TIEMPOS DEL MUNDO

martes, 1 de diciembre de 2015

AI APAEC: Un “dios” desconocido venido para instaurar un nuevo orden

Fue la principal deidad de la cultura Mochica, la cual se desarrollo en el norte del Perú. Era representada como una criatura antropomórfica alada, con colmillos de felino y olas marinas rodeándolo - quizás como un recordatorio de su llegada por el mar a esas tierras en tiempos inmemoriales - y llevando en cada mano sus cetros de poder. Se le adoraba como el dios creador y protector del mundo Moche. Era el proveedor del agua, de los alimentos y de los triunfos guerreros. Era muy temido y fue considerado el decapitador, que sediento de sangre exigía sacrificios humanos. Al ser los Mochicas una sociedad militarista y estar en continua guerra con sus vecinos, los cuales una vez vencidos, eran llevados ante su sanguinario “dios” y sacrificados para saciar su sed. La representación más común y conocida de Ai Apaec es la que se aprecia en los murales de los templos del sol y de la luna, en las cuales aparece siempre amenazante, en busca de su cuota de sangre para aplacar su ira. En la metalurgia, por ejemplo, presenta forma arácnida, con 8 patas y un rostro antropomorfo con colmillos felinos, varias de ellas hechas en oro. En la cerámica es más antropomórfico, suele tener cabezas en sus manos y en ocasiones dos serpientes que brotan de su cabeza (¿cabellos?) esta característica se ve en algunos retratos murales. En sus esculturas se le puede observar con un báculo, y una forma totalmente humanoide, con el rostro severo y siempre dotado de colmillos de felino, quizás para poner énfasis en si fiereza. Fue un ser demoniaco que se valía de la violencia y el terror para obtener lo que quería. Sin embargo, a pesar de todo su poder, no pudo impedir que el reino que le rendía tan sangriento culto sea conquistado por los Wari, poniendo fin a su dominio. Sus imágenes fueron destruidas y sus templos saqueados, convirtiéndose en cementerios para los nuevos amos. De lo que se pudo salvar - esculturas, cerámicas, joyas y frisos en los cuales aparece su imagen - estos fueron desenterrados por los arqueólogos de las arenas del desierto y conservados para la posteridad, dándonos una idea de cómo era este diabólico ser en cuyo rostro se aprecia claramente su maldad.