Tenemos el estereotipo de la bruja malvada, con sombrero picudo, grano en la nariz y subida en una escoba, pero las brujas no eran así. Tales brujas no existieron, ya que solo fueron un delirio colectivo que llevó a miles de personas a la hoguera o a la horca por todo Occidente, Muchas de las que tomaban por brujas recolectaban hierbas para hacer remedios, decían ser adivinas, hacían de matronas y, por tanto, tenían poder sobre la natalidad. Eran figuras clave en el matriarcado pagano que, con la llegada del cristianismo, resultaron ser molestas y hubo que deshacerse de ellas. La caza de brujas, que acabó enmascarando vendettas familiares, envidias, peleas o el mero instinto de supervivencia, se fue de control y pudo, según algunos autores, llegar a convertirse en un Holocausto. En el caso del Perú, vale aclarar que no se trata de la historia de las infames brujas del fujimorismo, tan malas y feas que ni el Diablo las quiere aceptar en sus dominios, ni tampoco nos referimos a las brujas de Cachiche (a la cuales por cierto, ya les dedique anteriormente una entrada) sino de otras desventuradas que fueron perseguidas implacablemente en tiempos de la Inquisición, acusadas de tener pactos con el demonio, así como de practicar la magia negra y la hechicería, aunque en el fondo, existían otros motivos menos diabólicos para hacerlo. Una de ellas era una limeña de tez blanca llamada María Magdalena Camacho. Tenía 38 años y desde muy joven se había dedicado ‘a sanar cuerpos y a preparar filtros de amor’. Para que estos surtieran efecto, les pedía a sus clientas una sola cosa: deshacerse de sus rosarios y crucifijos y que nunca más usaran imágenes religiosas. Petrona de Saavedra, en cambio, era mulata, tenía 40 años, y en sus curaciones imploraba a la virgen María y a los santos católicos pero también invocaba al inca y al espíritu de la coca. A diferencia de ambas, Juana de Apolonia era negra y había sido esclava. Era experta en ungüentos amatorios y decía que era capaz de conseguir la ‘ilícita amistad’ de las mujeres. Ella le rezaba por igual al Diablo y a la figura de María. Por último, a Antonia de Abarca, de 31 años, no se le conocían tratamientos milagrosos pero la gente decía que solía acudir a parajes solitarios para tener ‘pactos carnales’ con el demonio. Si algo une a estas cuatro damas, aparte de haber vivido en Lima durante la segunda mitad el siglo XVII, es que todas ellas fueron a parar a la Inquisición acusadas de hechicería. Pero había algo más: eran mujeres que zafaban del control masculino, ya que eran solteras, viudas o prostitutas, y en aquel tiempo ello resultaba peligroso. Era una época en que la mujer debía vivir bajo la tutela del padre, del esposo o del sacerdote, y por ello no es casual que la mayoría de las encausadas por el Santo Oficio escaparan de esta condición. Y si bien tenían independencia y cierto poder debido a su conocimiento de plantas y brebajes, estaban expuestas a ser denunciadas de herejías y de realizar pactos con el maligno ante una Iglesia y un Estado temerosos de las idolatrías y las costumbres paganas. Como sabéis, en esos tiempos de fanatismo religioso donde la corrupta y decadente Iglesia Católica tenia la ultima palabra en todo, tanto en Lima como en otras ciudades americanas, existían tal la cantidad de mujeres dedicadas a la venta de pócimas, a las curaciones milagrosas con imágenes cristianas o con ídolos ancestrales que los casos registrados por la Inquisición durante los siglos XVII y XVIII fueron solo la punta del iceberg. En lo que coinciden los investigadores e historiadores del tema es que aquí no eran brujas, al menos no de acuerdo a la concepción europea del término. “La hechicera colonial no era bruja porque no formaba parte de ninguna comunidad mistérica, y por lo tanto en el Perú virreinal no existieron aquelarres que suponían la práctica de la magia negra”, afirma el historiador y escritor Fernando Iwasaki. En su opinión eran mujeres expertas en sanaciones y amarres, que sin embargo amenazaron el régimen patriarcal al combinar - como dice la historiadora María Emma Mannarelli - tres elementos peligrosos para el sistema: el sexo femenino, el daño y el poder. Según Mannarelli, una de las mayores estudiosas de la situación de la mujer en la época colonial, en la segunda mitad del siglo XVII comparecieron ante la Inquisición de Lima 64 mujeres, de las cuales 49 fueron acusadas de hechicería. A partir de los documentos de estas causas de fe conservadas en el Archivo Histórico General de Madrid o en el Archivo General de la Nación, la investigadora ha podido retratar la vida de estas procesadas. Tenían en promedio entre 20 y 40 años y eran de origen étnico variadísimo, pero todas pertenecían a las clases bajas de la ciudad. Cobraban entre ocho y 24 pesos por sesión, y entre sus habilidades estaban la unión de parejas, la atención de los partos, la cura de diversos males y la preparación de brebajes a partir de plantas tradicionales y animales, algo que era visto como demoniaco. Más aun porque muchas usaban en sus ceremonias ídolos indígenas e invocaban no solo a santos católicos, sino también al inca y la coya. Toda una gama de sortilegios que demostraban que la Conquista fue también un encuentro de supersticiones: las venidas de la península ibérica, de influencia mediterránea, donde las pócimas y afrodisiacos eran moneda corriente; y las nativas, basadas en los objetos provenientes de las huacas y en la ingesta de plantas alucinógenas. Y si a esto agregamos las prácticas mágicas procedentes de África, entonces tenemos el combo perfecto. Como afirma el historiador Pedro Guibovich se trataba de una cultura que creía en lo sobrenatural y en el poder de los objetos. Lo curioso - apunta Mannarelli - es que estas mujeres justificaban sus acciones diciendo que estaban dirigidas a aplacar las iras y las infidelidades masculinas. Esta capacidad que al parecer tenían las hechiceras para dominar a los hombres causó terror entre clérigos e inquisidores. La mayoría de clientes de estas brujas locales eran esposas o amantes que querían “hombres dóciles”, y trataban de trastocar ese orden supuestamente natural que determinaba los roles de los géneros. “Estas expectativas femeninas revelan la violencia cotidiana inherente a las relaciones entre los sexos, expresan también un cuestionamiento a la autoridad. Las mujeres reclaman poder sobre los hombres, dominio de la situación. Sin lugar a dudas, se trató de una actitud desafiante frente a la posición que según las autoridades civiles y religiosas debía mantener la mujer ante el hombre”, escribe Mannarelli en el libro citado. Aunque en la América hispana no se quemó a ninguna bruja o hechicera, los juicios y procesos no dejaron de ser violentos. Según cuenta Natalia Urra Jaque, historiadora de la Universidad Andrés Bello de Chile y autora de la tesis doctoral Mujeres, brujería e inquisición: Tribunal inquisitorial de Lima, siglo XVIII, “en su mayoría las acusadas comparecieron en autos de fe privados, en iglesias y capillas. El castigo por excelencia era la vergüenza pública, y era bastante denigrante”. Este consistía en pasear por las calles más concurridas de la ciudad a la supuesta hechicera, desnuda de la cintura para arriba, y sentada sobre un burro, mientras a viva voz un pregonero iba dictando su sentencia. “Se le daban azotes y la cantidad variaba de acuerdo al estado de salud de la condenada. Podían ser 100 o 200. Algo también común era el destierro. Además, muchas debieron cumplir penitencias, custodiadas por algún sacerdote, o fueron obligadas a asistir a ciertas cantidades de misas al año, a confesarse y a rezar muchas oraciones al día”, añade la académica. Según Blázquez todas estas confesiones, que eran muy parecidas en distintos juicios, no eran más que “mascaradas organizadas por crédulos inquisidores que confundían fantasías con realidades”. Es probable que, bajo tortura, las acusadas terminaran diciendo siempre lo que ellos querían escuchar, de acuerdo a cuestionarios preparados de antemano por el Santo Oficio. No cabe duda que la persecución de las brujas en América se debió a que desafiaba el poder omnímodo de la Iglesia Católica. Pero a pesar de sus empeños, los inquisidores no pudieron erradicarlas. La Independencia de las antiguas colonias españolas en el siglo XIX trajo consigo la desaparición de la Inquisición, pero no de las brujas, quienes libres de ataduras continúan hasta el día de hoy ofreciendo sus servicios a quienes creen en esas supersticiones.
TIEMPOS DEL MUNDO
martes, 31 de octubre de 2017
martes, 24 de octubre de 2017
JACK-O-LANTERN: La Calabaza de Halloween
Lo primero que se le viene a la cabeza a la mayoría de la gente cuando se refieren al Halloween es la calabaza. Su uso en esta fiesta ancestral de los antiguos celtas que se celebra la noche del 31 de octubre, tiene su origen en una antiquísima leyenda: “Hace muchos, muchos años, un tacaño y pendenciero irlandés, llamado Jack, tuvo la mala fortuna de encontrarse con el diablo en una taberna, en la Noche de Brujas. Jack, conocido borracho, había bebido mucho pero pudo engañar al diablo ofreciéndole su alma a cambio de un último trago. El diablo se transformó en una moneda para pagarle al camarero, pero Jack rápidamente lo tomó y lo puso en su monedero. Como Jack tenía una cruz en su monedero, el diablo no pudo volver a su forma original. Jack no dejaría ir al diablo hasta que le prometiera no pedirle su alma en 10 años. El diablo no tuvo más remedio que concederle a Jack su reclamación. Diez años más tarde, Jack se reunió con el diablo en el campo. El diablo iba preparado para llevarse el alma de Jack, pero Jack pensó muy rápido y dijo: "Iré de buena gana, pero antes de hacerlo, ¿me traerías la manzana que está en ese árbol por favor?". El diablo pensó que no tenía nada qué perder, y de un salto llegó a la copa del árbol, pero antes que el diablo se diese cuenta, Jack ya había tallado rápidamente una cruz en el tronco del árbol. Entonces el diablo no pudo bajar. Jack le obligó al diablo a prometer que jamás le pediría su alma nuevamente. Al diablo no le quedó más remedio que aceptar. Jack murió unos años más tarde, pero no pudo entrar al cielo, ya que durante su vida había sido un golfo, borracho y un estafador. Es por ello que cuando intentó entrar en el infierno, el diablo tuvo que enviarlo de vuelta, ya que no podía tomar su alma (tal como se lo había prometido). "¿Adónde iré ahora?", preguntó Jack, y el diablo le contestó: "Vuelve por donde viniste". El camino de regreso era oscuro y el terrible viento no le dejaba ver nada. Entonces el diablo le lanzó a Jack un carbón encendido para que se guiara en la oscuridad, y Jack lo puso en el interior de un nabo, para que no se apagara con el viento. De esta manera, Jack quedo condenado a vagar en las tinieblas eternamente.....” Como veis, esta inquietante leyenda habla de un nabo en cuyo interior Jack depositó la brasa de carbón a modo de farol. No dice nada de calabazas pero todo tiene su explicación. Los pueblos de origen céltico, como mandaba su tradición, ahuecaban los nabos y ponían carbón en ellos para iluminar el camino de regreso al mundo de los vivos a sus difuntos más queridos y así les daban la bienvenida, a la vez se protegían de los malos espíritus. Pero cuando los irlandeses llegaron a América, conocieron las calabazas y se dieron cuenta de que estas eran mucho más grandes y fáciles de ahuecar que los nabos, que por otra parte eran difíciles de conseguir en el nuevo mundo a diferencia de las calabaza, por lo que estas no tardaron en remplazarlas. Desde ese tiempo, ninguna persona ha crecido sin conocer un Jack-o-lantern, el tenebroso candil de Jack en el interior de una calabaza previamente tallada, para hacerla mas tenebrosa y cuyo uso se ha popularizado de tal manera que hoy es el símbolo por excelencia del Halloween. Feliz Noche de Brujas.
Exploding Jack O' Lantern, Pumpkin Pies and... por tasted
Exploding Jack O' Lantern, Pumpkin Pies and... por tasted
martes, 17 de octubre de 2017
EL OVNI DE SICUANI: ¿Visitantes de lejanos mundos?
Una noticia dada a conocer por un diario cuzqueño da cuenta de un inusual avistamiento por parte de los pobladores de Sicuani - ubicada al sur del Cuzco - el 6 de enero del 2010, que generó una gran polémica. En efecto, ese día decenas de testigos se percataron de la presencia de un extraño Objeto Volador No Identificado (OVNI) de forma elíptica en los cielos de la comunidad de Capillani. En horas de la tarde cuando aun brillaba el sol, la presencia de aquella nave de procedencia desconocida permaneció con un ligero movimiento muy lento por un lapso de 10 minutos, al cabo del cual se elevo inesperadamente y desapareció a los pocos segundos. Varios ciudadanos tuvieron tiempo de tomar fotografías y filmaciones, lo que evidencia el avistamiento del objeto desde varias ubicaciones, algunos aseguraron haber visto mas de 10 minutos. La presencia de OVNIS en Sicuani no es algo extraño, ya que anteriormente, el 6 de diciembre de 1968, fue evidenciado mediante la fotografía que ilustra nuestra nota, la presencia de un objeto volador con las mismas características, sobrevolando la ciudad a altas horas de la noche, pero lo que mas llamo la atención en esa oportunidad fue su intensa luminosidad y la forma que tenia, la cual se asemejaba a las clásicas naves que han sido observados en otros lugares. Según diversos testimonios recogidos por el citado diario, existen numerosos informes de avistamientos similares ocurridos en la zona que no han sido registrados o no se haya informado debido al estigma social que se ha creado sobre el tema de la existencia o no de Platillos voladores. Como sabéis, el término OVNI se usa para referirse a cualquier objeto volador no identificado é hipotéticamente a una nave extraterrestre. Esta forma de designarlos se popularizó en 1947, cuando un piloto norteamericano observó una formación de varios objetos con forma de plato, con lo que los OVNIS pasaron a conocerse popularmente como platillos voladores. Desde entonces, decenas de miles de personas en todo el mundo han asegurado haber visto naves similares. Muchos creen en la existencia de vida mas allá de nuestro planeta y una prueba de ello son estas naves utilizadas por extraños visitantes de mundos desconocidos. La verdad de todo, vaya uno a saber.
martes, 10 de octubre de 2017
VIERNES 13: El día oficial de la 'mala suerte'
Hay fechas fijas asociadas con el infortunio alrededor del mundo y el viernes 13 es una de ellas. Es el día de la mala suerte en la mayoría de países europeos y también en Estados Unidos. En países latinos y sobre todo los que fueron colonizados por el Imperio Español, se usa el martes 13 con el mismo propósito. Si bien no se tiene muy claro por qué se eligió al viernes como un día supersticioso, los historiadores tienen algunas teorías. En cuanto al número 13, varias culturas europeas lo categorizaron como un número de mal augurio. En la mitología nórdica existen un total de 13 espíritus malignos. ¿Y por qué exactamente el 13? Hasta ahora no se ha llegado a un consenso sobre por qué el 13 es un sinónimo de mala suerte en la cultura popular. Se suele atribuir a que el 13 es el número primo que viene luego del 12, un número apreciado por las culturas antiguas por ser divisible para muchos otros números enteros. En la Edad Media el rey Felipe IV de Francia, con el apoyo del papa Clemente V, envidioso del poder omnímodo que habían alcanzado los Caballeros Templarios, decidió acabar con la Orden, ordenando el arresto de todos sus miembros el viernes 13 de octubre de 1307, hecho al que se atribuye la leyenda de los malos augurios asociados a este día de la semana cuando cae en 13. El asalto a los templarios alcanzó una gran notoriedad a causa de las escabrosas acusaciones que se les imputaron - falsas en su totalidad ya que el verdadero motivo era apoderarse de sus riquezas a cualquier costo - y a la brutal tortura a los que los sometieron los inquisidores. En ese tiempo, los Caballeros Templarios poseían una gran fortuna, eran los principales prestamistas y acreedores en muchas regiones de Europa, en especial de Francia. Es más, se dice que el propio Felipe IV, tenía una gran deuda con esta orden y que por ello decidió capturarlos y acusarlos ante el Vaticano por diversos cargos, entre ellos el de herejía, sodomía y de orinar y escupir en la cruz, para justificar la salvaje persecución que luego se les hiciera sin cesar en sus territorios. La mayoría fueron asesinados en medio de terribles torturas y los más ‘afortunados’ o sea quienes sobrevivieron a los tormentos, fueron quemados vivos. Se dice que antes de morir, el máximo representante de la proscrita Orden Jacques Demolía, lanzó una maldición en la que prometía que el rey y el papa morirían en menos de un año. Y así sucedió, cumpliéndose así la extraña profecía. Desde entonces, fueron los templarios que pudieron escapar de a barbarie, quienes declararon a este día como un día maldito para la humanidad. Otros historiadores sugieren que el origen de la superstición es cristiano y se remonta a la Última Cena, que tuvo trece comensales (Jesús y sus doce discípulos), y tras la cual se produjo lugar la crucifixión de Jesús a manos de los judíos, precisamente en viernes. Incluso, en el Apocalipsis, que es el último libro del Nuevo Testamento se habla del Anticristo en el capítulo 13. Curiosamente, ese día de la semana es el que más veces ha coincidido en día 13 a lo largo de la historia. Según el calendario gregoriano, cada 4.800 meses el día 13 ha caído 688 veces en viernes, frente a 685 en lunes o martes, por ejemplo. Con el pasar de los años, el número trece es catalogado por algunos de “mala suerte”, mientras otros lo asocian con todas las situaciones nefastas y sumado a un viernes se convierte en un “día maldito”, ya que las supersticiones no permiten a los que creen es esta fecha hacer sus labores comunes del día. Entre ellas citaremos algunas de las que más se hablan: Edificios que no cuentan con el piso trece, fiestas o celebraciones que no se realizan si hay solo ese número de personas, no se casan ni viajan ese día fatídico, consideran que pasar por debajo de una escalera ese día es una maldición, no se cortan las uñas ni el cabello puesto que es de muy mala suerte, aviones que no cuentan con el asiento trece, algunos artistas manifiestan que no actúan un día trece, los niños que nacen en estas fechas tienen una corta vida y con ideales de guerra, si las personas salen a la calle consideran mala suerte que un gato negro se les atraviese, que no se le caiga o riegue la sal en la cocina, ver una mariposa negra en el interior de la vivienda o que un perro aúlle es tomado como si una persona pronto fallecerá. Si eres supersticioso, mucho cuidado con lo que haces ese día.
martes, 3 de octubre de 2017
LA LEYENDA DEL GRAN PAITITI: La ciudad de oro de los Incas
En el 2001 Mario Polia, un arqueólogo italiano que se encontraba investigando en los archivos del Vaticano encontró un manuscrito de mediados del siglo XVI del jesuita español Andrés López. En esta carta se relataba un viaje a pie de 10 días de duración que los incas realizaban entre el Cuzco y el Paititi, una ciudad donde afirma que había más oro que en la propia metrópoli inca. Junto a ese manuscrito se hallaba la autorización papal para evangelizar el Gran Paititi - como se le dio en llamarla - por parte de los jesuitas, aunque éstos nunca dieron más pistas de la localización exacta del enigmático lugar para evitar la “fiebre del oro”. Como sabéis, esto derivó en una búsqueda desenfrenada por parte de los españoles de cualquier vestigio de oro, el cual en el Imperio Inca sólo se empleaba para elementos decorativos y parecía inagotable. De hecho, fue el extremeño Francisco Pizarro, quien al mando de una expedición que había llegado a esas tierras en 1532, logro capturar a traición al Inca Atahualpa en Cajamarca, el cual a cambio de su libertad les ofreció una habitación llena de oro. Ello despertó la codicia de Pizarro, quien si bien acepto el acuerdo, al final no cumplió su palabra e hizo ejecutar al Inca a pesar de que había pagado su rescate. Tras entrar en el Cuzco y someterla a un saqueo generalizado de sus templos y palacios, donde se hicieron de un fabuloso botín, como en el Coricancha - donde sus paredes estaban enchapadas en oro y pesadas estatuas de sus dioses estaban hechas del mismo metal - no contentos con todo lo que robaron, quisieron saber su procedencia para ir a por ella y se enteraron de la existencia de ‘una ciudad muy lejana’ en el cual - les dijeron - había muchísimo mas oro de lo que habían tomado en el Cuzco, tanto así que estaba íntegramente construida con el precioso metal. Así nació leyenda del Gran Paititi, que a lo largo de los siglos, ha atraído a multitud de arqueólogos, exploradores y aventureros en busca de fortuna que han fallecido en su intento de encontrar la legendaria ciudad. Los supervivientes nunca dieron con su paradero. Hoy en día ya no es la sed de oro la que guía a los nuevos exploradores, pero el revulsivo de la localización de la mítica ciudad se ha visto impulsado por el descubrimiento de la carta del siglo XVI. Existe la creencia generalizada que en el fondo de lagos ubicados a lo largo de la Cordillera de los Andes - como el Titicaca - los Incas arrojaron una gran cantidad de tesoros para evitar que cayeran en manos de los españoles, pero la dificultad de bucear allí dada su profundidad probablemente los deje a perpetuidad en el fondo. Sin embargo, ese no es el lugar histórico para ubicar la mítica ciudad dorada, la cual se encontraría al nordeste de Cuzco, en la región amazónica de Madre de Dios (ubicado entre las actuales fronteras de Perú con Brasil y Bolivia). El Paititi es considerado hoy el gran enigma arqueológico de Sudamérica. Hay una zona a la distancia descrita por la famosa carta en las selvas del río Madre de Dios, como la meseta de Pantiacolla, donde se descubrió en 1996 lo que pareciera ser la legendaria ciudad. En efecto, Greg Deyermenjian - obsesionado con el Paititi de la misma manera que Hiram Bingham lo hizo con Vilcabamba pero término descubriendo Machu Picchu - localizó en el lugar unas extrañas formaciones a los que llamo las pirámides de Paratoari y a pesar de llegar a pie y sobrevolarlas en avioneta, no ha podido determinar si son construcciones naturales o artificiales por el extenso follaje que las recubren, aparte de estar envueltas permanentemente en espesas nieblas en un lugar con continuas lluvias torrenciales. Sin embargo, fue en el 2002 cuando un equipo internacional de treinta investigadores encabezado por el polaco Jacek Palkiewicz, quien guiado por la carta descubierta en el Vaticano un año antes, tras dos años de expedición anunció el ‘hallazgo’ de la ciudad inca del Paititi. Ésta se encontraría en una zona colindante con el parque nacional del Manu - una reserva natral de difícil acceso - entre los departamentos del Cuzco y Madre de Dios, justo a 10 días de camino de Cuzco. En el siglo XVII la leyenda sobre el Paititi la situaba bajo una laguna, en una meseta de 4 kilómetros cuadrados y cubierta totalmente de vegetación. Hasta ahí llegó este equipo internacional, descubriendo con sus georradares un importante entramado de cavernas y túneles bajo la laguna. Pero no se ha encontrado ningún tesoro. Sin embargo, muchos investigadores actuales consideran que no se trataría de la mítica ciudad, sino de una población menor abandonada por sus habitantes, al enterarse de la caída del Imperio Inca - como sucedió con Kuelap, Choquequirao o la propia Machu Pichu - además de que no estaba construida en oro como dice la leyenda, por lo que el Paititi oficialmente seguiría siendo una ciudad ‘perdida’. Cinco siglos atrás el oro empujaba a arriesgar las vidas de los conquistadores. Hoy, exploradores y aventureros se siguen arriesgando no ya por el oro sino por la emoción y la gloria del descubrimiento; tal fue el caso de Lars Hafksjold, un antropólogo noruego que en 1997 desapareció en las aguas del río Madidi. A pesar de todos los intentos fallidos por localizarla, esta permanecería oculta bajo la espesa vegetación de la selva amazónica, esperando a que unos exploradores puedan sacarla nuevamente a la luz.
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