Como sabéis, los antiguos peruanos han estado cultivando plantas de coca durante unos 8,000 años. Valorándolas tanto como el oro, el Inca lo atesoraba no solo para ofrecerlo como un preciado regalo a sus vasallos - quienes lo anhelaban más que otra cosa - sino también eran parte integral de sus ritos y rituales sagrados que se realizaban en honor a sus dioses. Una antigua leyenda cuenta la historia de Kuka, una temible hechicera a quien nadie en todo el Imperio podría resistirse a su maligno poder. Consciente de ello, los usó para beneficiarse de ello hasta que la noticia de sus fechorías llegó a los oídos del Gran Inca, quien ordenó que la sacrificaran, la cortaran por la mitad y la enterraran. De su tumba brotó una planta maligna, la cual aparentemente daba fuerza y vigor, aliviando el dolor y el sufrimiento, pero que en realidad embrutecía la mente de quien lo consumía ya que los volvía adictos. Era la venganza de Kuka, quien aun muerta quiso dejar su huella maldita por el mundo. La gente lo llamó coca, por considerar que era obra de esa bruja malvada. Este mito reconoce la gran importancia que las hojas de coca tuvieron y continúan teniendo en la cultura e historia de los pueblos de los Andes. A pesar de ganar notoriedad en los tiempos modernos por ser el material fuente de la droga altamente adictiva cocaína, la coca continúa siendo una gran parte de la cultura andina en la actualidad. Las hojas sin procesar de la planta son masticadas habitualmente por los indios e incluso pueden ser preparadas como infusiones (el conocido mate de coca) el cual es envasado y vendido libremente en el Perú, a pesar de estar prohibido en el resto del mundo, ya que es un delito intentar ingresarlo a otros países. Los lugareños en su ignorancia, todavía usan hoy la coca para “combatir el mal de altura y para aliviar el dolor y el hambre” cuando en realidad solo están drogándose atrofiando su cerebro irremediablemente por el uso de ese veneno. Incluso hay algunos inescrupulosos que se aprovechan de ello y afirman que en sus hojas se puede leer el futuro. Los estudios científicos de las propiedades medicinales de la coca han encontrado efectivamente que sus hojas contienen un poderoso alcaloide que actúa como estimulante. Sus efectos incluyen aumento de la frecuencia cardíaca, aumento de la energía e incluso la supresión del hambre y la sed. Otros “beneficios” incluyen la relajación muscular, ya que puede ayudar con los calambres menstruales. Se dice además que este efecto “también combate” el mal de altura al abrir el tracto respiratorio y aliviar la sensación de falta de aliento y opresión en el pecho. Asimismo admiten que la coca puede ser “muy útil” por sus propiedades antibacterianas y analgésicas, ayudando a la digestión y prevenir el estreñimiento…. pero a que precio, ya que su uso convierte a uno en adicto a esa droga, la cual se convierte es una puerta abierta para probar otras más fuertes y letales. El consumo de coca se remonta a la más antigua de las antiguas sociedades sudamericanas. Hay evidencia de que se consumió en culturas ubicadas en el Ecuador moderno desde el noveno milenio antes de Cristo. Sin embargo, fue durante el Imperio Inca, poco antes de la llegada de los españoles, que la coca alcanzó un significado religioso y socioeconómico particular. Los primeros Incas datan del año 1200 DC. La civilización se hizo prominente en 1438 cuando el emperador Pachacutec, cuyo nombre significa "el que rehace la tierra", inicio una serie de conquistas militares para expandir su Imperio desde el Cuzco - la capital imperial - ubicada en el corazón de los Andes, llegando el y sus sucesores a extender sus dominios por toda la cordillera y la costa occidental de Sudamérica llegando desde Colombia hasta la Argentina. Grandes cantidades de coca, consideradas sagradas por los Incas, fueron utilizadas en sus ceremonias religiosas. Cristóbal de Molina, un sacerdote español que vivió en el Cuzco alrededor de 1565 y observó las tradiciones incas, describió cómo los lugareños quemaban hojas y expulsaban vapores de coca hacia el Sol, su deidad principal, y otros dioses, como parte de un ritual para sanar a los enfermos. La planta también fue venerada por sus poderes adivinatorios, y algunos sacerdotes afirmaban “ser especialistas en leer sus hojas”. La coca también era enterrada con los muertos, y era incluida con otras ofrendas en sus tumbas para acompañarlos a la otra vida. Algunos rituales religiosos involucraban sacrificios humanos, y la coca también desempeñaba un papel. Tres momias de víctimas sacrificadas descubiertas en 1999 revelaron un alto consumo de coca durante los meses anteriores a su muerte. Se creía que consumir las hojas inducía trances “sagrados” y estados alterados al tiempo que desorientaba a las víctimas, haciéndolas más fáciles de someter. El sistema inca para cultivar y cosechar hojas de coca implicaba muchos pasos. Las plantas se cultivaban en campos bien definidos en regiones cálidas y húmedas. Cuando estaba lista para la cosecha, las hojas se rompían al momento de plegarlas. Tras ser recogidos eran colocados cuidadosamente en mantos para secar al sol. Las hojas imperfectamente coloreadas eran rechazadas. Al ser muy frágiles, y aunque se hacían esfuerzos meticulosos para asegurar que mantuvieran su forma plana y su color uniforme, una gran parte de la cosecha se perdía durante el secado. Tal descuido se pagaba con la vida de quienes manipulaban las hojas, ya que toda era propiedad del Inca. Todo el proceso requería por ello un cuidado particular para conservarlas como sea posible. Debido a su alto valor, las hojas de coca podrían servir tanto como mercancía y como moneda. A los funcionarios públicos y a los gobernadores se les pagaba por sus servicios al Imperio en metales preciosos, textiles finos y canastas de hojas de coca. El Inca, recompensaba la lealtad de sus súbditos con canastas de hojas de coca. También eran entregados a los soldados durante las fiestas para celebrar las victorias. De todos los regalos que podía hacer el Inca, la coca era la más valorada. Al respecto, Garcilaso de la Vega en sus Comentarios Reales de los Incas, escribió: "[Los incas] lo prefieren antes que el oro, la plata y las piedras preciosas". Debido a su alto valor, la coca fue consumida en gran medida por las élites imperiales incas. Durante los últimos días del Imperio, comenzó una relajación de las restricciones al consumo de coca. Algunos investigadores argumentan que este cambio podría deberse al hecho de por causa de la guerra civil desatada entre el Inca Húascar y el bastardo Atahualpa, ya no se podía garantizar el suministro de alimentos para toda la población, por lo que la coca comenzó a usarse para calmar el hambre en esos tiempos de escasez. Sin embargo, su asociación con la élite prevaleció hasta que el Imperio Inca fue conquistado por los españoles en 1532. En los primeros días de la conquista, los cronistas españoles de los siglos XVI y XVII notaron cómo los ricos tenían el monopolio del negocio la coca. Juan de Matienzo escribió que las hojas "eran un manjar para señores y jefes durante el Imperio Inca y no para la gente común". Pero luego de la conquista, su consumo se extendió entre la población indígena, según lo registrado por muchos cronistas. Las autoridades españolas descubrieron cómo la coca anulaba la voluntad de resistencia y hacia mas fácil tenerlos dominados, obligando a los nativos a consumirla. Con el tiempo los hicieron adictos y la cosecha se convirtió en un negocio lucrativo para los terratenientes españoles, que aumentaron la producción para satisfacer la mayor demanda. El misionero padre Bernabé Cobo escribió: "Es el producto más rentable en las Indias [sic] y ha enriquecido a muchos españoles". Al principio, ellos a menudo se burlaban de los indígenas por su creencia en el poder de la coca. Pero el escepticismo comenzó a dar paso al interés por la extraña hoja. En 1653, el padre Cobo escribió que los indios “dicen que [la coca] les da fuerza y no sienten sed, hambre ni cansancio”. Creo que es principalmente superstición, pero no se puede negar que les da fuerza y aliento, ya que trabajan el doble de duro con eso”. Garcilaso de la Vega dio cuenta de la siguiente conversación entre dos españoles, un caballero y un granjero cerca del Cuzco. El primero preguntó: "¿Por qué consumes coca, como hacen los indios, cuando nosotros lo encontramos tan desagradable y detestable?" El otro, que llevaba a su hija de dos años en la espalda, respondió. “En verdad, señor, lo detesto no menos que nadie, pero necesito obligarme a imitar a los indios y masticarlo. Sin ella no podría soportar la carga. Con ella tengo la fuerza y vigor para poder realizar mis labores". Hoy las hojas de coca se cosechan como un ingrediente esencial de la producción ilegal, pero muy lucrativa, de la cocaína. A pesar de que la planta sea causa de tanta violencia e inestabilidad política en las Américas, las sociedades andinas aún invocan su uso tradicional como símbolo de su cultura, sin estar conscientes del daño que hace a la humanidad.