio de terribles convulsiones se desplomó al suelo, muriendo ahogado entre sus propios vómitos al lado de quien había matado. ¿Justicia divina dirán algunos? Puede ser. Lo cierto es que al día siguiente ambos cuerpos momificados fueron encontrados por sus hijos rodeados de varios escarabajos saliendo y entrando por sus bocas, quienes prendieron fuego a todo lo que había dentro para matarlos, pero al no poder localizar su nido, de nada valió porque al estar este localizado en las profundidades de la tierra se encuentra protegido y desde entonces los coleópteros no se dejan ver de día y solo salen en las noches para continuar tanto con su labor de peloteros de materia fecal guiados por las estrellas, como de “inhalar” el alma de sus víctimas a la menor oportunidad que se les presente.