TIEMPOS DEL MUNDO

martes, 4 de agosto de 2020

EXPEDIENTES SECRETOS PERÚ: La conexión Lambayeque

En las entregas anteriores de esta serie hemos revisado el posible contacto entre los Anunnaki, alienígenas venidos del planeta Nibiru, y la culturas Chavín y Tiahuanaco. Según las teorías de Zecharia Sitchin, los Anunnaki vinieron a América a extraer oro y otros metales. Ahora vamos a tratar la posible llegada de los Anunnaki a la costa norte del Perú, donde se desarrollaron notables civilizaciones como las culturas Lambayeque, Mochica y Chimú, conocidas en el mundo entero por sus trabajos en oro. Por cierto, los fundamentos de los Chimú (siglo XIV-XV d.C.) se encuentran en la cultura Lambayeque creada alrededor del siglo VII d.C. por viajeros que llegaron del norte a través del mar. La historia que relata este hecho se conoce como el mito de Naylamp, quien es considerado como el fundador de Lambayeque. El cronista español Miguel Cabello de Balboa recogió la historia de Naylamp contada por uno de los descendientes de estos viajeros, en su crónica “Miscelánea Antártica” (1586). Según escribió, en tiempos remotos llegó a la costa norte del Perú un cortejo de barcas con cientos de personas a bordo. El jefe de la expedición era un gran señor llamado Naylamp quien traía consigo una estatua labrada en una piedra de color verde con su rostro. Este ídolo fue llamado Yampallec (que quiere decir figura y estatua de Naylamp). Cabe destacar que de esta palabra deriva al nombre de Lambayeque, con que se conoció el lugar posteriormente. La comitiva que rodeaba a Naylamp era impresionante. En su ejercito habían cuarenta oficiales, e incluía un sonador de Pututo, un encargado de las andas, un preparador de bebidas, un preparador de baño, un maquillador, un cocinero, un tejedor de ropas y un personaje encargado de esparcir polvo de conchas marinas por donde su amo iba a pasar. Naylamp venía acompañado, también, por un grupo de concubinas, entre las que destacaba la que los nativos identificaron como su mujer, Ceterni. La delegación desembarcó en la costa peruana y luego de escoger explorar la zona construyeron un templo llamado Chot, donde albergaron su ídolo de piedra verde. Naylamp trajo la civilización a los habitantes de aquellas tierras y ellos vivieron prósperamente bajo su reinado. El relato que recogió Cabello de Balboa cuenta que Naylamp vivió muchos años entre los nativos hasta que llegó el tiempo de su muerte. Sus vasallos de confianza, que siempre lo vieron como un ser inmortal sobre el que la muerte no tenía jurisdicción, lo sepultaron a escondidas en el lugar donde su rey había vivido y corrieron la voz que a Naylamp le habían crecido alas y había desaparecido, presumiblemente volando. La mayoría de los nativos, que no sabían que esto había sido inventado por los vasallos más cercanos de Naylamp para ocultar su decepción ante su muerte, lo buscaron desesperados sin encontrarlo. Veamos algunos detalles interesantes que nos pueden aportar otra perspectiva para la interpretación del mito. Si Naylamp realmente existió, ¿Quién era? ¿De dónde pudo haber venido? Hay quienes creen que Naylamp fue un Anunnaki que pasó tiempo suficiente con los olmecas de Mesoamérica como para aprender su lengua, y que navegó hasta las costas del Perú con un ejército de olmecas. ¿En qué se basaron para hacer estas afirmaciones? Sucede que el factor lingüístico es determinante para establecer el origen de Naylamp y de su ejército. Nombres como Yampallec, Occhocalo, Xam Muchec, Ollop-copoc o Llapchiluli, todos acompañantes de Naylamp, tienen evidentes connotaciones mayas. Como sabéis, los mayas tuvieron influencia cultural de los olmecas. La lengua de los olmecas se denomina protomayahuasteca y fue la que, posteriormente, se dividió en los dialectos maya y huasteca. Entonces, la comitiva de Naylamp pudo haber estado formada por olmecas. El Anunnaki Naylamp podría haber pasado un tiempo en América Central, mientras reclutaba un ejército de olmecas para aventurarse hacia las costas del Perú. Otro elemento importante a considerar es el famoso ídolo que trajo Naylamp y que lo representaba. Algunas teorías sostienen que estaba hecho de jade verde. Es posible porque las culturas mesoamericanas trabajaron el jade y le otorgaron más valor que al oro. El problema es que los trabajos en jade realizados por estas culturas son, en su gran mayoría, pequeños. La civilización olmeca utilizó el jade, mayormente, para hacer hachas. Los mayas lo usaron para crear pendientes, cuentas, incrustaciones, y figuras de jade. Estas figuras varían en tamaño desde miniaturas que caben en la palma de la mano hasta trabajos como la máscara encontrada en la tumba de Pakal, que tiene el tamaño promedio de un rostro humano. La escultura maya de jade más grande que conocemos es la cabeza del dios Sol encontrada en Altun Ha, con un peso de casi 5 kilos. Sin embargo, ni siquiera la cabeza de Altun Ha sería lo suficientemente grande para encajar en la leyenda de Naylamp. La comitiva de Naylamp era numerosa e impresionante, para que un objeto resaltara entre toda esa multitud tendría que haber sido más grande que la cabeza encontrada en Altun Ha. Además, si Naylamp y su séquito se dieron el trabajo de construir un templo para albergar la estatua, esta no puede haber sido tan pequeña. Lo anterior no descalifica la teoría del jade, pero si la hace muy improbable. Los mayas y los olmecas realizaban esculturas grandes pero no en jade. Otros investigadores e historiadores han dado por sobreentendido que el ídolo estaba hecho de esmeralda ya que esta tiene color verde y por qué en otras culturas americanas existen ídolos de esmeralda. Pero hay quienes creen que se trata de una equivocación, ya que sostienen que el ídolo estuvo hecho de malaquita. Una piedra verde proveniente del Congo africano que tiene extraordinarias propiedades curativas no sólo a nivel físico sino también psíquico. El ídolo no podría haber estado hecho de esmeralda ya que los cronistas españoles conocían bien esa piedra y hasta la llamaban por su nombre. El cronista español Fray Pedro Simón (1574-1628) nos narra el esclarecedor siguiente pasaje. “Algunos días antes que llegara el comendador don Diego de Ordás (año 1530) a este golfo y bocas del rio Marañón, se había cogido por allí cerca una canoa con cuatro indios y hallado entre ellos dos piedras de esmeralda, la una tan grande como la mano.“ (Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias occidentales, vol.1, pág. 253) Los nativos también conocían bien a la esmeralda y no habría representado ninguna novedad para ellos. La presencia de esta piedra preciosa fue, gracias al comercio, tan común entre los Incas, que los españoles supusieron que en el Perú existían minas de esmeralda. Por otro lado, la malaquita era una piedra pocas veces vista en el continente americano. Según se cree, los Anunnaki llegaron a América Central en busca de oro, luego de recorrer Europa y África. Esto podría explicar como un ídolo de tamaño considerable hecho de una piedra originaria del Congo, como la malaquita, llegó hasta las costas del Perú. El mito de Naylamp cuenta también que uno de sus acompañantes esparcía un polvo rojo por donde iba a pasar su señor. Según los nativos, este polvo era Spondylus molido y lo llamaban Mullu. Aquí existe un detalle que merece ser destacado. En varios textiles de la cultura Paracas, que se desarrolló en la costa sur del Perú entre el 800 a.C. y el 100 a.C., se han encontrado personajes y divinidades portando collares de Spondylus, y con el cuerpo pintado con formas de esta especie. Más aún, según las investigaciones de la historiadora María Rostoworoski, el Mullu era indispensable para hacer llover. Los indígenas ofrecían el polvo a los dioses para evitar sequías. El Spondylus era, en la mayoría de las culturas del antiguo Perú, el alimento de los dioses. El hecho de que uno de los integrantes de la comitiva de Naylamp lanzara polvo rojo a su paso nos indica que lo consideraban un dios venido de muy lejos. En la siguiente entrega analizaremos a los Mochica y su relación con los Anunnaki.