TIEMPOS DEL MUNDO

martes, 3 de octubre de 2017

LA LEYENDA DEL GRAN PAITITI: La ciudad de oro de los Incas

En el 2001 Mario Polia, un arqueólogo italiano que se encontraba investigando en los archivos del Vaticano encontró un manuscrito de mediados del siglo XVI del jesuita español Andrés López. En esta carta se relataba un viaje a pie de 10 días de duración que los incas realizaban entre el Cuzco y el Paititi, una ciudad donde afirma que había más oro que en la propia metrópoli inca. Junto a ese manuscrito se hallaba la autorización papal para evangelizar el Gran Paititi - como se le dio en llamarla - por parte de los jesuitas, aunque éstos nunca dieron más pistas de la localización exacta del enigmático lugar para evitar la “fiebre del oro”. Como sabéis, esto derivó en una búsqueda desenfrenada por parte de los españoles de cualquier vestigio de oro, el cual en el Imperio Inca sólo se empleaba para elementos decorativos y parecía inagotable. De hecho, fue el extremeño Francisco Pizarro, quien al mando de una expedición que había llegado a esas tierras en 1532, logro capturar a traición al Inca Atahualpa en Cajamarca, el cual a cambio de su libertad les ofreció una habitación llena de oro. Ello despertó la codicia de Pizarro, quien si bien acepto el acuerdo, al final no cumplió su palabra e hizo ejecutar al Inca a pesar de que había pagado su rescate. Tras entrar en el Cuzco y someterla a un saqueo generalizado de sus templos y palacios, donde se hicieron de un fabuloso botín, como en el Coricancha - donde sus paredes estaban enchapadas en oro y pesadas estatuas de sus dioses estaban hechas del mismo metal - no contentos con todo lo que robaron, quisieron saber su procedencia para ir a por ella y se enteraron de la existencia de ‘una ciudad muy lejana’ en el cual - les dijeron - había muchísimo mas oro de lo que habían tomado en el Cuzco, tanto así que estaba íntegramente construida con el precioso metal. Así nació leyenda del Gran Paititi, que a lo largo de los siglos, ha atraído a multitud de arqueólogos, exploradores y aventureros en busca de fortuna que han fallecido en su intento de encontrar la legendaria ciudad. Los supervivientes nunca dieron con su paradero. Hoy en día ya no es la sed de oro la que guía a los nuevos exploradores, pero el revulsivo de la localización de la mítica ciudad se ha visto impulsado por el descubrimiento de la carta del siglo XVI. Existe la creencia generalizada que en el fondo de lagos ubicados a lo largo de la Cordillera de los Andes - como el Titicaca - los Incas arrojaron una gran cantidad de tesoros para evitar que cayeran en manos de los españoles, pero la dificultad de bucear allí dada su profundidad probablemente los deje a perpetuidad en el fondo. Sin embargo, ese no es el lugar histórico para ubicar la mítica ciudad dorada, la cual se encontraría al nordeste de Cuzco, en la región amazónica de Madre de Dios (ubicado entre las actuales fronteras de Perú con Brasil y Bolivia). El Paititi es considerado hoy el gran enigma arqueológico de Sudamérica. Hay una zona a la distancia descrita por la famosa carta en las selvas del río Madre de Dios, como la meseta de Pantiacolla, donde se descubrió en 1996 lo que pareciera ser la legendaria ciudad. En efecto, Greg Deyermenjian - obsesionado con el Paititi de la misma manera que Hiram Bingham lo hizo con Vilcabamba pero término descubriendo Machu Picchu - localizó en el lugar unas extrañas formaciones a los que llamo las pirámides de Paratoari y a pesar de llegar a pie y sobrevolarlas en avioneta, no ha podido determinar si son construcciones naturales o artificiales por el extenso follaje que las recubren, aparte de estar envueltas permanentemente en espesas nieblas en un lugar con continuas lluvias torrenciales. Sin embargo, fue en el 2002 cuando un equipo internacional de treinta investigadores encabezado por el polaco Jacek Palkiewicz, quien guiado por la carta descubierta en el Vaticano un año antes, tras dos años de expedición anunció el ‘hallazgo’ de la ciudad inca del Paititi. Ésta se encontraría en una zona colindante con el parque nacional del Manu - una reserva natral de difícil acceso - entre los departamentos del Cuzco y Madre de Dios, justo a 10 días de camino de Cuzco. En el siglo XVII la leyenda sobre el Paititi la situaba bajo una laguna, en una meseta de 4 kilómetros cuadrados y cubierta totalmente de vegetación. Hasta ahí llegó este equipo internacional, descubriendo con sus georradares un importante entramado de cavernas y túneles bajo la laguna. Pero no se ha encontrado ningún tesoro. Sin embargo, muchos investigadores actuales consideran que no se trataría de la mítica ciudad, sino de una población menor abandonada por sus habitantes, al enterarse de la caída del Imperio Inca - como sucedió con Kuelap, Choquequirao o la propia Machu Pichu - además de que no estaba construida en oro como dice la leyenda, por lo que el Paititi oficialmente seguiría siendo una ciudad ‘perdida’. Cinco siglos atrás el oro empujaba a arriesgar las vidas de los conquistadores. Hoy, exploradores y aventureros se siguen arriesgando no ya por el oro sino por la emoción y la gloria del descubrimiento; tal fue el caso de Lars Hafksjold, un antropólogo noruego que en 1997 desapareció en las aguas del río Madidi. A pesar de todos los intentos fallidos por localizarla, esta permanecería oculta bajo la espesa vegetación de la selva amazónica, esperando a que unos exploradores puedan sacarla nuevamente a la luz.