TIEMPOS DEL MUNDO

martes, 15 de diciembre de 2015

EL LAMPARILLA: El terror de los transnochadores

Este relato nos cuenta la historia de un esqueleto tenebroso que encuentra a sus víctimas en las madrugadas, en callejones o caminos oscuros. Su presencia anuncia la muerte del trasnochador que lo haya visto. Luego de ello, la persona no tendrá otra opción que esperar con resignación y espanto a que El Lamparilla llegue por él para llevárselo al más allá. Se trata de una leyenda muy conocida en la Amazonia. Su nombre deriva de su semejanza con una lámpara encendida. Se dice que aparece en horas avanzadas de la noche como un foco de luz tenue y rojizo. A veces fija a 50 centímetros del suelo. Otras veces desplazándose en diversas direcciones pero a la misma altura. Quienes se acercan con la intención de cogerla se ven fuertemente impresionados cuando se transforma en figura de un esqueleto gigante vestido con túnica blanca que de a pocos se desvanece como la niebla, dejando un olor desagradable y dañino que produce una enfermedad conocida como "mal del aire". Puede verse en lugares solitarios de la selva, aunque antiguamente aparecía en las ciudades cuando no había alumbrado eléctrico y algunas calles eran como caminos con casas muy espaciadas. Abundan los testimonios de quienes vieron a la "lamparilla" con una sensación de estremecimiento que crispa los nervios. Uno de los relatos más conocidos proviene de Moyobamba – ciudad ubicada en la región nor-oriental del Perú - y sucedió hace muchos años atrás. Resulta que una noche muy oscura, un vecino regresaba de velar a un cadáver en una casa que estaba a unas seis cuadras de la suya, cuando de pronto a medio camino encontró una luz que parecía ser llevada por una mano invisible. Entonces cambió inmediatamente de rumbo tomando otra calle, ya que no quería aventurarse a pasar por ese lugar, porque estaba convencido de era El lamparilla, siniestra criatura que atrae a sus víctimas a la muerte. Pero al llegar a la otra calle, paso el susto de su vida porque volvió a ver dicha luz a una cuadra de distancia, y cuando quiso regresar por donde vino, se dio con la terrible sorpresa de que la luz ya estaba allí con el propósito de impedirle el paso. Ante esta situación - con la luz paseándose por la calle alumbrando el lugar por donde debía pasar de una forma desafiante – a el no le quedo otra opción que seguir adelante y enfrentarse a su destino, para lo cual saco a relucir un garrote que siempre llevaba consigo y tomando animo y con el paso resuelto avanzo hacia la luz que a su vez venia a su encuentro, y estando muy cerca, pudo percatarse que los rayos luminosos le impedían ver al esqueleto, pero sin perder tiempo, arremetió contra el a garrotazos dispuesto a romperle todos los huesos. Sin embargo, a pesar de que la lucha duraba ya casi diez minutos, no pudo lograr propinarle golpe alguno al maligno ser, quien daba vueltas vertiginosas a su alrededor. Presa de la furia y ansioso de dominar a su enemigo se abalanzó sobre el, comenzando a asestar golpes a la criatura a diestra y siniestra, hasta que toda adolorido El Lamparilla quiso abandonar la pelea y huir, pero quien iba a ser su victima se convirtió en su verdugo, ya que lo persiguió infatigablemente hasta que consiguió alcanzarle un tremendo golpe en el cráneo y viendo como consecuencia caer a El Lamparilla al suelo y desaparecer la luz. Inmediatamente prendió un fósforo y solo encontró en el suelo una luciérnaga desfalleciente que se retorcía en el suelo, al cual comenzó a despedazarla a garrotazos sin piedad alguna, pero antes de terminar con ella se apago el fósforo, y cuando prendió otro noto que el insecto había desaparecido. Desde entonces, no se supo más de El Lamparilla en Moyobamba - quizás temiendo recibir otra golpiza similar - y se trasladó a otras ciudades de la Amazonia en busca de incautas victimas, donde sus apariciones se hicieron cada vez más conocidas y temidas por ello. Solo esperamos que alguien se arme de valor y repita lo sucedido en Moyobamba y envié - esta vez si - a El Lamparilla al más allá.