TIEMPOS DEL MUNDO

martes, 1 de septiembre de 2015

SECRETO REVELADO: La maldición del “cerro fantasma” de Villa María del Triunfo

A raíz de una serie de accidentes producidos en este inaccesible lugar ubicado al este de Lima - que han dejado como saldo varios muertos entre los ocupantes de las avionetas que se atreven a sobrevolar el lugar – ha resurgido una leyenda, el cual afirma que el sitio está embrujado y habitado por un demonio, a quien los nativos le hacían ofrendas, tal como sucedía en diferentes nevados de los Andes, hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI, cuando dichos santuarios fueron erradicados y en algunos casos “cristianizados” con la colocación de una cruz en el lugar para borrar las ceremonias paganas del imaginario colectivo. Son los llamados Apus, espíritus demoníacos que moran en las montañas, a los cuales se les atribuye influencia directa sobre los ciclos vitales de la región que dominan. En estos cerros tutelares existían estructuras o plataformas donde se desarrollaban diversos ritos que en algunos casos - como la Dama de Ampato en Arequipa - incluían sacrificios humanos. Existían dos clases de Apus, los que habitaban en montañas de gran altitud que generalmente están cubiertos de nieves perpetuas, y los que se ubicaban en cerros o lomas de la costa peruana, como es el caso del cerro San Cristóbal de Lima y las que se localizan por ejemplo, en Villa Maria del Triunfo. En efecto, según antiguas crónicas, las que se ubican precisamente en este último lugar - debido a su inaccesibilidad y que en épocas de invierno se encuentran envueltas en una espesa niebla - están embrujadas. Cuenta la leyenda que en épocas pretéritas, su aspecto exterior fue diferente a lo que es hoy - un lugar desolado y sin vida - ya que los cerros estuvieron cubiertos íntegramente de exuberante vegetación, debido a las continuas lluvias gracias al demonio (Apu) que custodiaba el lugar. Sin embargo, la cima, durante todo el año, permanecía envuelta por densas nubes, como tratando de ocultar “algo” especial, que no era otra cosa que el santuario construido en honor al Apu, adonde acudían los crédulos lugareños, siguiendo la costumbre de sus ancestros, llevándole muchas ofrendas, en agradecimiento a las lluvias y buenas cosechas. Todo era felicidad hasta que llegaron los españoles en el siglo XVI - tal como señalamos mas arriba - los cuales luego de saquear el santuario, lo destruyeron completamente no quedando rastro alguno de el. Al ver su sitio de adoración profanado, los nativos sintieron miedo, ya que de pronto percibieron la presencia de una fuerza maligna en ella y jamás volvieron a acercarse al lugar. Sin embargo, ello fue su perdición ya que el demonio al ver que no le ofrecían mas ofrendas , maldijo a los habitantes de la zona, quienes se percataron que de improviso comenzaban a desaparecer sus seres queridos, los cuales luego aparecían horriblemente mutilados por los alrededores. Asimismo cesaron las lluvias y una aridez extrema se apodero del lugar, por lo que paulatinamente fue abandonado. Desde entonces permanece desolado y pocos se atreven a cruzar el lugar ya que temen encontrarse con el maligno, al cual dicen que se le ha visto en busca de nuevas victimas, para saciar su sed de sangre. Coincidentemente desde que las autoridades dispusieron que las nuevas rutas de las avionetas que lleguen a Lima procedentes del sur del país pasarían por el lugar para que no utilicen las rutas principales dedicadas a los aviones comerciales, se han sucedido una serie de accidentes en forma continua debido a que son atrapadas por la niebla que los atrae a la zona, haciendo “invisible” a los cerros aledaños para los pilotos de las aeronaves, quienes al darse cuenta a ultimo momento de su presencia, tratan de evadirlos pero ya es demasiado tarde para ello, encontrando la muerte en el acto. Si bien las autoridades están convencidas de que los accidentes se deben a causas naturales, debido a la difícil geografía del lugar, los lugareños por el contrario aseguran que “el sitio esta maldito y el demonio es el causante de ello”. La verdad, vaya uno a saber.