TIEMPOS DEL MUNDO
martes, 4 de abril de 2023
VIAJERO DE MUNDOS DESCONOCIDOS: ¿Fue Jesús el Viracocha que conocieron en el Antiguo Perú?
¿Es posible que dentro de los años perdidos de Jesús se encuentre una tradición desconocida? Se comenta que aquellos años de su juventud que nadie conoce y que no están detallados en la Biblia, bien pudo visitar tierras remotas como la India, pero, ¿es probable que llegara a América? Para explorar esta hipótesis, tenemos que repasar primero lo que el cronista español Pedro Cieza de León relata acerca del Dios Viracocha: “Antes que los Incas reinasen en estos reinos ni en ellos fuesen conocidos, cuentan estos indios otra cosa muy mayor que todas las que ellos dicen, porque afirman que estuvieron mucho tiempo sin ver el sol, y que padeciendo gran trabajo con esta falta, hacían grandes votos é plegarias á los que ellos tenían por dioses, pidiéndoles la lumbre de que carecían; y que estando de esta suerte, salió de la isla de Titicaca, que está dentro de la gran laguna del Collao, el sol muy resplandeciente, con que todos se alegraron. Y luego que esto pasó, dicen que de hacia las partes del Mediodía vino y apareció un hombre blanco de crecido cuerpo, el cual en su aspecto y persona mostraba gran autoridad y veneración, y que este varón, que así vieron, tenía tan gran poder, que de los cerros hacia llanuras y de las llanuras hacia cerros grandes, haciendo fuentes en piedras vivas; y como tal poder reconociesen, llamábanle Hacedor de todas las cosas criadas, Principio de ellas, Padre del sol, porque, sin esto, dicen que hacia otras cosas mayores, porque dio ser á los hombres y animales, y que, en fin, por su mano les vino notable beneficio. Y este tal, cuentan los indios que á mí me lo dijeron, que oyeron á sus pasados, que ellos también oyeron en los cantares que ellos de lo muy antiguo tenían, que fue de largo hacia el Norte, haciendo y obrando estas maravillas, por el camino de la sierra, y que nunca jamás lo volvieron á ver. En muchos lugares dizque dio orden á los hombres cómo debían vivir, y que les hablaba amorosamente y con mucha mansedumbre, amonestándoles que fuesen buenos los unos á los otros, no se hiciesen daño ni injuria, antes amándose unos a otros, y en todos hubiese caridad. Generalmente le nombran en la mayor parte Ticiviracocha, aunque mas como Viracocha” escribió Cieza de León. Según lo relatado por el cronista en la primera parte, nos sorprende que se haga referencia a un hombre de tez blanca, si la historia dice que el descubrimiento de América por parte de los españoles, ocurrió en el siglo XV ¿cómo es posible que exista esta referencia? Esto sólo se explicaría por medio de hipótesis alternativas de la migración de los seres humanos por el planeta tierra, de los cuales no tenemos noticia. Sorprenden además las semejanzas de las cualidades de Viracocha con Jesucristo, la mansedumbre, el dicho de amarse los unos a los otros, y la capacidad de obrar milagros portentosos dignos de un Dios hecho hombre. ¿Pero es motivo suficiente para pensar que el dios andino sea el mismo Maestro de las escrituras bíblicas? Sigamos revisando la crónica: “Dicen que, pasados algunos tiempos, volvieron á ver otro hombre semejable al que está dicho, el nombre del cual no cuentan, y que oyeron á sus pasados por muy cierto, que por donde quiera que llegaba y hubiese enfermos, los sanaba, y á los ciegos con solamente palabras daba vista; por las cuales obras tan buenas y provechosas era de todos muy amado; y de esta manera, obrando con su palabra grandes cosas, llegó á la provincia cuzqueña de los Canas, levantándose los naturales inconsideradamente al verlo, fueron para él con voluntad de apedrearlo, y lo encontraron hincado de rodillas, alzadas las manos al cielo, como que invocaba el favor divino para así librar del aprieto en que se veía. Afirman estos indios más, que luego pareció un fuego del cielo muy grande que pensaron ser todos abrasados; temerosos y llenos de gran temblor, se acercaron a querían matar, y con clamores grandes le suplicaron de aquel aprieto librarlos quisiese, ya que conocían por el pecado que habían cometido en lo así querer apedrear, les venía aquel castigo. Vieron luego que, mandando al fuego que cesase, se apagó, quedando con el incendio consumidas y gastadas las piedras de tal manera, que á ellas mismas se hacían testigos de haber pasado esto que se ha escrito, porque salían quemadas y tan livianas que, aunque sea algo crecida es levantada con la mano como corcho. Y sobre esta materia dicen más, que, saliendo de allí, se fue hasta llegar á la costa de la mar, adonde, tendiendo su manto, se fue por entre sus ondas, y que nunca jamás pareció ni le vieron” apuntó. Sinceramente según estos dichos, son más que evidentes las coincidencias de los actos de este “hombre blanco” con Jesús y con pasajes puntuales relatados en la Biblia, que hasta da la impresión de ser un calco, como por ejemplo: sanar a los enfermos, devolver la vista a los ciegos, rogar al Dios padre del cielo de rodillas y una desaparición tan misteriosa (como la ascensión a los cielos) extendiendo un manto sagrado para marcharse casi flotando sobre el mar, como en una ocasión Jesús se presento de ese modo a sus apóstoles en el Mar de Galilea. Podemos afirmar entonces que el antiguo Perú fue visitado por grandes reformadores, ordenadores de las cosas, hombres milagrosos, que tomados por ‘dioses’ se mantuvieron en el inconsciente colectivo de los habitantes de los Andes. La pregunta que podemos hacernos entonces es ¿Jesucristo y algunos de sus apóstoles visitaron esas lejanas tierras? Si efectivamente ello ocurrió, pudiesen ser algo así como Cristos andinos, según Cieza de León, ellos también tenían acompañantes, hombres blancos de extrañas vestiduras y barbas largas, que llegaron de manera intempestiva y se fueron “caminando por las olas del mar hasta desaparecer”. ¿De quienes se trataban en realidad? Quizás nunca lo sepamos.