Se trata de una baraja de naipes a menudo utilizada como medio de consulta e interpretación de hechos (presentes, pasados o futuros), sueños, percepciones o estados emocionales que constituye, además, un tipo de cartomancia. La técnica se basa en la selección de cartas de una baraja especial, que luego son interpretadas por un lector, según el orden o disposición en que han sido seleccionadas o repartidas. Su origen está rodeado de misterio y conjeturas. Como sabéis, la adivinación se remonta a tiempos ancestrales, y el conocer el destino se practicaba desde tiempos inmemoriales. Mucho se ha hablado sobre los oráculos, la videncia, el espiritismo, la cartomancia, etc. desde antes, incluso, del Imperio Romano y la Antigua Grecia. No se conoce con certeza la procedencia del Tarot. Algunos datan su origen en la época egipcia; otros afirman que viene de Oriente, y otros determinan que fue en la Edad Media. En sus símbolos se han detectado influencias tan variadas como ritos griegos, el gnosticismo, el neoplatonismo, el hermetismo, los cataros, las antiguas filosofías árabes e indicas y la cábala judía. La mayoría de los expertos opinan que la introducción y difusión del Tarot por Europa y Occidente se debe a los gitanos. Si bien han existido varios Tarots desde épocas muy remotas, la que más aceptación tuvo fue el de Marsella, compuesto por 22 Arkanos Mayores y 56 Arkanos Menores. La época en que se data se remonta al Siglo XV. Muy probablemente el tarot fue anterior a los naipes, aunque están relacionados entre sí. Hay pruebas de que los naipes se extendieron por Europa mucho antes del siglo XV. Las apuestas con cartas fueron prohibidas en Alemania hacia 1378, aunque dos años más tarde, el Código de Nuremberg aprobó las partidas y en 1783 fueron autorizadas en Florencia. Sin embargo, en 1397 los parisinos aún tenían prohibido jugar a las cartas durante los días laborales. A fines del siglo XVIII y comienzos del XIX las cartas del tarot fueron asociadas al misticismo y a la magia. La tradición comenzó en 1781, cuando Antoine Court de Gébelin, un clérigo suizo y francmasón, publicó Le Monde Primitif, un estudio especulativo sobre el simbolismo religioso antiguo y sus remanentes en el mundo moderno. De Gébelin argumentaba que el simbolismo del tarot de Marsella representaba los misterios de Isis y Thoth. Gébelin más tarde afirmó que el nombre "tarot" venía de los vocablos egipcios tar, que significa "real", y ro, que significa "camino", y que el tarot representaba, por lo tanto, un "camino real" a la sabiduría. El interés en el tarot para la adivinación a cargo de otros ocultistas llegó después, durante el auge de los herméticos, en la década de 1840, en la cual (entre otros) estuvo involucrado Víctor Hugo. La idea de las cartas como clave mística fue desarrollada posteriormente por Eliphas Lévi y pasó al mundo de habla inglesa por la Orden Hermética del Alba Dorada. Lévi, y no Etteilla, es considerado por algunos el verdadero fundador de las escuelas más contemporáneas de tarot; su Dogme et Ritual de la Haute Magie, de 1854, introdujo una interpretación de las cartas que las relacionaba con la Cábala. Aunque Lévi aceptó las afirmaciones de Court de Gébelin sobre un origen egipcio de los símbolos de las cartas, rechazó las innovaciones de Eteilla y su mazo alterado y arregló en su lugar un sistema que relacionaba al tarot, especialmente al tarot de Marsella, con la cábala y con los cuatro elementos de la alquimia. Por otro lado, algunos significados adivinatorios de Etteilla todavía son usados por algunos lectores de tarot. Si bien desde el punto de vista científico, es imposible conocer los hechos futuros a través de método adivinatorio alguno, la popularidad del Tarot ha llegado a nuestros días y es frecuente encontrarla en línea.