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martes, 18 de junio de 2024

APUS: Los antiguos espíritus de las montañas

Fueron deidades muy importantes durante el Imperio Inca y que hasta el día de hoy reciben culto. En efecto, los registros históricos muestran como los habitantes de las montañas andinas continúan rindiendo culto a las mismas, una tradición que se mantiene desde hace cientos de años. Estos dioses antiguos de los Incas son conocidos como Apus. Se trata de un vocablo quechua que posee dos definiciones “Montaña” y “Espíritu”. En pocas palabras, cuando hablamos de los Apus, nos referimos a los “Espíritus de la Montaña”. El nacimiento a este culto nace, posiblemente, de la propia geografía de las zonas en donde se asentaron los poblados antiguos, usando las montañas como protección. Las montañas sagradas eran vistas como unos dioses de la guerra; dentro de la cultura incaica, los Apus protectores eran las montañas, y estas se encargaban de resguardar los pueblos de sus alrededores. Se cree que los Incas se apropiaron de la adoración a las montañas de pueblos anteriores, creando monumentos para la adoración. Los Apus formaban parte de una religión que veía a las montañas como un campo sagrado en donde existían las huacas; los templos sagrados. En el vocablo quechua actual, los Apus junto a la Pachamama, actúan como deidades andinas que no sucumbieron a la evangelización cristiana. Se cree que Hanaq Pacha y Ukhu Pacha, los cuales serían el “Mundo de arriba” y el “Mundo de adentro”, eran vistos como realidades con las que el Kay Pacha, el mundo de la superficie, podía interactuar y comunicarse a través de los Apus, sacerdotes o las huacas. En el quechua antiguo, la palabra Apu se usaba inicialmente como una palabra de respeto, traducible a “Señor”. Los Incas las usaron para posteriormente llamar así a las montañas y a las grandes nevadas. Con el tiempo, los Apus se convirtieron en espíritus protectores que cuidaban de los pueblos y sus cosechas. Además eran quienes tenían el destino de la humanidad, rigiéndolo a través de su poder. Cada una de estas montañas tenía su propio espíritu, su propio nombre y un dominio al cual debían proteger. De esa forma, cada región tenía su propio Apu protector. De acuerdo a los hallazgos, los Apus normalmente eran espíritus masculinos, aunque existen ciertas excepciones. Y su poder o importancia radicaba en lo alto de la montaña. A pesar de que cada montaña posee su Apu, existen tres que sobresalen del resto debido a la importancia que tuvo en la cultura preInca e Inca. Estos son Ausangate, Verónica y Salkantay. Ausangate es la quinta montaña más grande de todo Perú. Su altura alcanza los 6.384 metros sobre el nivel del mar. No es tan conocida como Machu Picchu, sin embargo, es una de las más hermosas y representativas de todo el Cuzco. En tanto, Verónica es la más cercana a la Ciudad Imperial, ubicada a tan solo 50 kilómetros de distancia. De hecho, puede verse desde varios puntos de la propia metrópoli. Se altura es de 5.682 metros sobre el nivel del mar y es el punto más alto de la Cordillera de Urubamba. Es conocida por la gran cantidad de visitas que recibe de turistas y viajeros ya que, desde sus laderas, se puede ver el Valle Sagrado. Por su parte, Salkantay es una montaña nevada que se encuentra en las cercanías de Machu Picchu. Su elevación es de 6.264 metros sobre el nivel mar y se encuentra en la Cordillera de Vilcabamba. Se caracteriza por las quebradas y valles que la rodean. Entre los otros Apus presentes en el Perú podemos citar a: Sara Sara (Ayacucho). Coropuna (Arequipa). Ampato (Arequipa). Misti (Arequipa). Chachani (Arequipa). Huarancante (Arequipa). Hualca Hualca (Arequipa). Allincapac (Puno). Ccarhuarazo (Ayacucho). Rasuwillka (Ayacucho). Cabe precisar que el San Cristóbal que domina Lima también fue un Apu - menor eso si - por lo que luego de la conquista española le fue implantada elementos católicos, como la cruz cristiana, para borrar las ceremonias paganas que allí se realizaban del imaginario colectivo. Eso mismo sucedió en otros lugares del Perú, donde actualmente pueden verse cruces, imágenes de Cristo con los brazos extendidos o capillas en lo alto de montañas consideradas Apus por los indígenas. Por cierto, las leyendas de los Apus son bastante llamativas para los historiadores, tanto oficiales como los independientes. Los Apus eran percibidos como dioses de la guerra y las montañas eran su territorio. Estos tenían el destino literal de sus pueblos en sus manos y se encargaban de protegerlos. A través de los Apus, el Mundo de Arriba, el Mundo de Adentro y el Mundo de la Superficie podían interactuar entre sí. De esta manera se muestra a otra cultura que creía que existen tres mundos o dimensiones: Una en el cielo o posiblemente en el espacio, una en la superficie terrestre y otra en el interior de la Tierra. Otra leyenda importante que se relaciona con los Apus tiene que ver con los sacerdotes que recibían poderes de las montañas sagradas. Estos hombres comunes parecían ser elegidos, convirtiéndose en personajes importantes en la religión ya que podían hablar directamente con los Apus. Entre los poderes que poseían estos sacerdotes estaba el de invocar a las espíritus de las montañas para que controlaran el clima, podían predecir el futuro, encontrar objetos perdidos, sanar y mejorar la economía del pueblo. A pesar de que el imperio de los incas desapareció hace más de 5 siglos, el culto a los Apus aún existe. Los peruanos en la actualidad, en especial los que han sido criados en comunidades andinas tradicionales, aún mantienen estas creencias ancestrales que conviven con las tradiciones cristianas traídas con la conquista española.