TIEMPOS DEL MUNDO
martes, 7 de febrero de 2023
SECRETOS DE MUNDOS OLVIDADOS: Entre mitos y sombras
Poco antes que la historia tome la palabra, se la cedemos a la geografía para que nos revele cómo era el aspecto de ese país remoto llamado “Perú” por los españoles a su llegada en el siglo XVI ¿Vale?. Ante todo y tal como detallamos en el capitulo anterior, cabe precisar que para evitar confusiones, sus actuales fronteras políticas no coinciden con la de aquella época en la historia de los primeros indios americanos, y que hoy denominamos con este nombre. A aquel “Perú” indio y precolombino pertenecía la mayor parte de lo que hoy son llamados “Ecuador” y “Bolivia”, que en tiempos de la independencia, Simón Bolívar se los arrebato para crear repúblicas artificiales para satisfacer su ambición y odio al Perú. En cuanto a la selva amazónica, si bien políticamente le pertenecía, desde tiempos de los Incas - y aun ahora - sigue siendo un mundo aparte, debido a las dificultades que ofrece el poder comunicar fluidamente esas regiones con el resto el país. Lo que “restaba”- algunos centenares de miles de kilómetros cuadrados - se convirtió en el escenario del más dramático acontecimiento de la historia de la América precolombina. Esta área se denomina como “región de los Andes”. Pero en realidad los Andes es solo uno de los dos espacios tan claramente definidos entre si, por factores naturales. El otro - que para quienes arribaron a esas tierras ignotas por vía marítima, como Pizarro y sus audaces expedicionarios - era la costa, que resulta ser “la primera mitad” del Perú. Larga y desértica, a pesar de estar situada frente al más grande océano de nuestro planeta, predomina en ella no obstante la proximidad a inmensas masas acuáticas, una lamentable escasez de agua potable. Así, algunas regiones de esa costa peruana recuerdan más al interior del Sahara en el África que a una costa litoral. Hacia el interior se explayan desiertos inconmensurables e inmensas dunas arenosas, y solo hay vida en los escasos valles que se nutren de raquíticos ríos de agua dulce que bajan de la Cordillera al mar y que en la mayor parte del año están prácticamente secas. Aun así, en esos pequeños “espacios vitales” surgieron civilizaciones que dieron origen a reinos de suma significación, que nos dejaron el testimonio de su cultura, venciendo las adversidades de esa tierra muerta, ya que si no fuera por las obras de irrigación que hicieron a lo largo de los siglos, seria inhabitable. Estos reinos indios de la costa eran grandes en poder pero no en extensión, ya que se reducían a ocupar solamente los territorios “habitables” donde podían encontrar agua. Solo el denominado Imperio Chimú podría considerarse como una excepción a la regla, ya que se extendió desde el norte del actual Perú hasta el norte de Lima, asentándose en los valles donde fluía el liquido elemento, que defendían de sus enemigos. Cabe destacar que los ríos que proporcionaron tanto agua como vida a la sequedad del arenal, dieron sus nombres a la mayoría de esas civilizaciones indígenas - Lambayeque, Virú, Chancay, Ica, Nazca - que lograron florecer allí. Sin embargo, existe una diferencia que hay que recalcar, los valles del norte del Perú son más extensos que los del sur. Además, al desarrollarse en los primeros, civilizaciones más avanzadas - si cabe el término - como los Mochica y los Chimú, quienes construyeron sistemas de irrigación para satisfacer su creciente demanda de agua, mientras en el sur ello no ocurrió, por lo que grandes extensiones estaban prácticamente deshabitadas. En esas regiones en las que nunca llueve, el agua era sacada de profundos pozos y los pocos asentamientos existentes dedicados a la pesca, dependían de ella para sobrevivir. La extrema aridez de la costa peruana es consecuencia de la Corriente marina de Humboldt que la recorre de norte a sur y cuyas frías aguas impiden que llueva, a lo que debemos agregar a la Cordillera de los Andes que a su vez no permite el paso de las densas nubes cargadas de agua provenientes de la Amazonia. Este es el aspecto de un mundo agreste caracterizado por los desiertos y el océano, donde la vida surgió con muchos sacrificios. Pero más arriba y como una barrera natural, se ubica la Cordillera de los Andes, divididas en una serie de cadenas de montañas, pequeñas llanuras y altas mesetas, con una gran cantidad de ríos y valles fluviales. En una de esas altiplanicies se encuentra el Cuzco, la capital del Imperio Inca. En otra de esas cuencas se encuentra Cajamarca, testigo de la captura de Atahualpa que origino la caída de esta civilización. Asimismo, podemos encontrar el Callejón de Huaylas con sus imponentes montañas de nieves perpetuas, y mucho más al sur se encuentra el lago Titicaca, en cuyas inmediaciones se ubica la enigmática Tiahuanaco. Regiones de un frio extremo y donde no hace calor casi nunca. En esa región montañosa del Perú, surgió el Imperio Inca, la más grande civilización precolombina de América del Sur y que al igual que los aztecas en Méjico, subyugaron a diversos reinos que hoy nos son totalmente desconocidos, ya que fueron borrados de la “historia oficial” y solo mediante los descubrimientos arqueológicos hemos podido conocer algo de esas culturas desaparecidas. Es el momento de rescatarlos del olvido y develar el misterio acerca de sus orígenes.