TIEMPOS DEL MUNDO
martes, 9 de septiembre de 2025
SOQ’A MACHULA: Un engendro de extrema maldad
Dentro de la mitología quechua, se puede distinguir tres eras mitológicas: La era de los espíritus, aquella en la que existían en primer lugar Wiracocha (el Creador de todas las cosas), los espíritus de las montañas (Apus) y la tierra (Pachamama); luego, la era de los ñawpaq que fueron creados por el propio Wiracocha en una forma por lo demás atemorizante, y que con el nombre de Soq’a, denomino a toda una gama de espíritus malignos que pueblan la tierra y por extensión a todo lo dañino. Dentro de estos demonios se hallan comprendidos los ñawpaq, que a su vez se subdividen en machula, paya y pujyu. el origen de estos tres géneros proviene de gigantes que poblaron la tierra antes de la creación del hombre. se rebelaron contra Wiracocha y murieron a consecuencia de una lluvia de fuego enviados contra ellos. Antiguos relatos afirman que los Soqa’s se refugiaron en el interior de las montañas o bajo las aguas para protegerse del castigo que azotaban a su raza. Si se refugió en el fondo de un manantial, se transformó en un Soq’a Puquio, provocando enfermedades a los hombres que tropiezan y caen cerca de él o a las mujeres y niños que osan aproximarse a las aguas, son víctimas de males estomacales o broco-pulmonares. Aquellos Soq’as que moran entre las ruinas y antiguos cementerios de los gentiles, ubicados en la cima de los cerros, pueden transformarse en un anciano o incluso aparecerse como la pareja de alguien. La persona que entra en contacto con ellos adquiere una extraña enfermedad donde su cuerpo se va tornando amarillo y se va secando de a pocos, hasta que muere. Pero estos engendros del demonio no son los únicos de su especie. 1- Soq’a Machula: Es el ñawpaq del sexo masculino y su actividad puede ser estimulada principalmente por dos causas: una, debida a la prolongada ausencia del marido de una mujer casada y otra, por infidelidad. en primer caso, se presenta a la mujer en sueños y tomando la apariencia de su marido la posee, a cuya consecuencia queda embarazada por el machula, y de resultas de ello, nacen criaturas deformes o mutiladas; 2- Soq’a Wayra: Se produce por el contacto del viento con los seres nefastos que pueblan la tierra o simplemente con las emanaciones provenientes de aquellos. se los identifica a veces con los remolinos de viento y con los vientos fríos intempestivos. Mishkin también hace la referencia a los soq’a wayra como vientos malignos. A pesar de siglos de cristianización al que fueron sometidos, este demonio en muy temido y respetado por los nativos quienes crearon una danza en su honor denominada Soq’a Machu Chullpa, el cual se celebra el mes de junio, que se inicia con el ingreso del machu (momia), por parte de los pobladores ante el respeto y veneración de la población, siendo colocado en el medio de la plaza o escenario de la comunidad, para luego desarrollar la danza alrededor de él. Luego el layqa o brujo andino realiza conjuros y solicita el despertar del soq’a machula para hacer maleficios o daño, y para ello invoca tal espíritu malo sacrificando a una joven mediante brebajes mortíferos, ante lo cual el sacerdote andino, trata de contrarrestar con pagos y tinkas a los Apus de la región y al propio soq’a machula para que no enferme con el mal aire a los hombres. Posteriormente el soq’a machula cobra vida despertando y haciendo daño a los hombres con el soq’a wayra, quienes caen enfermos ya que el mal aire los agarra. Entonces las mujeres con la muña y el arrayán que llevan en la mano y el brebaje preparado por el paqo intentan calmar este mal, porque los varones comienzan a sentir los efectos nocivos de esta enfermedad antiquísima. Al finalizar el soqa machu chullpa, los varones se reincorporan y bailan alegres, ante la ausencia de la enfermedad, y trasladan al machu a su morada o huaca con muestras de pena y tristeza por parte de las mujeres de la comunidad. Ante todo, cabe precisar que los incas veneraban a sus ancestros. Un aspecto de la religión incaica muy importante era precisamente la adoración de los muertos. Los incas no creían que una persona muere en la misma manera como pensamos en hoy día. Ellos creían que la muerte no era el término de la existencia de una persona en este mundo, al contrario, ellos creían que la persona muerta sólo había entrado a una forma de existencia diferente. Por cierto, el cuidado propio por los ancestros de los incas no era barato, ya que las momias tenían que ser vestidas de una manera apropiada de su estado, manteniendo su poder sobre la tierra y otras posesiones que estimaba en vida. También, los incas sentían que necesario consultarlas para decisiones importantes como los matrimonios. Para ello un sacerdote interpretaba los pedidos de las momias y porque tenía un papel importante. Cabe recordar que la tradición, la arqueología y los primeros documentos escritos del siglo XVI, y el propio testimonio etnográfico actual, revelan que el indio peruano, tanto de la costa como de la sierra, y, particularmente, el súbdito de los incas, tuvo como característica esencial, un instinto tradicional, un sentimiento de adhesión a las formas adquiridas, un horror a la mutación y al cambio, un afán de perennidad y de perpetuación del pasado, que se manifiesta en sus costumbres. En cuanto a la danza que se hace en su honor, se baila en la comunidad de Huasapampa, distrito de Pitumarca, provincia de Canchis, en el Cuzco. Durante la época incaica se realizaban cultos a los apus o dioses tutelares, como al el Ausangate, que era es el principal dios tutelar de la región. Este nevado, además, alberga en sus faldas al “señor de las nieves” o “señor de Q’oylloriti”. Los habitantes de las comunidades de Pitumarca, fieles y celosos guardianes de las costumbres incas, cada primero de agosto, estando en luna llena, suben a las chullpas (lugares donde se encuentran los mallkis o momias), las cuales se encuentran dentro del área geográfica de las ruinas de Machupitumarca. Las chullpas son llevadas en procesión a la comunidad en un ambiente ceremonial de culto y reverencia con cánticos y danzas. toda la comunidad participa de la ceremonia, varones y mujeres, grandes y chicos bailan alrededor del mallki. En la época incaica, en el mes de noviembre, los mallkis (momias de los gobernantes) eran preparados y adornados para la gran fiesta que se realizaba en el Cuzco. se les paseaba en procesión alrededor de la plaza principal. Desde la perspectiva de la cosmovisión andina, de esta manera se establece la comunicación entre el uku-pacha (mundo de abajo) y nuestro mundo o kay-pacha. Los bailarines llevan en las manos el arrayán y la muña, hierbas aromáticas que eran empleados por sus antepasados para dar olor y conservar a las momias para su momificación, para que se conserven durante siglos. Hoy, los machus que aún se conservan - y que de alguna manera pudieron escapar de la extirpación de idolatrías en el siglo XVI - son sacados de sus cuevas para presidir la danza en honor al Soq’a Machula y luego de ello volver a su lugar de descanso eterno hasta el año siguiente.
martes, 2 de septiembre de 2025
ECOS DE LA OSCURIDAD: Los túneles subterráneos del Coricancha
A veces, en arqueología los hallazgos más fascinantes son los más inesperados. Lo sabemos porque, por ejemplo, los incas no necesitaron la escritura para forjar un imperio, tenían los kipus. También porque a pesar de que Machu Picchu tiene 600 años y era el gran tesoro de Perú, hace muy poco se descubrió un templo 3.500 años más antiguo. Entre lo fascinante y sorprendente se encuentra también el último descubrimiento, el cual un jesuita español había dado la pista muchos siglos atrás. En efecto, un equipo de arqueólogos en Perú ha confirmado la existencia de lo que se creía una antigua leyenda: un extenso sistema de túneles laberínticos subterráneos, conocido como Chinkana, bajo la ciudad de Cuzco. El hallazgo, basado en pistas que se habían dejado en varias crónicas un jesuita del siglo XVI que hablaba de túneles y pasadizos que se extendían desde el Lago Titicaca hasta la antigua capital de los Incas, revela una red de pasadizos que se extiende, de momento, por 1.750 metros, conectando sitios emblemáticos como el mismo Templo del Sol (Coricancha) y la fortaleza de Sacsayhuamán, además de otros puntos clave de la ciudad. Un tesoro alucinante. Al respecto, una crónica jesuita anónima de 1594, describía una entrada a la red de túneles en Sacsayhuamán. Otras fuentes, como los escritos del cronista Anello de Oliva, mencionaban la existencia de múltiples pasadizos subterráneos que recorrían la ciudad y pasaban por lugares como la Catedral de Cuzco y las casas del arzobispo. Dicho esto, para validar tales afirmaciones los investigadores consultaron a expertos como Manuel Chávez Ballón, considerado el padre de la arqueología en Cuzco, quien sugirió inspeccionar áreas bajo las aceras de la ciudad en busca de pistas. La exploración de la Chinkana se llevó a cabo en varias fases utilizando tecnología avanzada. En una primera etapa, los arqueólogos emplearon pruebas acústicas, un método donde se golpean placas metálicas contra el suelo cada 50 centímetros para detectar cavidades subterráneas a través de la resonancia sonora. Posteriormente, se implementaron métodos más sofisticados, como el radar de penetración terrestre (GPR) y la prospección acústica, técnicas ambas que permitieron mapear con precisión la estructura de los túneles al generar imágenes detalladas del subsuelo. Al parecer, la red de túneles está compuesta por trincheras de gran tamaño, a su vez revestidas con muros de piedra, techos tallados y vigas esculpidas. Según el arqueólogo Jorge Calero Flores, los pasajes tienen un ancho de entre uno y 2.60 metros, con una altura de 1.60 metros, lo que sugiere que pudieron haber sido utilizados por la nobleza inca para desplazarse en literas. La Chinkana se divide en tres ramales principales que conducen a Callispuquio, el sector Muyucmarca en Sacsayhuamán, y la iglesia de San Cristóbal, lo que parece indicar una planificación estratégica avanzada por parte de los incas. Los arqueólogos planean iniciar excavaciones en puntos estratégicos de la red en los próximos meses, para acceder físicamente a los túneles. De hecho, la solicitud de autorización ya ha sido enviada al Ministerio de Cultura de Perú para proceder con perforaciones controladas en la zona de Sacsayhuamán, lo que permitirá verificar la extensión y estado de conservación de los pasajes subterráneos. Sin lugar a dudas, el hallazgo es de gran impacto. Cuzco, que en su apogeo fue la capital administrativa y política del Imperio Inca en el siglo XV antes de la conquista española, es un centro arqueológico de gran relevancia, esto añade aún más “historia”. Por cierto, el descubrimiento de la Chinkana ofrece nuevas perspectivas sobre la ingeniería y planificación urbana de los incas, quienes habrían diseñado este sistema como una representación subterránea de la ciudad en la superficie. A este respecto, crónicas como los Comentarios Reales de los Incas de Garcilaso de la Vega mencionaban la existencia de calles subterráneas que conectaban Sacsayhuamán con Coricancha, lo que ahora adquiere una base tangible con las recientes investigaciones. Por último, pero no menos importante, el hallazgo representa la confirmación de ese antiguo mito que se había escuchado a través de los jesuitas, junto a la oportunidad de redescubrir aspectos poco conocidos de la civilización inca. Lo próximo: la exploración futura de estos túneles, una “entrada” al pasado que podría arrojar información invaluable sobre la vida y el legado de la histórica civilización, y hasta dónde llegaron con esos pasadizos subterráneos, además, claro está, si oculta tesoros de las palacios y templos que fueron colocados allí por los incas para evitar que cayeran en manos de los españoles, porque si bien fue cuantioso lo que cayó en sus manos - no solo como producto del ‘rescate’ ofrecido por Atahualpa, sino con el saqueo de la ciudad cuando posteriormente ocuparon el Cuzco - se sabe que ante la inminente llegada de los españoles, gran parte de sus tesoros fueron colocados bajo buen recaudo, ya sea en el interior de las montañas o el fondo de los lagos, y que a pesar intensas búsquedas y expediciones que se dieron para localizarlos, nunca se dio con ellas. Quién sabe si la conocida leyenda de la mazorca de oro (del cual nos ocupamos hace varios años atrás) no sea solo eso, un mito.
martes, 26 de agosto de 2025
TUNCHE: El alma errante del bosque
Se trata de una de las leyendas amazónicas más conocidas junto con el Chullachaqui y el Ayaymama. Según cuentan los lugareños, el tunche es el espíritu de un hombre atormentado y que ahora, vaga totalmente endemoniado entre lo profundo del Amazonas, acercándose lentamente a sus víctimas sin emitir sonido alguno y, cuando ya está cerca de aquellos que se atreven a andar solos por el bosque, silba, anunciando la muerte del que lo escucha. Cuenta la leyenda que su alma endemoniada, que se hace presente a través del sonido en forma de un silbido de ave, vaga por las noches oscuras de la selva, como alma en pena. Algunos dicen que podría tratarse de una simple ave, otros se van más por lo espiritual y dicen que es un espíritu del mal “diablo” que goza aterrorizando a la gente. Aun así, nadie lo ha visto, y todos lo reconocen con temor cuando en plena oscuridad se empiece a escuchar el silbido penetrante “fin…fin…fin…” que por instantes se pierde en lo profundo del monte a lo lejos, pero vuelve a silbar ya en el techo de una casa o a la orilla de un rio. Los nativos que conocen la historia dicen que si oyes el silbido del Tunche, debes de tener mucho cuidado. Nunca debes decir que no oyes nada. Si lo hace, su desgarrador silbido solo se hará más fuerte sintiendo como su presencia se te acercará cada vez más. Eso sí, jamás se te ocurra responder su silbido. Si lo haces, el tunche vendrá por ti a matarte de la forma más horrible imaginable. Burlarse de este ente demoniaco o insultarlo, puede costarle caro al desafortunado bromista, ya que lo hará enfurecer y entonces atacara con mayor insistencia, silbando… silbando… lo perseguirá tanto que hasta el más valiente terminara entrando en pánico, y podrá llevarlo hasta la locura o hasta la misma muerte. Quienes fueron los pocos afortunados de salvarse de morir llevados por el Tunche, han perdido la razón; de repente por la aparición o al endemoniado silbido de su presencia. Sobre que les pasa a aquellos quienes no lo lograron, es incierto, no se sabe si los abandona a su muerte o mueren de hambre o devorados por algún otro animal, o sean devorados por el mismo Tunche. En Iquitos, por ejemplo, es común escuchar historias sobre personas que han sido víctimas de esa criatura. Estas historias suelen ser contadas por los lugareños para asustar a los niños y mantenerlos alejados de la selva por la noche. Al respecto, en el 2014, el Dominical, un programa de Panamericana TV, llegó a la selva para conocer más sobre este extraño ser, reuniendo testimonios de trabajadores que navegan de día y noche, y quienes han escuchado su silbido. Miguel Arévalo, un motorista que trabaja en el sector turismo, expresó frente a cámaras que vivió en carne propia un acercamiento cuando estaba viajando junto a un grupo de turistas. Un compañero avisó que este personaje estaba merodeando la zona, teniendo como referencia un sonido desagradable que emergía desde lo profundo del bosque. Asegura que logró escucharlo, pero para no transmitir el miedo a sus tripulantes, decidió callar y seguir con el trayecto, asegurándose de que no los esté siguiendo. Por cierto, si escuchas el silbido del tunche, hay algunas cosas que puedes hacer para evitar ser su víctima: No te asustes. El tunche se alimenta del miedo de sus víctimas. Si te mantienes calmado, tendrás más posibilidades de sobrevivir; No te pares a escuchar. Si te detienes a escuchar el silbido del tunche, estarás atrayendo su atención; Camina rápido hacia la luz. El tunche no puede soportar la luz. Si caminas hacia la luz, lo estarás espantando; Repite el nombre de Dios. Se dice que el tunche no puede acercarse a las personas que repiten el nombre del Creador. No cabe duda que el mal puede tener diferentes formas en las que se presenta.
martes, 19 de agosto de 2025
MISTERIO DETRÁS DE LOS MISTERIOS: Las momias “pelirrojas” de Paracas
Uno de los aspectos culturales que distingue a la cultura Paracas (desarrollada en Ica, entre el 700 A.C. y 200 D.C.) es el arte de la momificación. Los Paracas realizaron procedimientos complejos que no se vio antes en ninguna cultura peruana. ¿Cómo era la momificación entre los Paracas? Esta era una práctica que incluía el proceso de embalsamar a individuos envueltos en capas de textiles creando «paquetes de momias». El ambiente de desierto subtropical en las penínsulas de Paracas permitió las condiciones más favorables para la momificación y para la preservación de los textiles espectaculares que formaban parte de los paquetes de momias. Es importante que señalemos que en la Península de Paracas se encontraron dos tipos distintos de cementerios. El ejemplo más antiguo, de Cavernas de Paracas, se caracteriza por internaciones compactas en cavernas subterráneas, con entierros habitualmente de forma cónica y envueltos en una tela exterior tosca cosida cerrada. Cada momia de la cultura Paracas fue envuelta y enterrada individualmente en una posición extendida. Sin embargo, las cavernas albergaban hombres y mujeres, así como niños. Esta es una posible señal de agrupaciones familiares. Otra de sus costumbres era colocar ofrendas alrededor o encima del cuerpo momificado. Los muertos eran sometidos a un proceso de momificación muy elaborado como como veras a continuación: Se extraía los órganos internos como el corazón, los pulmones, vísceras e intestinos. La extracción se realizaba mediante un corte en el tórax; Extraían los músculos de las extremidades mediante incisiones precisas; El cerebro era retirado por las fosas nasales; Posteriormente el cadáver era embalsamado con distintas sustancias y era expuesto al fuego o al sol; Luego el cadáver era rociado con distintas sustancias químicas y expuesto al fuego o al sol, por lo cual las momias adquirieron un aspecto ahumado en distintas partes del cuerpo; Este era depositado sobre una canasta en una posición fetal o de cuclillas y envueltas en paños de algodón a modo de sudario y luego eran recubiertas con elaborados mantos bordados. Los fardos funerarios eran adornados con diademas, brazaletes, narigueras. Ahora bien, en cuanto a las momias “pelirrojas” encontradas, trae a colación los relatos de los cronistas españoles del Siglo XVI, quienes a menudo se quedaron maravillados al encontrar individuos que, por una o varias de sus características antropológicas, presentaban un extraordinario parecidos con los europeos nórdicos o esas "Gentes del Norte" que mencionan los documentos Miccinelli. En efecto, en prácticamente toda América, se encontraron indicios de la presencia de "indios blancos", si bien fueron las culturas avanzadas como la Azteca e Inca, las que con más fuerza conservaron el recuerdo de estos hombres blancos y barbados, que habían arribado a sus tierras siglos antes del descubrimiento por los europeos. Precisamente en el Perú, estos testimonios son muy numerosos. Así por ejemplo Pedro Pizarro, primo del conquistador Francisco Pizarro, confirma lo registrado por el Padre Oliveira sobre el origen de los Incas, al señalar que el Inca y su familia “tenían la piel más blanca que el resto de los indios, y el pelo, de un color trigo maduro”. Pizarro agregaba, además, que los indígenas consideraban a estos individuos blancos y rubios como los "hijos de los dioses del Cielo". Al mismo tiempo, antiguos documentos recopilados por Izaguirre, mencionan también a "estos infieles blancos y rubios a manera de nosotros". Pero además de estas fuentes documentales, algunas momias de la costa peruana (especialmente en Paracas), prueban la existencia de estos individuos con el cabello ondulado, de un color rubio rojizo o castaño. El hecho de que la mayor parte de ellas estén embalsamadas, nuevamente certifica que pertenecían a familias dirigentes. Según recoge Jacques de Mahieu en su obra titulada "El gran viaje del Dios-Sol. Los Vikingos de Méjico y Perú", estas momias... "son de alta estatura, cara alargada, cabeza dolicocéfala y pelo claro, con variaciones que van desde el castaño al rubio "paja", pasando por todos los matices del rojo, sin decoración artificial." A pesar del desconcierto que estos hallazgos despertaron, el propio Mahieu declaraba que... " No se trata de meras apariencias y los especialistas opinan del mismo modo. Algunos pensaron, en un primer momento, que las medidas de la cara y del cráneo podían provenir de una deformación artificial como la que efectivamente, los indios peruanos producían a menudo en los niños, y que el color del pelo podía ser la consecuencia de la acción del tiempo. Estas hipótesis tuvieron que ser desechadas." ("El gran viaje del Dios-Sol. Los Vikingos de Méjico y Perú", Capítulo II, Jacques de Mahieu). Así, antropólogo franco-argentino concluía que... "La presencia, en el Perú precolombino, de blancos de biótopo nórdico no puede, por consiguiente, ponerse en duda" ¿Quiénes eran y de dónde provenían? ¿Eran viajeros vikingos que tal vez perdidos llegaron a esas tierras siglos antes que Pizarro? Otra prueba de lo que podría ser su presencia - aparte de las momias de cabellera rubias - son los huaco-retratos Mochica que se conservan en el Museo Larco, donde se aprecian a individuos caucásicos, barbados y con cascos típicamente normandos. Si bien la historiografía “oficial” desecha esta teorías al considerarla descabelladas, en el Perú existen leyendas que nos llevan a pensar que lo formulado por Mahieu y las pruebas halladas son en realidad algo más que relatos fantásticos de tribus desaparecidas. Así tenemos, por ejemplo, las leyendas de Wiracocha y Naylamp, aquellos dioses altos fornidos, blancos y barbados con los cabellos como el sol que llegaron de lugares lejanos, y que son calificados de mitos. Sin embargo, a pesar de lo que digan esos “especialistas” respecto al tema, el misterio sigue aún latente, hasta el día de hoy, y lo seguirá hasta que sean completamente dilucidados.
martes, 12 de agosto de 2025
LOS FASCINANTES ENIGMAS DEL MONASTERIO DE SANTA CATALINA: Secretos inconfesables que esconden sus muros
Durante siglos, muchas de las familias arequipeñas decidieron el destino de sus hijas adolescentes, enviándolas al claustro para llevar una vida de oración. Hoy, que han pasado más de 500 años, es posible conocer la realidad en la cual vivían, mientras un reducido grupo de religiosas continúa abocada a la adoración de Dios en el Monasterio de Santa Catalina. Como sabéis, un muro blanco de cuatro metros de alto bordea una de las manzanas más grandes de las calles de Arequipa. En su interior existe una verdadera ciudadela de 20.000 metros cuadrados que nada sabe de bocinas, gritos de vendedores ambulantes ni del alto tránsito vehicular de las tardes. Está completamente aislada.Estas enigmáticas paredes de sillar, la piedra emblema de la ciudad, abrazan uno de los tesoros vivos más importantes de la historia arequipeña. Es el Monasterio de Santa Catalina de Siena, que ha logrado mantenerse intacto durante 500 años, guardando también la herencia de cientos de mujeres que pasaron sus días allí, completamente dedicadas a la oración.En silencio, las personas recorren las calles del claustro que permanecen abiertas al público, mientras las monjas, ocultas a la vista y el oído de los visitantes, y completamente ajenas a lo que pasa fuera de estos cuatro muros, siguen dedicando su vida a Dios.Durante los últimos años de su vida, el Virrey Francisco Toledo llegó a Arequipa en lo que sería una de las visitas más importantes para la ciudad. En reunión con el cabildo, sus representantes le manifestaron lo mucho que la ciudadanía anhelaba tener un monasterio en la ciudad.En esos tiempos, las familias aristócratas se enorgullecían al poder enviar al claustro a su segunda hija. Hubiese o no vocación, las miles de mujeres que pasaron por el Monasterio de Santa Catalina durante los primeros años de su fundación, ingresaron a él entre los 12 y 14 años acompañadas por una sirvienta y la nada despreciable suma de entre mil y dos mil monedas de plata.Todas ellas pudieron ser parte de la historia del convento gracias a Doña María de Guzmán, una mujer que se enclaustró por decisión propia tras la muerte de su marido, donando todos sus bienes a la construcción del lugar. Gracias a ello fue posible fundarlo en 1579.Con el paso de los años se admitieron también monjas de clases más bajas. Las llamadas “donadas”, sin embargo, tuvieron que abocarse a tareas más sacrificadas que las mujeres aristócratas que llegaban con una dote. Sin embargo, independiente de su posición social, las reglas eran claras para todas ellas: la única visita permitida era la del médico en caso de extrema necesidad, mientras que las novicias debían permanecer cuatro años aisladas desde su ingreso al lugar.En 1582, a sólo tres años de su fundación, un terremoto destruyó parte importante del monasterio. Sin embargo, sería sólo el primero de muchos que vendrían, y las familias de las religiosas optaron por construir celdas privadas en lugar de volver a poner en pie el dormitorio común, lo que terminó dando paso a la ciudadela que hoy conocemos.En 1970 se decidió abrir tres cuartas partes del Monasterio de Santa Catalina al público. Desde entonces no hay quien no se haya encantado con la arquitectura colonial de sus callecitas, logrando fusionar perfectamente la herencia de la construcción española con los elementos criollos.La paz se siente al caminar por las bóvedas abiertas pintadas de color ocre, con buganvilias rosadas que aparecen cada tanto como en el Patio del Silencio, donde las monjas solían leer la biblia y rezar el rosario. De pronto aparecen también espacios completamente azules, generando un contraste únicamente característico de la ciudadela de Santa Catalina.Con sumo cuidado, las autoridades arequipeñas han logrado mantener intactos los rincones que, frente a los ojos modernos, podrían parecer bastante austeros. Es el caso de los claustros privados, que tuvieron que ser desalojados luego de que el papa Pío IX dictara la encíclica que determinó que las religiosas debían dormir en espacios comunes. Hoy, cada uno cuenta con el nombre de la última monja que vivió allí.Caminando por la ciudadela también es posible conocer la cocina, donde se exhiben los utensilios que se utilizaban en la época y el pozo que las abastecía de agua. Lo mismo ocurre con la lavandería, con el canal central por donde corría el agua que llenaba las tinajas.Sin embargo, uno de los lugares que más valor histórico concentra es la pinacoteca, un espacio con forma de cruz en el que se exhiben cerca de 400 pinturas de la época del Virreynato, que fueron encontradas y restauradas una vez que se decidió abrir el convento al público. Es, sin duda, una de las colecciones de arte religioso más importantes de América.Todos los días, a las 7 de la mañana, las puertas de la iglesia del Convento de Santa Catalina se abren al público, para que todos puedan participar en la misa. Quien no lo sepa, podría no darse cuenta de que está compartiendo el espacio con las cerca de 15 mujeres que aún permanecen abocadas a la religión.Una reja las separa de la vida exterior a la que, probablemente, no volverán, cuidadosa de no dejar ver ni un detalle de lo que pasa dentro del claustro. Porque la vida al interior de los 5.000 metros cuadrados que no están abiertos al público sigue siendo un misterio. Sólo se sabe que nuevamente duermen en habitaciones separadas y que, probablemente, algo de modernidad haya cruzado las paredes de sillar del convento. No por nada, los domingos tienen permitido ver un poco de televisión bajo la supervisión de la madre superiora.A lo que dediquen el tiempo las escasas religiosas que aún permanecen en Santa Catalina es algo que no sabremos por muchos años más. Pero si te quedas en silencio, quizás logres oír el rezo de estas mujeres que, en pleno siglo XXI, mantienen vivo el ideal de llevar una vida de oración completamente dedicada a Dios. Por cierto, el Monasterio de Santa Catalina es conocido por sus leyendas y misterios, que se entrelazan con su rica historia y arquitectura colonial. Entre las historias más destacadas se encuentran las relacionadas con Sor Ana de los Ángeles, una monja famosa por sus predicciones y milagros, y la vida de clausura de las religiosas, quienes crearon una comunidad autónoma dentro de sus muros. Esta monja, beatificada en 1985, es recordada por sus dones de predicción y curación. Se dice que predijo enfermedades, curas e incluso la muerte, y que su cuerpo mantuvo un olor agradable tras su fallecimiento. Otra de sus leyendas, es el “encantamiento" de una casa vecina - denominada la Casa de Los Polar, propiedad de la familia Polar- Vargas, ubicada cerca del monasterio, la cuales habitada por duendes, que se relaciona con historias de fetos robados y consumidos. Al parecer, las monjas no eran tan recatadas y puras como aparentaban ser, y al intentar deshacerse de las pruebas de sus pecados, arrojaban los fetos a la basura, de la cual eran extraídos por los duendes para devorarlos de inmediato, en la creencia de que al ser de hijas “consagradas a Dios” tenían ciertos poderes que ellos adquirían. Si bien hay quienes dicen que son solo habladurías, la citada casa existe y esta deshabitada desde hace siglos, ya que la consideran maldita y nadie quiere vivir en ella. ¿De dónde provienen esas criaturas? Se dice que son precisamente los espíritus de los fetos no bautizados. Los que se han atrevido a ingresar, huyen espantados al detectar la presencia de estos pequeños seres que, a altas horas de la noche, salen en busca de sus víctimas.Y como este, hay muchas otras historias de sucesos paranormales que suceden allí, pero lo dejamos para más adelante ¿vale?
martes, 5 de agosto de 2025
EL PODER DE LA RUDA: ¿Realmente atrae el dinero y la prosperidad?
La ruda es una planta que ha sido utilizada en diversas tradiciones espirituales y rituales por sus propiedades protectoras y de purificación. Se cree que puede alejar energías negativas, malas vibraciones y mal de ojo, además de servir para manifestar buena suerte o atraer energía positiva. La ruda se utiliza en la medicina tradicional y la herbolaria, y es conocida por sus usos en la protección energética, limpieza del hogar y rituales ancestrales. Existe una creencia generalizada que ubica la ruda como una planta útil para atraer la prosperidad y la buena suerte. De hecho, en varias culturas, la ruda ha sido considerada una planta con propiedades místicas y protectoras.La tradición ha asignado diversos simbolismos a la ruda. A manera de ejemplo, dicha planta ha sido utilizada en rituales especiales en diversas culturas a lo largo de la historia. Estas prácticas a menudo se transmiten de generación en generación, y la ruda se ha convertido en un símbolo de protección y buena suerte. Algunas características por las cuales se dice que la ruda atrae la prosperidad incluyen: Propiedades aromáticas: El aroma fuerte y distintivo de la ruda se asocia con la limpieza y la purificación. Se cree que, al purificar el entorno, la ruda puede ayudar a atraer energías positivas, incluida la prosperidad; Asociación con deidades o figuras míticas: En algunas culturas, la ruda está vinculada a deidades o figuras míticas relacionadas con la prosperidad, la salud y la protección. Esta asociación refuerza la idea de que la presencia de ruda puede atraer influencias positivas; Creencias populares: Las creencias populares a menudo se desarrollan en torno a historias de éxito personal. Si alguien utiliza la ruda en un momento propicio y experimenta éxito, esa experiencia puede contribuir a la creencia de que la ruda tiene ‘poderes’ para atraer la prosperidad; Precisamente, esta es la razón por la cual es tan popular la expresión “un baño de ruda”. Es más, hay quienes deciden intentarlo y se bañan con esta planta para limpiar sus energías, eliminar la mala suerte y llamar la prosperidad. Otros no llegan al extremo de bañarse y optan por ubicar la planta en algún lugar del hogar. Pero, ¿existen espacios más recomendados que otros? La inteligencia artificial ChatGPT sugiere ubicar la ruda en lugares específicos de la casa para atraer la prosperidad: En la entrada principal: Colocar un ramo de ruda cerca de la puerta principal del hogar se considera una práctica común para atraer la buena suerte y proteger contra energías negativas; Cartera o billetera: Algunas personas llevan consigo una hoja de ruda o una bolsita con ruda en la cartera para atraer la prosperidad e invocar protección para su dinero; Oficina o lugar de trabajo: Una posibilidad es armar un pequeño arreglo de ruda en el escritorio o cerca del área de trabajo para fomentar la prosperidad en el ámbito laboral; Negocio: Hay quienes colocan ruda en la entrada para atraer clientes y buena fortuna; Espacios particulares dentro del hogar: Además de la entrada principal, otra opción es poner ruda en áreas específicas de la casa, como cerca de la caja fuerte (si la hay) o en la esquina de la habitación donde se guarda el dinero. Es importante señalar que estas creencias se basan en la tradición popular, de manera que no hay evidencia científica que respalde la idea de que la ruda posee propiedades metafísicas o que es capaz de atraer abundancia y prosperidad. En ese orden de ideas, si bien alrededor de la ruda circulan numerosos mitos, cada persona le atribuye un valor específico a esta planta. Finalmente, respecto a su éxito, también es prudente considerar que las percepciones de prosperidad y abundancia pueden ser subjetivas, en tal virtud, no todas las personas invocarán lo mismo a la hora de refugiarse en la ruda.
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