TIEMPOS DEL MUNDO

martes, 2 de julio de 2024

CERRO SECHÍN: ¿Un siniestro templo del horror?

"América - escribe Jiménez del Oso en El Imperio del Sol - está llena de lugares para el asombro o la reflexión, llenos de misterio o de belleza… Pero hoy no iremos a ninguno de ellos. Hoy visitaremos un sitio de muerte y sacrificios, un lugar donde encontrarnos con lo peor que el hombre lleva dentro…". En la provincia de Casma (Ancash), a 370 kilómetros al norte de Lima, dejando atrás la áspera ladera del desierto, encontramos los rostros esculpidos en los muros de Cerro Sechín, con su mirada acerada, y sus rasgos felinos, desdibujan una sonrisa desafiante. Tal y como los describe Jiménez del Oso: "Son una macabra galería de cuerpos seccionados, de miembros despedazados, de cabezas cortadas, como siniestro escaparate de una carnicería de carne humana, una exhibición tal de vísceras y miembros, que algún arqueólogo ha lanzado la hipótesis de que era un centro donde se enseñaba anatomía. En varias piedras aparecen cuerpos partidos por la mitad, y en algunos de ellos son claramente visibles los intestinos, representados de una forma esquemática, pero eficaz; incluso hay una en que aparece el aparato digestivo estilizado, él sólo, como un trofeo atroz…". Este singular ejército de trescientos veintiséis monolitos constituiría una única escena mural, como si de una especie de fortín se tratase, erigido hacia el 1800 a. C. Cercado por este escaparate de imágenes siniestras, hay que imaginarse un templo de barro mucho más antiguo y que hoy se desvanece derretido por el paso del tiempo y que pudo alzarse entre el 2200-2100 a. C. Fecha que podría retrasarse hasta el 3000 a. C. luego de que, a finales de 2019, la arqueóloga Mónica Suárez Ubillús, desenterrase los restos de una pirámide de adobe, con restos humanos. El monumento está construido sobre una extensión de unas cinco hectáreas. Presenta siete estructuras, seis de ellas hechas con piedra y mortero de barro y una con adobes cónicos, típicos del Período Arcaico (1600 antes de nuestra era). Dos de las estructuras ocupan la parte central, correspondiendo una de ellas al llamado "Edificio Principal" que cubre a la estructura antigua de adobes cónicos con relieves de barro. Las otras cuatro se ubican apareadas en ambos lados del edificio principal. Lo que hoy conocemos como Cerro Sechín constituiría por lo tanto la manifestación de una de las primeras culturas preincaicas. Por qué y para qué fueron esculpidas las macabras imágenes en piedra es todavía un enigma no resuelto frente al que solo puede especularse dentro de un amplio abanico de interpretaciones…Para su descubridor, el arqueólogo Julio Tello (180-1947) y el etnólogo Antonio Jiménez Borja (1908-2000) el dramatismo que estila la iconografía en piedra de Sechín estaría conmemorando una batalla crucial contra un pueblo enemigo. Podría afirmarse que dicho templo fue construido como un Monumento a la Victoria - en la cual representan guerreros y cuerpos mutilados, brazos y cabezas sangrando, cuerpos y piernas seccionados, entre otros despojos humanos de los vencidos. De los datos extraídos en yacimientos cercanos, Cerro Sechín habría rivalizado en hegemonía con una población que se asentó al otro margen del valle de Casma: Pampa de las Llamas-Moxeke. Los habitantes de Sechín debieron enfrentarse a los de Moxeke, bien para demostrar su superioridad, bien para preservar su independencia frente al expansionismo de estos últimos. Algunos arqueólogos han encontrado cierta similitud estética en la vestimenta de los sacrificados del muro de piedra de Sechín y la de los personajes que figuran en los frisos de Moxeke. En los setenta, el médico cuzqueño Víctor Paredes Ruíz formuló una audaz teoría: Cerro Sechín constituiría el primer centro de estudio anatómico del Antiguo Perú. Como en las actuales facultades de medicina donde cadáveres son diseccionados para el estudio de anatomía, en Sechín se habrían utilizado prisioneros de guerra para su vivisección. Esto explicaría que en sus piedras se hayan representado órganos internos. Diferente es la interpretación que se ofrece desde la arqueología marxista, que cuestiona el papel desempeñado por las élites gobernantes y la explotación de las clases serviles. Cerro Sechín sería escenario para una sublevación de la clase trabajadora que, en algún momento, decidió rebelarse frente a las élites. Su mural en piedra rememoraría el resultado de esa “rebelión popular” cuya insurgencia fue reprimida de manera tan sanguinaria. Para el arqueólogo e historiador Federico Kauffmann , el lienzo de Sechín escenifica los sacrificios humanos, inmolados por la élite gobernante. El sanguinario holocausto pretendía aplacar la ira del dios del Agua, cuyo azote se manifestaba a través de catástrofes climáticas como El Niño. Tras esta práctica religiosa se camuflaría una estrategia de control social: la escasez de recursos exigía disminuir el crecimiento demográfico, de ahí la necesidad de inmolar periódicamente a un número de congéneres. En cualquier caso, las rogativas con sangre no debieron ser escuchadas. Las inclementes trombas desencadenadas por El Niño, no tuvieron clemencia con los habitantes de Cerro Sechín, colapsando hacia el 1500 a. C. Fue entonces cuando sus templos fueron sepultados, tal vez intencionadamente, por aquellos hombres que habían tributado su sangre a unos dioses... que les habían abandonado.